Llegaron de una

tierra distante

cubierta de nieve

y bosques

su origen es

desconocido

un malvado rey

los había expulsado

de sus cavernas

humeantes

Gabriel Weisz

 

La historia del siglo XX está manchada con sangre y vidas sacrificadas. Los conflictos bélicos de la época alteraron las vidas de miles de ciudadanos del mundo, haciéndolos correr, matar, esconderse, o morir. Las guerras en Europa llevaron a distintos desenlaces, siendo los más afortunados aquellos que obtuvieron asilo en distintas partes del mundo, entre ellas Latinoamérica. ?Pero no todo acaba en muerte? nos enseñaron los refugiados. Se puede crecer y crear a partir de cualquier cosa y ellos lo hicieron a partir de su supervivencia. De la supervivencia que entintó nuestras plumas, llenó de óleo nuestras telas y modeló nuestras piedras y metales. De la supervivencia que fusionó nuestras bellezas y defectos y creó esa mezcla de la que los hombres y mujeres de esta generación somos hijas y nietos.

Durante la primera mitad del siglo, México refugió a distintos creadores; entre los cuales se encontraba un grupo importante de artistas surrealistas. Ellos supieron continuar su carrera artística desde su nueva residencia, enriqueciéndola con sus experiencias en el país. Algunos, incluso, adoptaron a México como su nuevo hogar, no abandonándolo sino hasta la muerte. Entre los artistas surrealistas que permanecieron más tiempo en el país, estuvieron los poetas César Moro y Benjamin Péret; los pintores Leonora Carrington, Wolfgang Paalen, Alice Rahon y Remedios Varo; la fotógrafa Kati Horna; su esposo, pintor y escultor, José Horna; y el cineasta Luis Buñuel. Entre los cuales existió, además, una estrecha relación dentro del país latinoamericano. Es importante aclarar que, pese a haberse dedicado principalmente a una actividad artística, fue característico de los surrealistas el no limitarse al desarrollo de una sola.

Alice Rahon

 

El mundo mágico de los mayas

El surrealismo tocó por primera vez el suelo mexicano materializado en los pies del peruano César Moro; quien permaneció en el país durante diez años. Sin embargo, el arribo del movimiento no se oficializó sino hasta 1938, año en que su principal exponente, André Breton, visitó el país. Breton trajo consigo la proyección de Un Chien Andalou (cortometraje dirigido por Luis Buñuel, con la colaboración de Salvador Dalí como guionista) en el Palacio de Bellas Artes y la fundación de la Federación Internacional de Arte Independiente. Pese a que desde antes de su llegada Breton fue descalificado por diversos medios, el país habría de apreciar con el tiempo su arte y el de sus colegas.

En 1940, Moro organizó junto con Paalen y Breton la Exposición Internacional del Surrealismo en México. César Moro fue uno de los fundadores de la Federación Internacional de Arte Independiente, firmando junto con Diego Rivera, André Breton, Salvador Novo, Francisco Marín y Frida Kahlo.

André Breton y Frida Kahlo por Salomón Grimberg

Después de Moro, los siguientes refugiados en llegar fueron Kati y José Horna, una pareja de artistas plásticos. Antes de llegar a México, José Horna se desempeñaba como dibujante en Barcelona y Kati Horna tenía una carrera como fotógrafa en ascendencia. En México, José Horna se dedicó a ilustrar carátulas, libros, historietas y distintos materiales editoriales. Trabajó con el arquitecto Carlos Lazo, dibujando los planos de Ciudad Universitaria, además de trabajar en el diseño publicitario. Kati Horna continuó su formación como fotógrafa, convirtiéndose en retratista de personajes como Alfonso Reyes,  Dolores del Río, Elena Garro, Elena Poniatowska, María Félix, Ofelia Guilmain, Rosario Castellanos y Salvador Novo. Además, escribió para las revistas Todo, Nosotros y S.Nob. Fue profesora en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, donde participó en la formación de artistas como Flor Garduño.

En 1939, Wolfgang Paalen y su entonces esposa Alice Rahon llegaron a México como respuesta a una invitación extendida por Frida Kahlo. Paalen nació en Viena y realizó sus estudios en Berlín. Participó en la Exposición Internacional del Surrealismo, organizada por Breton. Es el creador de la técnica del fumage, una de las técnicas surrealistas más utilizadas. Contrajó matrimonio con Alice Rahon, de origen francés, en 1931. Rahon se desempeñó primeramente como escritora, cambiando la palabra por el pincel durante su estancia en México. Ambos escaparon de Europa en 1939 ante la violencia inminente y recorrieron diversas partes de Norteamérica antes de llegar a México, al estallar la guerra.

Wolfgang Paalen
Wolfgang Paalen

En 1941, la pintora y escritora Leonora Carrington sufrió una crisis nerviosa intensa, consecuencia del internamiento de Max Ernst, su entonces compañero sentimental, en un campo de concentración. Tras una larga carrera por Europa, fue internada en una clínica psiquiátrica en Santander; donde sufrió las negligencias médicas que más tarde narraría en su obra Memorias de abajo. Logró escapar del martirio y resguardarse en el Consulado Mexicano en Portugal, donde resolvió refugiarse en América con ayuda del diplomático y escritor mexicano Renato Leduc. Inició sus primeros años de estadía en México casada con el diplomático, de quien pronto se separaría. Construyó, en el país, relaciones con los artistas surrealistas antes mencionados; así como con Luis Buñuel, Remedios Varo y el fotógrafo Emérico Weisz, con quien contraería matrimonio y tendría dos hijos. Su legado en México es amplio, habiendo dejado piezas de sus mundos en diversos sitios de la capital. Desde su mural en el Museo Nacional de Antropología e Historia hasta su escultura en el Paseo de la Reforma, pasando por el lugar que ocupa en el imaginario colectivo, plasmado por la escritora Elena Poniatowska en su novela Leonora.

Carrington
Leonora Carrington con los escritores Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska. Foto: El Universal.

Tras haberse visto atrapada por la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, la pintora Remedios Varo se refugió en México desde 1941. Después de una larga huida, ella y su entonces pareja, el poeta Benjamin Péret, se instalaron en una vieja casa de la Ciudad de México. Varo nació en España en 1908 y tuvo su primer acercamiento al surrealismo gracias a una exposición realizada en Barcelona por el grupo logicofobista, opuesto a la lógica, al que pertenecía. Sin embargo, su introducción al grupo no sucedió sino hasta que Benjamin Péret lo provocó. La pareja Varo-Péret llega a México tras habérsele negado refugio en los Estados Unidos; guiada además por las palabras de Breton y la curiosidad de Péret por la cultura antigua mexicana y el ambiente posrevolucionario que se vivía en aquel entonces con el gobierno de Lázaro Cárdenas. Pese a las constantes dificultades económicas a las que habrían de enfrentarse, la pareja encontró refugio en el grupo que conformaron en el país junto con Kati y José Horna, Leonora Carrington, César Moro, Alice Rahon, Wolfgang Paalen, Gunther Gerzso, Esteban Francés, y Octavio Paz, entre otros. Remedios empezó su vida en México ganándose la vida mediante el diseño publicitario para una farmacéutica, mientras que Péret se dedicaba a hacer traducciones y dar clases de francés. La vida artística de ambos no se estabilizó sino hasta pasados algunos años, cuando Varo realizó su primera exposición individual en la Ciudad de México, en 1956, y Péret fue incorporado a la planta docente de la Academia de Arte “La Esmeralda”, en 1943.

Luis Buñuel estuvo ligado a México desde su llegada en 1946 hasta su muerte en 1983. Naturalizándose mexicano en 1949. Mantuvo una estrecha relación con el surrealismo, siendo colaborador y amigo de Salvador Dalí, con el que integraba un grupo en el que se encontraba Federico García Lorca. Su carrera como cineasta es amplia, así como la reciproca influencia que tuvo con el cine mexicano. Fue ganador del premio Oscar a la mejor película de habla no inglesa, en 1973, por El discreto encanto de la burguesía. Fue también acreedor del premio al mejor director en el Festival de Cannes, de 1951, por Los Olvidados; y de la Palma de Oro, del mismo festival en su edición de 1961, por Viridiana. En México, desarrolló relaciones con personajes emblemáticos tales como la actriz Silvia Pinal, el director de fotografía Gabriel Figueroa, y el productor Gustavo Alatriste.

Varo
Remedios Varo y Benjamin Péret.

 

La política del refugio

Desde su inicio en 1938, el gobierno de Lázaro Cárdenas manifestó su apoyo a la República Española, abriendo las puertas a los refugiados de la península. Se les ofreció a los inmigrantes no sólo un lugar en la sociedad mexicana, sino también la ciudadanía instantánea. Con respecto a la Segunda Guerra Mundial, México fue congruente durante todo su desarrollo, protestando constantemente por las invasiones alemanas.

Sin cuestionar la nobleza con la que el país abrió sus puertas, han de hacerse evidentes las múltiples intenciones que éste tenía al hacerlo. Entre ellas, estuvo la de provocar el previsible impulso a las vidas económica y cultural nacionales. Las guerras son elitistas y es imposible escapar de ellas si no se cuenta con los suficientes recursos, siendo principalmente los profesionistas e intelectuales quienes lograron huir de Europa para buscar asilo en América. La gente más pobre apenas pudo, con gran esfuerzo, llegar en la huida hasta el sur de Francia.

Además de Cárdenas, Diego Rivera y Frida Kahlo fueron personajes clave en la catálisis de la llegada del surrealismo a México. Habiendo arribado diversos artistas como respuesta a invitaciones extendidas por los pintores durante su estadía en Europa. Además de su reconocimiento internacional, la pareja Rivera-Kahlo era un foco de atención debido a sus ideas políticas. Es así que cuando Breton visita México lo hace, entre muchas otras razones, con el afán de entrevistarse con el revolucionario bolchevique León Trotski, quien se encontraba refugiado en casa de los pintores mexicanos.

 

La realidad sincera

Pese al fallecimiento de Leonora Carrington, la última artista surrealista y la última de las refugiadas en México, en el 2011, y pese a no ser invulnerable al tiempo, el arte surrealista sigue demostrando su valía a través de él. En palabras de Octavio Paz “la época está bañada por la luz surrealista y su vegetación de llamas y piedras preciosas. Y no es fácil que esas lujosas cicatrices desaparezcan sin que desaparezca la época misma”. (Paz, 1986: Pág. 11)

Paz Bueñuel
Octavio Paz y Luis Buñuel

La relación simbiótica entre México y los surrealistas era inevitable. El modo de vida de ambos entes era casi paralelo. Citando nuevamente a Paz, “El surrealismo traspasa las fronteras de estas, (sus) obras, porque no es una escuela (aunque constituye un grupo o secta), ni una poética (a pesar de que uno de sus postulados sea de orden poético: el poder liberador de la inspiración), ni una religión o partido político. El surrealismo es una actitud del espíritu humano. Acaso la más antigua y constante, la más poderosa y secreta”. (Paz, 1986: Pág. 12) Actitud que ha mantenido firme México a través de las décadas, mezclando los sueños con la realidad en cualquiera de sus paisajes.

En México la realidad no tiene disfraces y se presenta desnuda frente a los ojos sin intentar, ni por error, ser otra menos cruda o menos sincera. Pese a la fuerte carga católica de nuestra cultura y a nuestro sistema al servicio del imperialismo, nuestros prejuicios y moral no parecen ser lo suficientemente fuertes como para obligarnos a negar la realidad. Al contrario, en esta tierra se manifiesta el surrealismo en todos los actos y escenarios: la ciudad que se construye sobre un lago, los mercados donde lo mismo se venden piñatas que hierbas milagrosas, la fiesta de los muertos, la mano cercenada que ve salir Benjamin Péret de un envoltorio de papel periódico en un terreno baldío, el niño que conduce el autobús, los cadáveres de las primeras planas, las pirámides mayas construidas a la orilla del mar, el guiso de chile con chocolate y la plaza de las tres culturas.

PENTAX Image
Las Pozas de Edward James, en Xilitla, San Luis Potosí.

En México, el pueblo obliga a la realidad a ser ella misma; un poco como castigo, un poco como aliciente. Bretón sale del país pensándolo el lugar surrealista por excelencia; Péret regresa corriendo a su casa, tras haber descubierto la mano cercenada, vociferando que en éste lugar el surrealismo vive. Ambos saben que, a México, la poesía de su conformación geográfica y su riqueza histórica lo han librado del martirio de las pretensiones.

¿Será que en México se sugiere la existencia de ese alto lugar predicho por el segundo manifiesto? Aquel en el que “la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, lo pasado y lo futuro, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo bajo dejaron de ser percibidos contradictoriamente”. En México, la idea del encuentro de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección se extrapola y derrumba sus límites.

Habitamos la ciudad

totémica.

El toro

en el cuervo

disputa los

encantados instrumentos

de ella.

Una vez que

entraste

tu sí mismo

queda atrás

atrapado

por los antaño

convertidos en pájaro.

Sombra animal

de quien cree

ser tú.

Gabriel Weisz