Publicado originalmente en Revista Proceso.
En enero de este año, antes de que iniciara formalmente la campaña presidencial, siete altos ejecutivos de Grupo Televisa, incluyendo a los dos co presidentes ejecutivos Bernardo Gómez y Alfonso de Angoitia, analizaron en una reunión interna de la empresa cuál de los tres principales candidatos presidenciales veían como posible ganador de las elecciones del 1 de julio de 2018. Seis expresaron su apoyo a José Antonio Meade, el abanderado priista, quien “seguro ganaría con el apoyo del aparato” oficial. Sólo uno pronosticó el triunfo del panista Ricardo Anaya. Ninguno se atrevió a expresar su apoyo a Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Por su parte, Ricardo Salinas Pliego, presidente de Grupo Salinas y concesionario de la segunda televisora más grande del país, colocó a sus operadores y aliados políticos en Morena y el PRI. El presidente de la Fundación Azteca, Esteban Moctezuma, se incorporó al Proyecto Alternativo de Nación como coordinador del área de Desarrollo Social, mientras que el priista regiomontano Jorge Mendoza Garza fue candidato al Senado por el tricolor, en fórmula con Martha de los Santos. A Mendoza Garza se le recuerda como uno de los protagonistas del enfrentamiento en el Cerro del Chiquihuite, a finales de 2002, durante el conflicto entre TV Azteca y Canal 40. La ex conductora de TV Azteca, Lilly Téllez, fue candidata a senadora por Morena en Sonora.
En Grupo Imagen, de la familia Vázquez Raña, apoyaron al candidato priista José Antonio Meade y antes de la contienda expresaron su respaldo a la posible candidatura presidencial panista del ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle. La nominación de Ricardo Anaya tampoco los dejó contentos.
A pesar de la distancia histórica de los principales dueños y accionistas de las televisoras con López Obrador, en la noche del primero de julio, el tres veces candidato presidencial celebró su victoria a las 12:30 de la noche con un “pequeñísimo grupo” convocado a su casa. Fueron Ricardo Salinas Pliego, de TV Azteca; Olegario Vázquez Aldir, de Grupo Imagen; Bernardo Gómez, co presidente ejecutivo de Televisa; Alfonso Romo, jefe del gabinete; y Julio Scherer Ibarra, futuro consejero jurídico de la presidencia.
Según el relato de la periodista Martha Anaya, publicado el 8 de agosto en su columna de El Heraldo, “brindaron con whisky y a cada uno de ellos agradeció Andrés Manuel su apoyo”.
Horas antes, en el templete colocado frente al parque de la Alameda, López Obrador celebró el anuncio de su victoria y destacó que gracias a “las benditas redes sociales” pudo remontar el cerco mediático y la guerra sucia en su contra que apareció a lo largo de la campaña presidencial.
Distante y cercano siempre a los barones de las televisoras, López Obrador decidió revelar el 14 de noviembre pasado que se reunió en privado “con unos empresarios” y “de ellos salió que quieren ser consejeros y les tomé la palabra. Me quieren dar sus puntos de vista, sus visiones y quieren ayudarnos”.
Coordinados por Alfonso Romo, futuro jefe de la Oficina de la Presidencia, en este primer grupo de asesores empresariales están los mismos que celebraron con López Obrador su victoria la madrugada del 2 de julio: Ricardo Salinas Pliego; Bernardo Gómez; y Olegario Vázquez Aldir.
A ellos se sumaron también, Carlos Hank González, nieto y tocayo del legendario personaje que fue gobernador del Estado de México, regente de la Ciudad de México, secretario de Estado y poderoso contratista que hizo suya la máxima de “político pobre es un pobre político”; Miguel Alemán Magnani, nieto del ex presidente del mismo nombre, hijo del quien fuera el segundo accionista más importante de Grupo Televisa hasta finales de los noventa, y propietario de Interjet; Daniel Chávez, de Grupo Vidanta, desarrollador de resorts y clubes de golf en México; y Sergio Gutiérrez, empresario acerero de Nuevo León, “gente extraordinaria”, al único que elogió públicamente el presidente electo.
“Voy a invitar a otros empresarios para que este consejo se vaya fortaleciendo y se convierta en una institución de la sociedad civil que ayude al gobierno”, argumentó López Obrador, quien apenas hace menos de quince días advirtió que su gobierno va a separar al poder político del poder económico, tras la ola de críticas por la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, en Texcoco, expresadas precisamente en los medios que encabezan el primer grupo de empresarios asesores.
La reacción de simpatizantes y adversarios de López Obrador ante el anuncio fue entre sorpresa y franca crítica porque el mismo presidente electo ya había señalado que no le debía su triunfo a las televisoras y que iba a marcar una diferencia con el presidente saliente Enrique Peña Nieto, cercano a los grupos mediáticos y, en especial, a las televisoras, a las que destinó más del 40 por ciento de los 60 mil millones de pesos en comunicación social.
La ronda de entrevistas mediáticas
Días después de este anuncio, los micrófonos de Grupo Televisa, TV Azteca, Imagen Televisión, Milenio Televisión y Radio Centro, a través del noticiario de Aristegui Noticias, se abrieron para una larga ronda de entrevistas con López Obrador.
El objetivo principal del futuro presidente fue promover la segunda consulta ciudadana que organizó antes de tomar posesión, para el 24 y 25 de noviembre, con el objetivo de preguntar sobre sus principales proyectos de infraestructura para el sur-sureste, como el Tren Maya, y sus principales programas sociales.
En realidad, las entrevistas se convirtieron en una amplia explicación de López Obrador sobre sus proyectos más polémicos en vísperas de tomar posesión, como son la creación de la Guardia Nacional, la “amnistía política” o el “punto final” a la corrupción de los ex presidentes de la República, entre otros puntos polémicos, como su propia relación con el mandatario saliente Enrique Peña Nieto.
Carmen Aristegui lo cuestionó sobre la formación de este “consejo de asesores empresariales” encabezado por barones de la televisión. En la entrevista del miércoles 21 en Radio Centro, López Obrador admitió por primera vez que estaría dispuesto a celebrar una consulta para preguntar si están de acuerdo o no en este consejo.
Al día siguiente, con Azucena Uresti, en Milenio Televisión, López Obrador matizó la posibilidad de esta consulta. Anunció que para marzo del 2019 realizará una consulta popular, de acuerdo con nuevos requisitos que se establecerán en el artículo 35 constitucional, para preguntar sobre dos temas fundamentales: la Guardia Nacional y el perdón político a los expresidentes, y “quizá” sobre la asesoría de los empresarios televisivos.
Horas antes de esta entrevista, López Obrador firmó un pacto con Televisión Azteca para ofrecer capacitación a 100 mil jóvenes. Estuvieron reunidos con él 150 integrantes del consejo consultivo de Grupo Salinas, encabezado por el propio Ricardo Salinas Pliego.
El empresario regiomontano, acusado de haber recibido un préstamo de Raúl Salinas de Gortari para adquirir las cadenas 13 y 7 que formaban parte de Imevisión, afirmó que se unía “con mucho gusto a la iniciativa de construir un nuevo país” con el líder de Morena.
A su vez, López Obrador afirmó que “desde luego que queremos una alianza con el sector empresarial… cómo no voy a estar recogiendo puntos de vista de empresarios, es mi trabajo. Como presidente tengo que consultar y recoger los sentimientos de todos, de los indígenas, los campesinos, los artistas y los empresarios”.
López Obrador relató durante ese encuentro que en 1996, cuando él era dirigente nacional del PRD, la única televisora que abrió los espacios “cuando enfrentábamos, como es del dominio público, mucha cerrazón en los medios de comunicación, fue TV Azteca”. Relató que con el apoyo de TV Azteca y de Televisa, en el sexenio zedillista, logró que se transmitieran los mensajes de los partidos, mediante el pago con las prerrogativas.
No mencionó el polémico episodio del asesinato del conductor Francisco Stanley, en junio de 1999, cuando TV Azteca y el propio Salinas Pliego emprendieron una campaña de más de 10 horas en la pantalla contra el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas, al que responsabilizaron de ese crimen por la inseguridad en la Ciudad de México.
Lee aquí la segunda parte.