La extradición y el juicio de El Chapo es una derrota para el Estado Mexicano: Morales Lechuga (2da parte)

Entrevista publicada en revista Proceso No. 2199

 

Las presiones de EU por Caso Camarena

-¿En qué momento estábamos en el 91 ante el narcotráfico?

Estábamos en un momento en que la delincuencia organizada no había rebasado al Estado mexicano y que nuestra capacidad de restaurar el orden jurídico quebrantado se mantenía.

-¿Cuándo fue el rebase?

-Fue un proceso. No fue súbito.

-¿Era usted incómodo?

-Nosotros teníamos un especial cuidado con la violencia, con las detenciones, con el hecho de utilizar la mayor dosis de inteligencia y la menor dosis de fuerza.

-No eran ataques letales?

-Cuando detuvimos a los hermanos Muñoz Terrazas, socios de Rafael Aguilar Guajardo, del cártel de Juárez, recuerdo que fue en Baja California, en un hotel, de noche, cuando no estaban las escoltas y no hubo ni un disparo, ni un golpe.

-No fue una masacre.

-No, para nada. No eran discursos bélicos tampoco ni tampoco instrucciones bélicas.

-¿Cómo vivió las presiones de Estados Unidos en el tema del narcotráfico?

-Recuerde que teníamos todavía muy sensible la relación México-Estados Unidos y siempre me empeñé en dos cosas. Primero, Hacerles entender que una política de culpabilidades mutuas, de reproches, no nos conduciría a nada positivo. Que teníamos que esforzarnos en una colaboración multilateral porque el tema de la droga es hemisférico, dado que la cocaína se producía en Sudamérica, se procesaba en varios países especialmente de Sudamérica y se trasladaba al gran consumidor. Para nosotros era primordial desarrollar un esquema de cooperación hemisférica más activo.

“En segundo lugar, también era para nosotros importante establecer la mayor cantidad posible de acuerdos de cooperación, en asistencia jurídica mutua, de detenciones, de validaciones, y lo empezamos a hacer de buena fe. Y eso me permitió hacer una buena relación con el procurador norteamericano, con el director de la FBI y con el director de la DEA. Con los tres teníamos muy buena relación”

-¿Cómo era el tema de Camarena?

-Haga de cuenta que teníamos un mueble con muchos cajones en la relación con Estados Unidos y México que todos funcionaban cada vez mejor, pero nada más el de Camarena era donde teníamos piedras en el zapato.

“Ellos se quejaban del involucramiento de políticos mexicanos en el homicidio de Camarena. Ellos mencionaban a tres políticos: a Manuel Bartlett (ex secretario de Gobernación cuando asesinaron a Camarena), a Enrique Alvarez del Castillo (ex gobernador de Jalisco y antecesor de Morales Lechuga al frente de la PGR) y el general Arévalo Gardoqui (ex secretario de la Defensa).

“Nosotros nos concentramos en demostrarles que estos políticos que mencionaban eran ajenos al tema del homicidio de Camarena y que los testigos que tenían la fiscalía no eran dignos de crédito, de fe, y los datos que daban eran fuera de la realidad, de contexto y los datos no coincidían con las agendas de los involucrados”.

-¿Ya habían secuestrado al doctor Humberto Alvarez Machaín?

-Ya lo habían secuestrado y nosotros lo que pedíamos era que se respetara el tema de la soberanía de México y que no se violara el tratado de extradición. El secuestro de Alvarez Machain fue en 1987 con Sergio García Ramírez como procurador general.

“Nosotros reaccionábamos muy de frente, muy radicales ante Estados Unidos. Fui a ver al presidente de la Corte norteamericano con el maestro Juventino V. Castro, hablamos con él, y le hicimos ver que nos estaban dando el mismo trato que a Irán, como enemigos de Estados Unidos.

“El juez nos escuchó con mucha atención y diciendo que la Corte de Estados Unidos se lavaba las manos y dejaba todo en manos del presidente Bush.

“Cuando sale la resolución propongo junto con el canciller y el secretario de Gobernación que suspendamos las funciones de la DEA en México y, en consecuencia, suspendiéramos la aplicación del tratado de colaboración con la DEA porque ellos violaron el tratado de extradición. Fue el 30 de julio de 1992.

“Cuarenta y ocho horas duró la suspensión y después establecimos las reglas de operación y de sujeción de las actividades de la DEA. Ellos tenían que seguir un protocolo de intervención. Se encausó algo que era caótico en la frontera norte para que fuera más ordenado”.

Extradición y juicio contra El Chapo

El 8 de enero de 2016, en su cuenta de Twitter, el entonces presidente Enrique Peña Nieto presumió: “misión cumplida: lo tenemos. Quiero informar a los mexicanos que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido”.

La recaptura del Chapo Guzmán ocurrió en un contexto muy difícil: tras la fuga del 11 de julio de 2015 del penal de máxima seguridad del Altiplano, las autoridades de Estados Unidos redoblaron sus presiones; la actriz mexicana Kate del Castillo y el actor norteamericano Sean Penn habían logrado encontrarse con el capo para discutir la posibilidad de filmar su vida, exhibiendo la torpeza o la complicidad del gobierno mexicano; en noviembre de ese 2016, Donald Trump ganó la presidencia de Estados Unidos con un discurso muy duro contra la “corrupción” de las autoridades del país vecino.

Un año después de su recaptura, Guzmán Loera fue extraditado a Estados Unidos, en medio de un fuerte despliegue de seguridad. El juicio contra el capo del cártel de Sinaloa inició hace seis semanas en la corte federal de Brooklyn, Nueva York, bajo estrictas medidas de seguridad.

Jorge Milton Cifuentes, testigo protegido de la DEA, acusó al Chapo de haberlo traicionado cuando cerró un acuerdo secreto con uno de sus hermanos tras negarse a traficar con metanfetaminas. Dijo que descubrió la negociación secreta cuando un avión que transportaba cocaína colombiana se estrelló en México. La aeronave también contenía efedrina.

-¿Este contexto y esta historia tienen algo que ver con la mención a usted en el juicio de ahora contra El Chapo?

-Sería una especulación. Yo hice mi mejor esfuerzo y dejé muy buenas relaciones con Estados Unidos, siempre de manera muy directa. Ellos respetaron mi opinión.

-¿Qué opina de este juicio y de la extradición del Chapo Guzmán?

-Yo creo que México renunció a su derecho de juzgar nuevamente a Joaquín Guzmán por los delitos que hubiera cometido antes y después de su fuga. No estuve acostumbrado a que un Estado abdicara al ejercicio pleno de su competencia.

-¿Si usted hubiera sido procurador hubiera aceptado la extradición?

-No hubiera aceptado la extradición sin que previamente en México lo enjuiciaran y lo condenara y después ya podíamos hablar de la extradición.

“Yo había sugerido dos instrumentos jurídicos: jueces con un centro de detención provisional binacional en la frontera; como el narcotráfico es un delito continuo, que pudieran enfrentar los jueces de allá y de acá y de Colombia con vistas a una legislación supranacional; y la otra vía, de esa manera se eliminaba la extradición”.

-¿Estados Unidos lo presionó a usted como procurador por la extradición de algunos capos?.

-No, realmente a mí no me presionaron más que por los tres personajes políticos mencionados por la DEA en el caso Camarena: Bartlett, Alvarez del Castillo y el general Arévalo Gardoqui.

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