Escribía el maestro Jorge Ibargüengoitia alguna vez, en el marco de la Reforma Agraria:
Consiste en que no todos los campesinos querían ser ejidatarios: esto no tiene nada de asombroso, no toda la gente quiere ser independiente. Al contrario, la mayoría no quiere serlo. De los treinta medieros que teníamos sólo siete pidieron ejidos.
Cuando Andrés Manuel López Obrador (AMLO) estaba en campaña para ser presidente de México, muchos le preguntaban de dónde sacaría todos los recursos para cumplir con sus programas de apoyos económicos que prometía a la sociedad. Hoy ya vemos cuál es una de las respuestas: Petróleos Mexicanos.
Lo que va de 2019, Pemex ha marcado la agenda de nuestro país, y de entre todas las acciones del Gobierno Federal en torno a tan importante paraestatal, existe una que parece incuestionablemente positiva: el ofrecer al menos 2 mil puestos como chofer de pipa en dicha empresa. Sin embargo, para algunos medios y personas en las redes sociales esta medida pareció casi ofensiva, al ponderar que estos empleos tendrán un salario de 29 mil pesos al mes, más prestaciones, ingreso mucho mayor al que tienen gran porcentaje de los profesionistas en México.
Como siempre, llegamos al momento de preguntarnos y reflexionar algunas cuestiones: ¿en nuestro país toda la gente que goza de buenos ingresos tiene educación superior?, ¿el grado escolar debería limitar la calidad de vida?, ¿desde cuándo nos metieron la idea de que tener un grado académico significa, perse, el derecho a tener más que un campesino o un obrero que, incluso, podría tener un empleo de mayor esfuerzo físico que alguien con estudios?
En 2016, El Financiero publicó un reportaje en el que se afirmaba que “según franeleros entrevistados en calles de la capital, sus ingresos mensuales van de 24 mil a 30 mil pesos mensuales, lo que representa un ingreso diario de entre mil 200 y mil 500 pesos, por 5 días laborales”, es decir, sólo por poner el ejemplo de los famosos cuidacoches de la capital, siempre han existido empleos donde no se requiere ninguna instrucción profesional, pero que son ventanas de oportunidades que alguien aprovecha y de eso vive.
Luego entonces, ¿por qué molestarnos de esta situación, sólo porque ahora quien ofrece el empleo es el Estado? Manejar una pipa repleta de combustible en México ya es un trabajo de alto riesgo por dos simples razones: la primera, porque en cualquier momento puede explotar y el conductor pone su vida en peligro; la segunda, porque en estos tiempos, la gasolina en nuestro país parece más valiosa que el oro mismo y cualquiera que conduzca un vehículo repleto de combustible se expone a secuestros, robos, e incluso a caer en el vicio de la corrupción, por lo que lo más sano es que tenga un salario competitivo.
En 1932, el entonces presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosvelt, implementó el sistema de economía estatal diseñado por John Maynard Keynes, que requería una mayor intervención del Gobierno Federal en las finanzas públicas para sacar a EE.UU. de la crisis de 1929. Una de las bases del llamado keynesianismo, fue justo impulsar obras públicas para dar empleos a las clases bajas y que así éstas tuviesen ingresos para gastarlos en el mercado y a su vez, las empresas registraran ganancias para seguir su producción al tiempo que daban trabajo: sencillo, el ciclo del capitalismo en movimiento.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en su informe Panorama de la Educación 2017, sólo el 17 por ciento de los jóvenes de entre 25 a 64 años cursaron el nivel de estudios superior en 2016, el más bajo de la OCDE. ¿Quiere decir entonces que, el 83 por ciento restante, si sólo nos guiásemos por el grado de escolaridad, estaría siempre hundido en la pobreza, pese a esforzarse por tener una buena calidad de vida?
Con el carente sistema educativo y los pocos espacios para estudiar una licenciatura en México, muchas personas han buscado en el comercio informal o en el autoempleo un modo de subsistencia que a la larga les trajo mayores beneficios que si hubiesen tenido estudios profesionales; en un país como el nuestro, el que quiere dinero siempre tendrá una salida y no forzosamente ilícita: nadie en nuestra nación limita a una persona con carrera para que emprenda un negocio millonario, sólo que, requiere esfuerzo y no todos están dispuestos a ello.
Volvemos entonces a las palabras del maestro Ibargüengoitia:
no toda la gente quiere ser independiente. Al contrario, la mayoría no quiere serlo.
Es decir, gran parte de los profesionistas se encuentra más cómodos en la dependencia del salario que les da una empresa, del crédito que les da un banco o de lo que les oferta un patrón por sus servicios y por eso, al no buscar emprender e incluso al no preguntarle a su jefe: “¿oiga, por qué yo no gano 29 mil pesos mensuales como los choferes de Pemex si creo que lo valgo?”, prefieren ofenderse en el clásico ejemplo de los cangrejos japoneses comparados con mexicanos dentro de una cubeta: mientras los asiáticos se ayudarán a salir, los nuestros impedirán que siquiera uno alcance la libertad.
Me gusta la escena de una persona que durante años ha debido mantener a su familia con lo mínimo y que ante la oportunidad de ganar 29 mil pesos al mes como chofer, pese a no contar con estudios profesionales, pueda mostrarle a sus seres queridos un nivel de vida nunca antes visto, en verdad, disfruto de imaginarlo, porque, aunque yo tuviese equis número de títulos universitarios o posgrados, jamás manejaría una pipa cargada con combustible, y si a otro le va bien en esa lícita actividad, no es en detrimento de mi éxito o proporcional a mi fracaso. Es más, en días pasados, cuando se presentó la micro crisis de desabasto de combustible en la Ciudad de México, miles de licenciados, maestros y doctores que fueron a hacer fila a las gasolineras dependieron más de un chofer de pipa que viceversa.
Entonces, la pregunta: ¿Debe ganar un chofer de Pemex más que un profesionista? La respuesta debería ser: ambos merecen un salario competitivo con respecto a nuestra economía, porque eso le hace bien al propio mercado, pero que un conductor de Petróleos Mexicanos tenga un ingreso digno, no debe ofender a las personas con estudios, más bien, ponerlos en perspectiva de por qué no están ganando esas cantidades si es lo que quieren.