La última vez que el mundo puso tanta atención en Gerard Way, él era el cantante principal de una de las bandas más representativas del género emo pop, tan sonado en la primera década del 2000. Hoy, con el impulso global de Netflix, el músico y también escritor estadounidense vuelve a colocarse bajo los reflectores gracias a la adaptación televisiva de su cómic The Umbrella Academy.
Gerard Way apareció en los escenarios en 2002, cuando la banda que lideraba con su voz, My Chemical Romance, lanzó su álbum debut, titulado I Brought You My Bullets, You Brought Me Your Love. Tras los éxitos del sencillo Helena (2005) y del disco The Black Parade (2006), y de escándalos como el de la muerte de una joven británica cuyo suicidio fue asociado con el grupo por el periódico The Sun, My Chemical Romance se alejó de la escena musical en 2013, después de la publicación de su último material discográfico, Danger Days: The True Lives of the Fabulous Killjoys.
Este año, la música de Way resurgió para acompañar la serie de la cual también es productor ejecutivo. Con un soundtrack plagado de clásicos y de arriesgadas adaptaciones como la de A Hazy Shade of Winter, interpretada por Gerard y Ray Toro, otro de los antiguos integrantes de My Chemical Romance, The Umbrella Academy estrenó este 15 de febrero en Netflix. Basada en el cómic escrito por Way y dibujado por Gabriel Bá, esta serie es protagonizada por Ellen Page, Tom Hopper y la también cantante Mary J. Blige.
The Umbrella Academy es la historia de siete superhéroes atormentados cuyo mayor obstáculo no es el inminente apocalipsis que les reúne, sino la fragmentación de sus lazos familiares. Estos personajes pertenecen a la generación millennial, un grupo de adultos jóvenes comúnmente estigmatizados por no estar dispuestos a trabajar sin un propósito, a escuchar ‘bromas’ discriminatorias o a ver pisoteados sus derechos laborales por la ilusión de un futuro que igual no va a llegar.
Nacidos todos el primero de octubre de 1989, a través de un proceso misterioso que no parece haber involucrado sexo ni haber tomado más de un día de gestación, los siete fueron adoptados por el excéntrico millonario Sir Reginald Hargreeves, quien integró con ellos un pequeño ejército extraordinario cuyo objetivo sería salvar al mundo del mal. The Umbrella Academy, como se llamó el equipo, terminó por separarse a causa de la disciplina rígida impuesta por el mentor.
Esta serie no va sobre los años de gloria de los superhéroes ni sobre las maravillas que habrían logrado siendo adolescentes, cuando integraban un equipo al estilo Avengers o The Justice League. The Umbrella Academy surge precisamente para darle un nuevo giro a las historias sobre hombres y mujeres con habilidades extraordinarias. Mientras Marvel y DC han contado por lo general ficciones de personajes llenos de cualidades cuyos conflictos internos son apenas mínimas flaquezas comparadas con las neurosis de los seres humanos de carne y hueso (a excepción de grandes superhéroes perturbados como Jessica Jones y The Punisher), esta historia, lanzada como historieta en 2007 por Dark Horse Comics, pretende ahondar en temas más universales.
“Los personajes de Marvel tienen muchos conflictos y problemas”, ha declarado Way en entrevista con The New York Times, “pero yo quería darles problemas más profundos y complejos”. Es así que estos superhéroes tienen que lidiar con los nudos causados por la irresuelta relación de amor-odio con su padre y con los espíritus que los llevan atormentando desde la infancia. En un género dominado por personajes cuyos problemas son no encarnar al heredero digno del trono de un planeta, como Thor, o no saber balancear los límites entre el hacer el bien y amar a una patria, como Captain America, es bastante refrescante encontrarnos con héroes que se mantienen drogados para no ver fantasmas o que dependen de ansiolíticos para evitar reconocer sus poderes y seguir creyendo así que son personas ordinarias.
The Umbrella Academy es una historia sobre el fin del mundo, sobre uno que puede evitarse si la noción del yo se hace un poco a un lado en favor de la noción de la comunidad. Es también una historia sobre los daños irreparables que, a veces sin notarlo, se ejercen durante la crianza de los hijos y sobre la responsabilidad que toman estos, al crecer, de sanar sus propias heridas sin ir por la vida culpando de todos los tropiezos a los padres. Personalidades queer e irreverentes, temperamentos fuertes y sensibles, un soundtrack curado con maestría y la dosis precisa de escenas de acción, son los elementos que The Umbrella Academy ofrece a una generación que nació en el mismo año que estos superhéroes y que comparte con ellos las mismas carencias y deseos, el idealismo y el mismo sentido de desorientación frente a un mundo en llamas.