Textos y Contextos. América Latina y la preocupante vuelta al Siglo XX   

Cuando en octubre de 2015, Mauricio Macri ganaba las elecciones presidenciales en argentina con un proyecto abiertamente neoliberal, todos en América Latina debimos preguntarnos qué era lo que estaba pasando. Tres años más tarde, en otro octubre pero de 2018, Jair Bolsonaro se apodera de la presidencia en Brasil, con un proyecto racista, homofóbico, dictatorial, y entonces todos en el continente tendríamos que reflexionar qué diablos sucede… De Donald Trump no hay porqué decir nada, en el norte siempre han pensado muy distinto.

Tres años más tarde, en otro octubre pero de 2018, Jair Bolsonaro se apodera de la presidencia en Brasil, con un proyecto racista, homofóbico, dictatorial, y entonces todos en el continente tendríamos que reflexionar qué diablos sucede… De Donald Trump no hay porqué decir nada, en el norte siempre han pensado muy distinto.

¿Pero en el sur, nuestro sur? ¿Qué está pasando, por qué se derrumban los proyectos progresistas de América Latina, cómo es que después de un Rafael Correa en Ecuador, que elevó la economía, los derechos sociales, la dignidad de las causas indígenas, el país terminó por ser gobernado por Lenin Moreno, un sirviente más de los Estados Unidos que hace unos días entregó al imperio, como si fuera un pedazo de carne, a Julian Assange, un sujeto que representa la lucha moderna contra la corrupción y el decadente ejercicio del poder en nuestra época.

Es aterrador, por ejemplo, ver como los Estados Unidos no se cansan, pero así, literal, no se cansan, de asediar a Cuba, una isla cuyo mayor pecado fue ser diferente al sistema mundo. Hoy Norteamérica busca aplicar la ley Helms-Burton, específicamente el controversial Título III, el cual permitiría, a partir del próximo 2 de mayo, que los cubanoestadounidenses obtengan compensaciones por los bienes expropiados desde los inicios de la Revolución Cubana, lo cual afectaría a miles de cubanos que ya en esos territorios tienen casas o administran algún negocio del Estado.

¿Y no también esto es para preguntarnos: qué diablos hace Estados Unidos imponiendo leyes en otros territorios que no le pertenecen?

Preocupa que el continente, luego de un intento progresista en el que parecía tendríamos una época dorada encabezada por Cristina Fernández, Luis Ignacio Lula da Silva, Rafael Correa, Hugo Chávez, Evo Morales, Michelle Bachelet, José Mujica entre algunos otros, se cayó de pronto justo por sus miras de grandeza.

Proyectos como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) alertaron a las grandes potencias, sobre todo a los Estados Unidos, de un intento latinoamericano por fortalecer lazos de cooperación política y económica, lo que no le gustó a una nación que siempre ha actuado con la política imperialista del “divide y vencerás”.

Norteamérica no necesitaba otra Unión Europea que le compitiera a su economía y menos justo al sur de sus fronteras, por lo que, otra vez, ahora bajo el control de Trump, recrudeció su injerencia en América Latina, territorio que descuidó algunos años por sus guerras en Medio Oriente. Tristemente tenemos que decir “otra vez”, porque desde que los países latinoamericanos han sido independientes, políticas como la Doctrina Monroe, no les han permitido administrarse del todo en forma autónoma: preocupa sí, que nombres como Bolsonaro, Macri o Moreno, sean el aviso de la vuelta a la segunda mitad del Siglo XX, cuando el continente fue un desastre de rebeliones, represiones y muertes que dejaron heridas tan profundas que aún no se han sanado, ¿o a caso en México no siguen apareciendo fosas con cuerpos enterrados desde los setentas, o las madres en Argentina, Chile y Uruguay, no siguen buscando a sus hijos desaparecidos de las dictaduras?

Y luego hay quienes dicen que Evo Morales está enfermo de poder porque lleva trece años en la presidencia, o existen quienes se quejan del Chavismo o de la Revolución Cubana, y lo hacen sin entender que, pese a bloqueos, pese a todo, esos proyectos buscan no volver al pasado, tratan de evitar justo a los Macris o a los Bolsonaros, a los conservadores neoliberales que como en el Siglo pasado, dejaron huellas terribles e imborrables.

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