La semana que pasó, la megalópolis del centro de nuestro país, que incluiría a Querétaro, Puebla, la Ciudad de México y el Estado de México, sufrió una crisis de contaminantes que nos llevaron a contingencias ambientales extraordinarias, por la existencia de partículas PM.25 en la atmósfera. Hasta donde entendimos, son contaminantes más pequeños que los de costumbre y por ende, suelen ser más dañinos.

Y claro, se frenaron las actividades del devenir cotidiano, se guardaron los autos viejos con el “Hoy no circula”, las escuelas suspendieron clases y todos nos miráramos, juzgándonos unos a otros, buscando al culpable del porqué el aire, el mundo, está destrozado.

Se culpa a los gobiernos locales, culpamos al vecino que usa el auto hasta para ir a la tienda que le queda a una cuadra, pero hemos dejado de ver al mundo industrializado que son quienes, en verdad, se están acabando la atmósfera. Según la Agencia de la ONU para los Refugiados, son precisamente los países con mayor presencia industrial quienes contaminan más el ambiente al grado de afectar el cambio climático: China, Estados Unidos, India, Rusia y Japón, son el top cinco según la Agencia.

Por otro lado, según el informe 2017 de Carbon Disclosure Project, titulado: The Carbon Majors Database, son empresas como ExxonMobil, Shell, BP, Chevron, Peabody, Total, BHP Billiton, y PetroChina, entre otras, las que generan, desde 1988, mayores cantidades de Gases de Efecto Invernadero.

Entonces uno debiera preguntarse, ¿por qué Estados Unidos, bajo el gobierno de un empresario como Donald Trump, abandonó los Acuerdos de París, que tienen como objetivo aminorar los efectos del cambio climático, sin importar la terrible emergencia que vive el mundo con la destrucción de la atmósfera? Ya de plano en China, debido a la capa gris que cubre los cielos, hay zonas donde la gente sólo puede ver el amanecer a través de pantallas: un futuro distópico, como de película futurista, nos alcanzó.

Una de las razones importantes, por ejemplo, es que el deshielo del Ártico, la zona helada del Polo Norte, se está derritiendo cada vez más a prisa debido al calentamiento global acelerado; claro, podemos pensar en miles de pingüinos y en otro tanto de osos polares famélicos, muriendo de a poco, pero países como Rusia, Estados Unidos, Canadá, China, Noruega, están prospectando las rutas comerciales, turísticas y militares que se abren gracias al deshielo.

En la actualidad, los caminos marítimos que permiten la actividad comercial entre Europa y Asia, siguen involucrando puertos en Medio Oriente o pasos por zonas tan complejas como el estrecho de Ormuz, que abarca países a Irán, Irak, Qatar y Arabia Saudita. No olvidemos también que en el camino comercial entre Europa y Asia también hay pasos importantes por la India, Turquía y otras naciones que sería mejor evitar en ese largo viaje de las mercancías: por eso tener conectividad por el Polo Norte del mundo suena seductor, y ante dicho escenario, ¿para qué frenar el acelerado calentamiento global que está quitando el hielo que estorba?

Es cierto que el cambio climático es un proceso natural de la Tierra, sin embargo, la actividad humana lo acelera; en 2012, por primera vez la superficie ártica descendió de los cuatro millones de kilómetros cuadrados, ocho veces la superficie de España. Esto también abre la posibilidad de buscar en el Ártico minerales e hidrocarburos.

En fin, la próxima vez que la contaminación nos asedie de más, sí, probablemente son los incendios forestales y también el uso desmedido que hacemos de los autos, pero no olvidemos a nuestras “amigas” las empresas transnacionales y los países industrializados, que tantos intereses parecen tener en acabar con el mundo.

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