El Secretariado del Sistema Nacional de Seguridad Pública registra que de enero a junio de este año se cometieron 488 feminicidios en el país. En primer lugar nacional se encuentra Veracruz con 98 feminicidios, el Estado de México con 42 y Puebla con 29.

Estos datos solamente contemplan los expedientes que fueron investigados como feminicidios pues no en todos los casos el delito está tipificado ni se sigue esa línea de investigación.

La gran mayoría de las víctimas son jóvenes mayores de edad, sin embargo, durante la semana pasada salió la noticia de una mujer de 70 años que fue encontrada sin vida y con símbolos de agresión sexual en el cuerpo en la colonia Iztapalapa en la Ciudad de México.

Este acontecimiento se sumó a la exigencia de justicia de grupos de mujeres en todo el país junto con los tres casos de menores de edad que denunciaron haber sido violadas por policías en la delegación Azcapotzalco, por un policía bancario en el Museo Archivo de la Fotografía en el Centro Histórico y por un hombre adulto dentro de las instalaciones de la Prepa 3 de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Este mes mujeres de todas las edades han denunciado ante ministerios públicos y redes sociales la violencia de género, también realizaron dos protestas en la capital que se replicaron en casi todos los estados del país y con ellas consiguieron entablar un diálogo con las autoridades para buscar soluciones en conjunto a esta problemática.

Pero no toda la violencia sucede en México y no todas las mexicanas son asesinadas en México. América Latina es una de las regiones con mas feminicidios. La comisión Económica para América Latina y el Caribe denunció casi tres mil crímenes cometidos contra mujeres.

En este contexto de lucha por los derechos de las mujeres y la visibilización de dichas agresiones, se cumple un año del asesinato de María Trinidad Matus, músico mexicana, en Costa Rica.

María Matus, “sirena”, como le pusieron los medios mexicanos al cubrir la noticia debido a su gusto por dichos seres fantásticos, era una chica de 25 años alegre, que vestía de colores y estampados audaces, le gustaban las fiestas y cantar.

Un mes antes de su asesinato publicó en su cuenta de FaceBook que hacía varios años un hombre al que ella consideraba su amigo y con el que tenía un proyecto de música intentó violarla. Explicó que en ese momento y por varios años no se atrevió a denunciarlo porque sentía vergüenza y miedo, además no quería que su banda se disolviera, así que calló.

Cuando escribió sobre el ataque de “su amigo” hizo énfasis en que “el acoso y la violación no es algo que se toma a la ligera” y dijo “levanto la voz por todas las mujeres que hemos sufrido acoso y para crear conciencia. Este tipo de actos no son cualquier cosa, los violadores y acosadores tienen que saber la gravedad de sus actos.”

Después, el 26 de julio subió a sus redes sociales una foto de ella con una mochila casi de su tamaño en el aeropuerto y escribió que por fin viajaría sola por el mundo. Su primera parada era Costa Rica, “pura vida”. El 5 de agosto de 2018 dos hombres la asesinaron durante el fin de semana en una playa.

Mar medía un metro con 60 centímetros aproximadamente y pesaba máximo cincuenta kilos. Pasó los últimos minutos de vida luchando con todas sus fuerzas. Le sumergieron la cabeza en el agua. Cuando el monóxido de carbono sustituyó al oxígeno en su corriente sanguínea no pudo más y respiró.

Según La fisiología del ahogamiento y manuales de primeros auxilios, respirar bajo el agua “es una especie de optimismo neurológico” donde contra todo instinto, es el último recurso que le queda al cuerpo para sobrevivir.

Después de la primera inhalación involuntaria, en la que probablemente todavía estaba consciente (como la mayoría de las personas que se ahogan), solo pudieron pasar dos cosas. Los músculos alrededor de su laringe se contrajeron para impedir que el agua pasara hacia sus pulmones causando asfixia o que ésta los llenara provocando que su corazón latiera sin ritmo y cada menos tiempo hasta la muerte.

Su cuerpo fue encontrado en la arena, sin ropa y con signos de violencia sexual.

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