La ciudad de São Paulo, en Brasil, se ha visto oscurecida por nubes de humo espeso a las tres de la tarde; desde el espacio, una mancha grisácea se puede ver en gran parte del territorio brasileño: son los 70 mil incendios forestales que destruyen la selva de la Amazonía desde hace más de una semana.

Los incendios forestales que se han presentado en Brasil en lo que va de este 2019, no tienen precedentes desde que en 2013 comenzó a monitorearlos desde el espacio. Incluso, las afectaciones son tan grandes que están impactando a otras naciones sudamericanas como Bolivia, Paraguay y Perú.

El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE, por sus siglas en portugués) ha registrado en este 2019 un aumento en los fuegos de alrededor de un 83 por ciento  en comparación con el mismo período de 2018 . Asimismo, el INPE, se reporta 72 mil 843 incendios forestales en el Amazonas, de acuerdo con datos

Algunos estados en Brasil se han declarado en emergencia por los siniestros. De igual forma, la comunidad internacional se encuentra en vilo ante esta problemática que impactaría el medio ambiente de todo el mundo.

Durante su campaña para la presidencia en 2018, Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, declaró que las amplias tierras protegidas de Brasil eran un obstáculo al crecimiento económico y prometió abrirlas a la explotación para fines comerciales, lo que no fue sorpresa para nadie, tratándose de un proyecto abiertamente neoliberal.

Durante una visita reciente a Brasil, el ministro de Cooperación y Desarrollo Económico alemán, Gerd Müller, mencionó que proteger la Amazonía es un imperativo global, especialmente debido a que tiene un papel vital en la absorción y retiro del dióxido de carbono emitido a la atmósfera; de modo que esa selva tropical es esencial en el esfuerzo por frenar el calentamiento global. Cuando hay tala, quema o derribo, ese dióxido de carbono es liberado de nuevo hacia la atmósfera. “Sin las selvas tropicales no hay cómo resolver el tema climático”, dijo Müller durante un evento en São Paulo.

Sin embargo, ante las políticas de Bolsonaro, Alemania y Noruega han puesto en duda si continuar una  ayudan de financiamiento a la protección de la selva gracias a un fondo de mil 300 millones de dólares.

Bolsonaro, llegó a sugerir que detrás de estos siniestros están Organizaciones No Gubernamentales (ONG). “Quizás, y no lo estoy afirmando, estas (personas de las ONG) están llevando a cabo acciones criminales para atraer la atención en mi contra, contra el gobierno de Brasil”, informó el medio El Financiero.

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