Más allá de todo lo que pudo englobar el 1er Informe de Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, hubo algo que desde hace muchos sexenios, podríamos decir que todos los anteriores a la ahora llamada “época neoliberal” de nuestro país, no se había tocado con tanta insistencia y seriedad, y eso es, la insistencia en el desarrollo del campo mexicano.
Es obvio que en un sistema con en el que vivimos: industrializado, sintético, de muy poca conciencia social sobre la cultura, las raíces y las tradiciones, el mundo se despreocupe por esas comunidades dedicadas a trabajar la tierra, el ganado, el agua y el cultivo; no obstante, las actividades agropecuarias de un país sostienen de forma importante la estabilidad del mismo.
El primer punto es, por supuesto, la seguridad alimentaria, es decir, la capacidad de un Estado para garantizar lo más básico a sus pobladores, que es, en efecto, la comida y el agua; sin embargo, el segundo punto es que, en una economía tan interconectada y globalizada, donde el mundo prioriza la importación y la exportación, también un campo desarrollado puede garantizar la estabilidad económica.
Hemos visto como en últimas fechas, la economía de Alemania ha sufrido fuertes caídas, reflejadas en su bolsa de valores, pero que tienen su origen en la caída de sus exportaciones. Al respecto, se puede explicar que la industria de dicho país europeo está basada en la especialización de insumos para la cadena productiva y de la transformación. Ahora que el mundo se encuentra en estancamiento e incertidumbre, por fenómenos como el conflicto entre China y Estados Unidos y el Brexit en Gran Bretaña, la producción baja y así economías que se dedican a la misma.
Sin embargo Francia, que es el país con mayor producción agrícola de la Unión Europea, con una aportación cercana al 20 por ciento de dicha actividad para el bloque económico, se presenta como una nación estable que podría incluso tomar el liderazgo en su continente para ayudar a la estabilidad económica. Precisamente, esto se debe a que dicha nación no está enfocada a las exportaciones y protege su estabilidad con su seguridad alimentaria y agropecuaria.
Por otro lado, mencionó incluso el presidente López Obrador en su Informe, se encuentra la importancia de las costumbres comunales en el campo, así como los altos valores humanos que de él emanan. En su “Socio-Psicoanálisis del Campesino Mexicano”, Erich Fromm y Michael Maccoby, estudiaron a fondo los comportamientos de esta parte de la sociedad, encontrando resultados fascinantes.
En entrevistas realizadas a diferentes campesinos de México, éstos decían a los investigadores que para su trabajo era de suma importancia el entender el amor: el amor a la tierra, a las plantas, a los árboles que son los que nos alimentan; a la familia, a la mujer, que decía uno de los entrevistados “es tu compañera de vida y de trabajo”… en fin, conceptos que en las sociedades citadinas sin duda hemos olvidado.
Así pues, en tiempos en los que se devasta la Amazonia y gobiernos como el de Jair Bolsonaro minimizan la tragedia, es de suma importancia voltear hacia el campo, su tierra, sus frutos y los valores de su gente; ese amor que tienen por el entorno y que en las ciudades hemos perdido porque de pronto ya todo es tan artificial que no nos importa desecharlo.