La Guerra Fría: dos naciones disputándose el mundo. Un mapa azul y rojo: países comunistas, países socialistas, todos los territorios del planeta tomando un color dependiendo el avance soviético o norteamericano, como en un juego de mesa. Los rojos avanzan en Oriente, en África, en América Latina: los azules interceden para frenarlos.
De pronto, en 1959 un territorio minúsculo, casi insignificante en tamaño pero trascendente por su ubicación geográfica complejiza el juego. Cuba, a unos cuantos kilómetros de los azules se vuelve rojo, y pese a intentos militares de Norteamérica por devolverlo a la “cordura”, fue uno de los países más resistentes ante el asedio capitalista.
Como una serie navideña barata, el rojo de los foquitos socialistas en el mundo se extinguía, pero pese al bloqueo económico y la propaganda imperialista, Cuba brillaba, así como algunos países que se aferraron al progresismo: Venezuela, Brasil, Argentina. El sociólogo brasileño Octavio Ianni, estudió cómo en América Latina la cultura de la violencia y la militarización fueron claves para el triunfo de los Estados Unidos: “América para los Americanos”.
Sin embargo, hoy las estrategias han cambiado. El filósofo alemán Herbert Marcuse realizó cuantiosos estudios sobre la ideología de las sociedades industrializadas, como la norteamericana. Su obra más importante: “El hombre unidimensional”, reconocida como uno de los textos más subversivos del Siglo XX, que marcó gran influencia en la nueva izquierda mundial.
En este trabajo, Marcuse expone como las sociedades dominantes buscan determinar el destino de los pueblos insertando la idea de la democracia, el pluripartidismo, y la cultura que ellos mismos proponen como una especie de libertad controlada. También se exponen planteamientos como el de la enajenación mediatizada a modo de control y supresión de la individualidad en el ser humano; la idea es: “nuestra sociedad y su modo de vida es lo mejor de todos los mundos”.
Y es entonces que en este Siglo XXI, Norteamérica ha logrado ingresar a la política de esos países aferrados al progresismo mediante golpes mediáticos y económicos, como los que sufren Venezuela y Cuba, o peor aún, con estrategias ilegales como en Brasil, donde acusan injustamente a Luiz Inácio Lula da Silva de ser un corrupto sin siquiera tener las pruebas para mantenerlo donde está: en la cárcel.
Y es precisamente que por eso en entrevista exclusiva para RT Noticias, el exmandatario brasileño indicó que a Donald Trump “fue elegido para ser presidente, pero cree que fue elegido para ser Dios”, porque Lula sabe que en su país, la mano de Steve Bannon, es asesor del propio Trump, estuvo inmiscuido en la campaña de Jair Bolsonaro, el tirano de derecha que robado un montón de victorias sociales a los brasileños.
Sin embargo, Ignacio Ramonet, periodista español encargado de la edición latinoamericana de Le Monde Diplomatique, aseguró también esta semana que América Latina vive un momento trascendental al estar en puerta las elecciones en Argentina, donde podría ganar nuevamente el kirchnerismo, y en Bolivia, país en el que Evo Morales podría seguir en el poder con un proyecto progresista plurinacional.
Pese a que en la Guerra Fría, no podemos negarlo, Estados Unidos ganó, pues insertó en gran parte del mundo su cultura, su ideología, su economía, su moda, sus políticas, sus películas, sus productos, sus cafeterías…, Ramonet siente que en América Latina, el país norteamericano ya está perdiendo la batalla.
Aunque ya ha pasado inadvertido, porque a los grandes medios seguro se les ha dado la consigna de que abandonen el tema, el caso Juan Guaidó es la viva muestra de que Estados Unidos perdió una batalla valiosa que los dejó desmoralizados: es probable que jamás Donald Trump y John Bolton, ex asesor de la Casa Blanca en tema de seguridad, imaginaron que Guaidó fallaría.
En fin, América Latina vivirá en próximas semanas momentos determinantes para su historia, en los que habrá de darle la espalda a los proyectos neoliberales que sólo trajeron desigualdad a la región… Es momento de reflexionar en que Estados Unidos, no es el mejor de los mundos.