“Todos los días son Días de Muertos”, me dijo Tinita la cocinera de Maní, Yucatán. Esta semana está preparando mukbil pollo (Pib), para recordar a sus muertos y compartir con ellos las delicias yucatecas que se ofrecen en cada una de las casas del sureste mexicano.
Tinita, acompañada de su hija Mary, dispuso como todos los años su ofrenda, dedicada a sus ancestros. En esta ocasión los brazos de la Cruz, bordados en lino en punta de cruz, fueron tejidos por la propia Tinita hace pocos meses; quizo que los brazos de la Cruz fueran muy largos y que el lino blanco nuevo, brillara para recibir a los muertos.
Todos sus hijos participan; reunidos en el patio, sólo las mujeres entran y salen de la cocina para dar forma a los platillos que compartiran entre la familia y sus ánimas, dentro de la choza de tradición maya, se escucha: “ofrezcan el puchero que en honor a los muertos hoy lo hicimos de tres carnes”.
El pollo, para el Pib, lo correteó Tinita en su tras patio hasta que lo atrapó; con sus casi 70 años a cuestas, se divierte correteando a sus pollos y guajolotes, los esquiva para que no la piquen y se acercan a ella cuando les ofrece de comer; después de la diversión la mujer escoge el animal que será utilizado para el manjar del Hanal Pixán.
Entre risas Mary, la hija mayor de Tinita, dedicada a cuidar a sus padres, cuenta todas las travesuras de su madre en el traspatio.
“Doña Lulú, mi mamá se nos escapa y cuando vemos ya está arriba de los árboles cortando limones o mangos; no se como se nos escapó y mire usted ya están aquí la hoja de platano que bajo de aquel lugar, que esta muy alto”, entonces la mujer me mostró el pequeño monticulo donde tiene los platanares.
“Mi papá -agregó Mary- sólo se ocupó de el hoyo y de colocar la leña, lo calienta bien con piedra para que aguante las dos horas que vamos a tenera dentor los Pib, aquella hojarasca servira tambien para cubrir al Pib y que se llene de olores de diferentes verdura”.
El mukbil pollo se ha preparado después de la celebración, para disfrutar de la unión familiar, que todos los días queda manifiesta cuando los hijos regresan a la casa materna a saludar a los padres.
Son más de diez pibs los que han cocinado las mujeres mayas de Mani en la casa de Tinita y es que el manajar no solo es para agradecer la buena siembra, sino para recordar que ha terminado la temporada del maíz y que habrá que guardar para el siguiente año, hasta la siguiente cosecha.
La fiesta familiar continúa en el patio, risas y más risas de todos los hijos de Tinita envuelven la humilde morada de la cocinera tradicional, que guarda el corazón del venado para su familia, cuando el cazador, tiene buena fortuna y llega a casa con un ejemplar maravilloso.
“Serán tiempos buenos y llenos de alegría me dijo Mary; la fortuna este año ha sido grande, a nuestros muertos les ofrecimos estofado de venado y un poquito del corazón que trajo mi padre”, dice Tinita.
“Así es que tranquila Doña Lulú”, me abrazaron con un gran cariño Tinita y Mary y me dijeron con voz alegre: “todo sera favorable a partir de ahora, ya vera…”.