Lula libre, Chile, el kirchnerismo, Evo y nuevas elecciones: efervescencia en América Latina

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Qué difícil para un corazón de izquierda soportar las tantas emociones en el sur de nuestro continente. Esperanza y desazón han confluido los últimos días en los que la realidad nos demuestra que el presente es un terreno complicado para las ideologías y los conceptos políticos.

Ha sido una revelación refrescante una generación de jóvenes chilenos que decidieron, abiertamente, enfrentarse contra un monstruo de tamaños mundiales como lo es el neoliberalismo. Su persistente resistencia ha logrado que incluso un sujeto autoritario y de derecha como Sebastián Piñera anunciara reformas a sus políticas, su que no convenzan del todo a la sociedad, por lo que siguen en las calles.

Pero recuperar esas palabras, esos conceptos, es importante, porque de pronto parece que cuando alguien habla de neoliberalismo, de imperialismo, de diferencias entre proletariado y burguesía, se trata de una persona que sufre de paranoias conspirativas fuera de la realidad. No hay mayor triunfo precisamente del sistema capitalista, que lograr la pérdida de la memoria, de la conciencia de clases y de la cultura política en la que todos estamos inmersos.

Eso precisamente es lo que nos han demostrado las sociedades de América Latina, porque no sólo fue Chile, también los brasileños mostraron la fuerza este viernes cuando se volvió casi que una fiesta nacional la liberación de Luiz Inácio Lula da Silva, quien pasó 580 días en la cárcel por un crimen de corrupción que nunca le comprobaron. Eso hace el monstruo neoliberal: encierra a sus opositores porque, como bien lo dijo el propio Lula, “Quisieron encarcelar una idea y las ideas no se encierran, no se matan”.

La campaña de Jair Bolsonaro, actual mandatario de Brasil, estuvo asesorada por Steve Bannon, ex asesor político de la Casa Blanca, quien también forma parte de proyectos de ultra derecha, cl. O Vox, en España. Por eso, la liberación de Lula golpea no sólo al régimen brasileño, sino a un imperialismo norteamericano que parece aferrarse, en pleno Siglo XXI, a sus más añejas doctrinas como lo son la Monroe, el Destino Manifiesto, y “El gran garrote”… Sin embargo, existen los ejemplos de Nelson Mándela, Fidel Castro, o el propio Lula: un líder social sale de la cárcel empoderado.

Junto a Brasil, la esperanza se llama Alberto Fernández, presidente electo de Argentina, quien tiene la difícil tarea de reconstruir un país que el neoliberalismo de Mauricio Macri dejó en ruinas. Los medios masivos internacionales, como Fox News o CNN, mucho critican a Venezuela, país que tiene un bloque económico que no le permite prosperar… Pero de Argentina, poco se decía hasta que la crisis llegó a niveles que requirieron declarar incluso crisis alimentaria para garantizar la nutrición de los sectores vulnerables de la sociedad: niños, ancianos, mujeres embarazadas.

Y en este escenario esperanzador, la parte negativa para la izquierda es el escollo que enfrenta el presidente de Bolivia, Evo Morales, quien debió convocar a nuevas elecciones, luego de las acusaciones de fraude en su contra. En diversas ocasiones, el aún mandatario se ha quejado del uso de las redes sociales como arma política, sobre todo, enalteciendo el racismo en un país con más del 64 por ciento de población indígena.

Y de cierto modo, tiene razón, porque no hay un Facebook boliviano, o un Twitter hispano: Las redes sociales de Internet son norteamericanas y de alguna forma marcan la agenda, incluso estándares de vida en sociedades donde no había la necesidad de un café con tu nombre en el vaso, pero que al verlo mediante la publicidad, como que se antoja, y si un gobierno no permite esos “lujos” en su país, pues habrá que quitarlo, aunque lleve más de una década de estabilidad y crecimiento económico y en los derechos sociales.

Ahí la efervescencia de una América Latina que en temporadas, a inicios de Siglo, por ejemplo, como que o intenta mirar hacia la izquierda pero hay fuerzas que no se lo quieren permitir… y cuáles serán, habría que preguntarnos: ¿la publicidad, las redes sociales, la aspiración a una vida de primer mundo llena de banalidades que a caso no podemos ni pagarnos? Herbert Marcuse, sociólogo Alemán, postuló en los sesentas que los Estados Unidos nos convencieron de que “su mundo” era el mejor de los mundos… demostremos al imperio que no le creemos.

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