A veces uno se pregunta si la gente sigue apoyando a López Obrador como siempre, como antes, como cuando llenaron el Zócalo cuando querían desaforarlo en 2005, o como cuando le robaron la presidencia en 2006 y cientos de personas hicieron un plantón en Paseo de la Reforma. Uno se lo pregunta y caminando entre las multitudes que se congregan este primero de diciembre en la Plaza de la Constitución para escuchar al ahora presidente y la respuesta es: sí, sí lo siguen apoyando.
A unas cuadras del Zócalo, sorprende un hombre, visiblemente en situación de calle, junto a su montón de botellas de plástico que ha de juntar todo el día; carga una banderita que dice “Miguel Hidalgo”, la agita y grita: “Se ve, se siente, López Obrador está presente”, sin ritmo pero con muchas ganas.
Miles de personas que caminan por la icónica calle de Madero del Centro de la Ciudad de México son la clara muestra de que el apoyo al presidente, existe. Ya llegando al Zócalo, la gente se apelmaza y aunque da un poco de nostalgia el batallar de niños y adultos mayores, la algarabía se siente en el ambiente, cuyo sonido es invadido por el “peeeeeerfume de gardenias, tieeeene tu boca…” de la Sonora Santanera, que toca en el previo del discurso del presidente.
Aunque el clásico grito de: “Es un honor estar con Obrador”, se hace presente, hay opiniones personales, como la de Adán Romero, que viene desde Córdoba, Veracruz, y asegura no ser un acarreado. “El cambio no lo puede hacer un solo hombre, es responsabilidad de todos”, afirma.
“Amigas, amigos, el cambio que estamos realizando está a la vista, en el período neoliberal se hacían leyes sin considerar el interés público, ahora las reformas a la Constitución tienen el propósito de garantizar el desarrollo del país y el bienestar del pueblo”, dice Andrés Manuel López Obrador para abrir su mensaje, dos minutos después del medio día.
Un niño, en los hombros de la que presumiblemente es su madre, grita: “Ya está hablando el presidente”. No tendrá más de cuatro años.
El mandatario enumera sus reformas, sus programas sociales, y la gente aplaude, aplaude, aplaude, y el niño, desde los hombros de aquella mujer, señala, señala, señala con el dedo y “mira, mira”, dice, al apuntar con el índice al presidente.
El sol cae como plomo sobre la espalda, sobre la cabeza, sobre miles de personas que otra vez, ahí están, escuchando a un hombre tabasqueño que lleva un año cumpliendo la que pareciera ser su más grande meta en la vida: ser presidente. En la plancha del Zócalo capitalino, anda caminando una mujer con sus sahumerios, con
hartas conchas en sus tobillos, sacando las malas vibras de la gente nomas porque sí. Su blusa es azul con flores rosas dice en l espalda: “Morena, la esperanza de México”.
Sin embargo, también hay quienes aprovechan una posición privilegiada, y como palomas en las cornisas, escuchan al presidente desde los balcones de los edificios que cercan el Zócalo capitalino como el Gran Hotel de la Ciudad de México… Hasta los fifis a los que les alcanza para una comida o una habitación en esos lugares, quieren escucharlo, que no se hagan. Unos, ahí en los balcones, incluso tienen una lona que le da la bienvenida a México a Evo Morales, presidente de Bolivia depuesto por un golpe de estado, ahora asilado político en nuestro país.
Al respecto, el presidente asegura que “Evo fue víctima de un golpe de Estado”, y es aplaudido cuando declara: “ante el mundo decimos: democracia sí, militarismo no”.
Pero, a los que no les alcanza más que para pararse bajo el sol en la plancha del corazón del país, pues: “¿A cómo la Coca?”, “A quince”, porque urge un refresco, o estirar las piernas, o cubrirse del calor con una sombrilla, incluso hasta con las lonas de apoyo al presidente. Mientras, el Jefe de Estado dice que su administración procura el “bienestar material de la población, y el bienestar del alma, bienestar espiritual”.
“Que se oiga bien y que se oiga lejos”, dice el Jefe de Estado al asegurar que la economía se ve favorecida en gran parte por los “héroes vivientes”, que son los migrantes. La gente grita, lo escucha, se ve acalorada, cansada, pero atenta a las palabras de ese que hace un año, prometió un “cambio verdadero”.
“Es un millón de veces mejor tener a los jóvenes estudiando, que en la calle, y además, la educación no es un privilegio, es un derecho humano”, dice el presidente, enumera sus programas y cifras de becas a jóvenes y se lleva los aplausos de la gente.
Sobre los recursos que se otorgan ahora directamente a los padres de familia para mejorar las escuelas del país, el presidente López Obrador menciona que sugirió a los comités que la tesorera sea una mujer, pues dice: “La mujer es más honrada que el hombre”… “¡A huevo!”, responde una doña que todos los cercanos miran entre risas.
A las 12:52 de la tarde, el presidente dice: “Les pregunto, ¿les está afectando el sol?”, y aunque la respuesta es sí, porque está tremendo, no hay ni una nube y cómo quema, la gente responde: “¡No!”, aunque la verdad es que sí, porque si no, no estarían sentados, abanicándose, bebiendo agua, refresco, jugo, tomando una nieve.
De pronto López a Obrador enardece a la multitud porque habla de la falsa vida de bienestar que se oferta en las filas del crimen organizado, la cual, según la cultura popular ofrece: “riquezas, autos de lujo, poder”… “La verdadera felicidad -dice López Obrador- es estar bien con uno mismo, con su conciencia, con el prójimo”… Entonces la gente grita: ¡Es un honor, estar con Obrador!”.
En contraste, la mención a Felipe Calderón y su guerra contra el narcotráfico, anunciada el 2 de febrero de 2007, desde Apatzingán, Michoacán, se llevó una rechifla generalizada, en clara desaprobación de dicha decisión gubernamental del pasado. “Esta absurda y desquiciada estrategia, no se repetirá”, dice el presidente López Obrador.
Al respecto, los presentes aplaudieron al mandatario las decisiones del 17 de octubre, cuando se liberó a Ovidio Guzmán, en Culiacán, Sinaloa, para, dice López Obrador, “evitar una masacre”. “Nuestros adversarios dicen que demostramos debilidad, pero vale más la vida de las personas”… La gente aplaude.
A las 13:18, el presidente dice: “Amigas y amigos, ya voy terminando (…) cuando se trata de líderes sociales, los años no van envejeciendo, se van madurando”, agradeciendo la presencia de un invitado especial: “Pepe Mujica”, expresidente de Uruguay, que se llevó las palmas generalizadas.
Andrés Manuel López Obrador asegura que ha cumplido 89 de los 100 compromisos que prometió hace un año, y pide otros 364 días para “consolidar la obra de transformación”. “En diciembre, y aquí nos vamos a volver a encontrar, de 2020, ya están establecidas las bases, para una Patria nueva, y (…) será prácticamente imposible regresar a las prácticas del oprobio que significó la época neoliberal (…) estoy seguro que en dos años los conservadores ya no podrán revertir nuestros avances (…) Decía Juárez, el triunfo de la reacción, es moralmente imposible”, sentenció el presidente.
“Tengo un ángel de la guarda que se llama pueblo, al pueblo le debo todo lo que soy, por eso los seguiré escuchando, atendiendo, sirviendo y nunca jamás lo traicionaré, gracias por la protección y el apoyo que recibo de ustedes. Yo sólo soy un dirigente, el pueblo es el gran señor, el amo, el soberano, el gobernante, el que verdaderamente manda, gobierna y transforma. No olvido y siempre recuerdo, lo que decía el presidente Benito Juárez, con tanta profundidad y sencillez: con el pueblo todo, sin el pueblo nada”… No hace falta decir que si audiencia, ante esas palabras, enloquece.
Entonces aquí bajo el sol, entre la gente y el cansancio, uno se pregunta: ¿por qué informar, informar e informar una y otra vez?
Este es su cuarto informe en un año; podemos contar el de los primeros cien días, el del primero de julio, el del primero de septiembre, que fue el constitucional, y ahora este, un informe a su primer año de gobierno. ¿Qué quiere, qué busca el presidente con tanto informe?
Para darnos respuesta, revisamos las portadas de los grandes medios empresariales de información, como el Reforma, por ejemplo, que dice: “Opaca inseguridad laaargo primer año”, así, editorializando hasta con palabras alargadas.
Es decir, Andrés Manuel López Obrador batalla contra un monstruo generador de opinión pública y lo hace convirtiéndose en un fenómeno social que congrega a decenas de miles de ciudadanos con tan sólo convocarlos en plaza pública; un youtuber de 66 años que tiene más de un millón de seguidores en sus redes sociales: él y sus informes, él y sus mañaneras contra el mundo… Tan sólo, su informe de primer año de gobierno, lo están mirando unas 40 mil personas en vivo, sólo contando los canales oficiales de redes sociales, sin tomar en cuenta todos los medios que replican el mensaje en sus cuentas.
¿Por qué venir a escucharlo bajo este sol tan abrasador, hora y media de discurso, si se puede ver a través de las redes sociales? Stephani, que viene de Tecámac dice: “Cuando yo era niña, en la primaria nos obligaban a ver el informe del presidente por la televisión; ahora nadie nos obliga, yo vengo a verlo y la gente debe escuchar la información de primera mano, para no creerle a los medios de comunicación que mienten tanto… “.