Justicia divina, puede ser; “todo cae por su propio peso”, se podría decir. Si bien, aplican muchas reflexiones, un tema que no se puede dejar inadvertido, es el hecho de que Carlos Loret de Mola habrá de declarar en el juicio de los hermanos Israel y Sergio Vallarta, involucrados en el montaje donde también detuvieron a la ciudadana francesa, Florence Cassez. 

Y es importante analizar el tema porque personajes como Carlos Loret de Mola, Joaquín López Dóriga, y otros que podrían servir de ejemplo, que se encumbraron en la cima de la popularidad gracias a su cercanía con el poder, han confundido a ya bastantes generaciones sobre la idea de cómo hacer periodismo y cuál es la tarea del comunicador. 

De pronto, revisando trayectorias, no queda claro cómo fue que varios presentadores de noticias se ganaron su lugar como para ser quienes marquen la agenda de la sociedad mexicana. A Loret de Mola, por ser el personaje que nos ocupa, no se le recuerda un trabajo de investigación importante, una entrevista memorable, algo que lo acerque, por lo menos, a esos nombres que develaron la “Casa Blanca” de Peña Nieto, la “Estafa Maestra”, entre otros muchos grandes investigadores. 

La fama del periodista mexicano se forjaba gracias al “chayote”, a dar noticias a modo del poderoso, a realizar montajes incluso para hacer quedar bien a las autoridades, como en el caso de Florence Cassez, a la desaparecida Agencia Federal de Investigación, un pésimo proyecto que dirigió, el hoy preso en Estados Unidos, Genaro García Luna. 

Cuánto daño le hicieron al periodismo esos personajes que hoy en México no sólo no existe una generación de periodistas narrativos, de investigación, éticos, profesionales que informen a la sociedad, sino que, ante la falta de presupuesto gubernamental para los medios, navegamos entre periódicos y portales que para alimentar a las audiencias publican una nota política, pero luego una nota chusca, y después un meme, más tarde una noticia falsa, que aunque no está verificada, sí atrae muchos seguidores. 

Y no, lo que pasa con Loret de Mola no es censura ni de lejos, eso lo haría un mártir que en realidad no es, no hay que comparar con los grandes. A finales del siglo XIX, el periodista mexicano Filomeno Mata, fue afectado por la intolerancia gubernamental. El Diario del Hogar, periódico combativo ante las políticas del apenas empoderado Porfirio Díaz, fue la razón por la que el potosino terminó varias veces en la cárcel.

Posteriormente, la época de la Revolución se caracterizó por la represión de las ideas; Belisario Domínguez, por ejemplo, fue víctima del acoso gubernamental por la fundación del diario El Vate, publicación contraria al gobierno de Díaz. No obstante, fue hasta 1913, cuando el chiapaneco fue asesinado por su retador discurso desde el Senado, contra el entonces presidente Victoriano Huerta.

Otro periodista en la historia de nuestro país marcado por la censura, fue el anarquista Ricardo Flores Magón, quien por hacer crítica constante contra el propio Porfirio Díaz, fue encarcelado en diversas ocasiones, además de sufrir el cierre de sus publicaciones Regeneración y El hijo del Ahuizote.

Desde la Constitución de 1824, primer Carta Magna del México independiente, se establece que el Estado debe “proteger a sus habitantes en el uso de la libertad que tienen de imprimir y publicar sus ideas políticas”. Estos preceptos, aunque con otras palabras, se mantuvieron vigentes, en las Constituciones de 1857 y 1917; empero, no han sido respetadas, ni por Porfirio Díaz, el gran autócrata mexicano, ni por el PRI, partido receptor de la estafeta dictatorial, ni por el PAN, abanderado de la “alternancia”.

Hace algunas décadas, durante administraciones priístas, otras jugadas gubernamentales de censura como el golpe al Excelsior de Julio Scherer (gracias al que nació Proceso), o el ajusticiamiento de Manuel Buendía, por su incómoda columna política Red Privada, son muestra de que las leyes no importan en un país donde las clases altas precisan la dominación de las masas.

Incluso en el propio siglo XXI, José Gutiérrez Vivó y su Monitor, sufrieron el manotazo de la censura por parte del gobierno federal panista. Vía un “boicot económico”, como el mismo comunicador explicó en su última emisión, el 29 de junio de 2007, este medio fue minado. Esto a raíz de la molestia de Vicente Fox al haber sido Monitor el espacio donde, en 2004, Andrés Manuel López Obrador se declaró aspirante a la presidencia de la República.

Hoy el caso es muy distinto. Loret de Mola, que opina de todo, esta vez no ha dicho nada. Qué sencillo es criticar la realidad pero qué difícil es cuando el comunicador se convierte en la noticia y tiene que hacer autocrítica. Ya no hay de otra: el que quiera brillar, tendrá que hacer las cosas bien… Así las cosas con Loret. 

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