Ante la investigación que lo acusa de ser un “cacique del agua” por dañar un acuífero y otras irregularidades en el estado de Yucatán, donde se encuentra la empresa Enerall, que representaba hasta asumir un cargo en la función pública, Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia, descartó este martes que vaya renunciar al cargo.
Además de descartar su renuncia, Romo, quien fue representante y fundador de la empresa acusada de daños ambientales, violaciones a los derechos humanos de sus trabajadores, entre otras anomalías, defendió el trabajo de Enerall: aseguró que ha ayudado a desarrollar el trabajo agrícola de la zona, así como a apoyar económicamente a los campesinos de Yucatán.
“Si eso no es crear riqueza, si eso no es revolucionar el campo, no es combatir la pobreza en México, ¿entonces qué es? Entonces no voy a renunciar, al contrario, estoy sumamente orgulloso con lo que hice. Ya no soy accionista, desde el 2017 o 18”, defendió el otrora empresario que, de acuerdo a la investigación, fue cercano a los ex presidentes Salinas de Gortari y Vicente Fox, pero asumió un cargo como funcionario público hasta la administración de Andrés Manuel López Obrador.
De acuerdo con el reportaje de Connectas, Aristegui Noticias, Vice, Proceso, Ruido en la Red, Univisión y el International Center of Journalism, la compañía Enerall, fundada por Romo en 2007, es investigada por destruir un pozo de agua dulce, conocido como “cenote” en la península de Yucatán, “un espacio sagrado” para las personas de origen maya.
Pese a que AMLO calificó la investigación como “varios medios que se unen en contra” de Romo como parte del enojo de los conservadores, se comprometió a que el caso será investigado por la Secretaría de Medioambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Según la investigación, los periodistas no recibieron respuestas a los cuestionarios que enviaron a Romo, al titular de la Semarnat, Víctor Toledo, y al presidente Andrés Manuel López Obrador.
