Durante el último medio siglo, han aparecido algunas enfermedades infecciosas, como la que se vive actualmente con el Covid-19, y esto tiene que ver con la destrucción de los ecosistemas y la inadecuada manera en que nos relacionarnos con el medio ambiente, por lo que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) hicieron un llamado para respetar y proteger a los animales de vida silvestre así como la conservación de sus hábitats.
El Covid-19, es una de esas “enfermedades emergentes”, que se componen no sólo de nuevas afecciones en humanos, sino también incluyen algunos de los padecimientos infecciosos más antiguos que están aumentando en virulencia o en ubicaciones geográficas, y pueden ser causadas por bacterias, virus, hongos, protozoarios o parásitos.
Además, dichas infecciones que se transmiten entre animales y humanos, también llamadas “enfermedades zoonóticas”, incluyen un mayor contacto con los reservorios microbianos de vida silvestre (animales), el cual es provocado por la destrucción de su hábitat natural.
Esto es a consecuencia del crecimiento no planificado de las poblaciones humanas; la colonización de regiones anteriormente poco habitadas; un mayor contacto con animales domésticos; mercados de animales sin regulación sanitaria; el aumento en los desplazamientos transcontinentales y la disminución en el tiempo de estos traslados; incremento de las áreas agrícolas y pecuarias; la introducción de especies exóticas invasoras, así como el tráfico indiscriminado de animales de vida silvestre.
Con respecto a la pandemia de Covid-19 que afectó tanto al mundo, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) mencionó que: “La vía de transmisión predominante de la enfermedad es de humano a humano. La información disponible actualmente sugiere que el SARS-CoV-2 surgió de un origen animal. Los datos de secuencia genética muestran que el SARS-CoV-2 es un pariente cercano de otro CoV que circula en poblaciones de murciélagos del género Rhinolophus (murciélagos de herradura)”.
Sin embargo, “hasta el momento, no se dispone de suficiente evidencia científica para identificar el origen del SARS-CoV-2 o explicar la vía de transmisión original a los humanos (que podría haber implicado un huésped intermedio). Se requieren investigaciones para encontrar la fuente, determinar cómo el virus se introdujo en la población humana y establecer el posible papel de un reservorio animal en esta enfermedad”.
Ante estas informaciones, se cree erróneamente que los murciélagos y otras especies silvestres son responsables de las enfermedades emergentes, por lo que ha llevado a matar o dispersar estas especies animales.
En este sentido el miedo que se genera hacia los murciélagos disminuye aún más sus posibilidades de supervivencia que de por sí ya estaban en peligro por las actividades humanas y sus modos de consumo. No obstante, estos animales generan beneficios no sólo a la naturaleza, sino también a la salud y bienestar de los humanos, a través de acciones como la polinización y dispersión de semillas de más de 130 plantas, entre ellas el agave, que son utilizadas para la producción de alimentos; el control de plagas agrícolas que reduce el uso de insecticidas tóxicos y disminuye los costos de producción y el daño generado al medio ambiente.