Textos y Contextos No sólo es “El King de la Furia”, un montón de contenidos están mal según la Teoría del Cultivo

En días pasados, la sociedad mexicana se indignó por las canciones de Johnny Escutia conocido como “El King de la Furia”, pues promueven la violencia contra la mujer y fomentan conductas nocivas contra las cuáles tanto han luchado precisamente movimientos sociales identificados con algunas corrientes del Feminismo.

Incluso, la Secretaría de Gobernación, a través de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), rechazó las expresiones de dicho personaje misógino e indicó que se tomarían cartas en el asunto.

No vale la pena analizar las letras de lo que el autor de las mismas entiende como música, pero sería importante tomar como ejemplo este caso para entender por qué urge replantear el uso de los medios de comunicación, más aún con la irrupción de las redes sociales al escenario de la opinión pública.

Primero, la teoría. ?George Gerbner, comunicólogo húngaro, profesor de la Universidad de Pensilvania, argumentó que la televisión se había convertido en el medio que más imágenes y mensajes había transmitido en la historia, cultivando desde la infancia predisposiciones y preferencias en los espectadores, generando un ambiente simbólico, a lo que llamó “Teoría del Cultivo”.

De esta forma, realizando estudios a partir de finales de los sesentas y parte de la segunda mitad del Siglo XX, Gerbner y su equipo determinaron que la televisión ha moldeado la forma en que la sociedad piensa y se relaciona, convirtiéndose en el eje cultural principal de nuestra sociedad.

Pero como toda teoría es moldeable a las circunstancias y a su tiempo, y aunque en efecto, las investigaciones de Gerbner y compañía trascendían el papel de la televisión, también se hablaba del efecto social de otros medios de comunicación.

Experiencia personal de la teoría. Vengo de una familia no precisamente politizada. Como en la gran mayoría de los casos en esto que llamamos México, mis padres debieron abandonar sus sueños personales para cumplir los de cuatro hijos. Por ende, ni mi madre, ni mi padre, superaron la educación básica oficial.

Aunque por fortuna inculcaron en mí un montón de valores tan importantes como la honestidad, el respeto, la cultura del esfuerzo, entre otros, llegó un momento en el que, después de mi adolescencia, no entendía el porqué de mis ideas identificadas con la izquierda, la lucha de clases y ese tipo de cuestiones casi que socialistas. “¿Cómo puedo interesarme tanto por la lucha de los derechos en África subsahariana si en mi casa nunca se han dicho las palabras ‘Nigeria’, ‘Nkrumah’, ‘apartheid’, y tantas otras?”, era la pregunta.

Entonces, haciendo uso de la teoría del cultivo que aprendí estudiando comunicación, comprendí que desde los doce años hasta entonces, todo el tiempo escuchaba reggae, ska, dance hall, y otro montón de ritmos y canciones donde personajes como Tiken Jah Fakoli, Dennis Brown, y por supuesto, Bob Marley, pasando por grupos como Panteón Rococo o The Wailing Souls, hablan de igualdad, amor por el ‘Otro’, respeto, paz, justicia… (Aclaro, ni de lejos mi pensamiento se acerca al ideal social, sólo es un ejemplo de la forma en la que se puede insertar una idea desde un medio de comunicación, en este caso la música, en un individuo, en este caso, yo).

La Teoría del Cultivo en la actualidad. Cuando a una rosa blanca se le alimenta con agua de color azul, sus pétalos se teñirán de ese color. Siempre he entendido los postulados de Gerbner de esa, forma. La pregunta es: ¿con qué clase de agua estamos regando nuestras flores?

Las investigaciones del comunicólogo húngaro hacían énfasis en la niñez y la juventud, edades tempranas donde se moldea la personalidad de lo que en el futuro, será, por seguir la metáfora, un árbol cuyos frutos, sus ideas, dependerán de ese desarrollo inicial.

De ahí la trascendencia de condenar discursos como el de Johnny Escutia, pues el acceso a sus contenidos es tan sencillo que un niño de once años puede estar moldeando su personalidad futura con ese mensaje violento contra la mujer. Pero, ¿por qué detenernos ah? Abre un rato tu Facebook, checa los contenidos de los youtubers más populares, revisa TikTok o Instagram y respóndete a la pregunta: ¿estamos cultivando bien a las nuevas generaciones?

¿Qué mensajes trae el reggaetón, los memes, las burlas a los demás hasta convertirlos en un hazmerreír viral, el consumismo exacerbado de la actualidad, el culto a ciertos estándares de “belleza”; qué beneficios traen las plataformas de Internet donde domina esa “legión de idiotas y necios” de los que hablaba el filósofo italiano, Umberto Eco? Condenar la misoginia, por supuesto, es importante, pero urge también analizar qué otras semillas hay en estas nuevas plataformas que cargamos en el celular y que son, prácticamente, las que están criando a las nuevas generaciones.

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