Encinas reitera compromiso de garantizar derecho a la memoria y justicia para las víctimas de crímenes de Estado

CDMX a 11 de junio de 2020.- A un año de la creación del Circular de Morelia el Subsecretario de Derechos humanos, población y migración de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, reiteró su compromiso de garantizar el derecho a la memoria y justicia para las víctimas.

Hace un año, en los sótanos de lo que fue la Dirección Federal de Seguridad, abrimos este sitio de Memoria como un reconocimiento a los crímenes que el Estado Cometió. Es compromiso del Gobierno de México garantizar el derecho a la memoria y la justicia”, publicó desde su cuenta de Twitter.

El director de Estrategias para la Atención de Derechos Humanos, Félix Santana, declaró que “hace un año iniciamos un largo camino hacia la reconciliación con el pasado. La pluralidad de voces, colectivos, sobrevivientes y víctimas de estos crímenes han sido el eje central para el diseño del primer esfuerzo para construir una política de justicia y memoria desde la Secretaría de Gobernación.

El edificio de Circular de Morelia ubicado en la colonia Roma Norte en la Ciudad de México, es considerado un Sitio de Memoria por ser un lugar en que se cometieron graves violaciones a derechos humanos por parte del Estado con contextos de persecución política.

La distinción se les otorga a estos sitios cuando son recuperados con el propósito de generar herramientas que permitan al Estado cumplir con sus obligaciones en materia de justicia, verdad, memoria y reparación del daño.

En 1947 a petición del presidente Miguel Alemán Valdés se creó la Dirección Federal de Seguridad como una dependencia de inteligencia, desde ese año y hasta su extinción en 1985, este espacio fue utilizado para detenciones arbitrarias, tortura, desaparición forzada y ejecuciones extrajudiciales.

Además, se interrogaba y trasladaba a personas detenidas y desaparecidas a otros lugares de reclusión legales o clandestinos. El inmueble fue la sede operativa de la Brigada Blanca en 1976 y del Grupo México en 1978, ambos cuerpos clandestinos contrainsurgentes dedicados a implementar políticas de exterminio en contra de organizaciones guerrilleras.

Los sótanos del edificio se convirtieron en un espacio público de encuentro y reflexión en el que incluso sobrevivientes de dichos delitos han guiado a cientos de visitantes.

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