La desigualdad en México no surgió con las clases a distancia

El Covid-19 le ha pegado a todo aspecto de nuestras vidas: económico, político, social, psicológico y en últimos días ha resaltado el educativo. La Secretaría de Educación Pública (SEP) decidió afrontar la imposibilidad de regresar a montones de niñas y niños a las aulas, utilizando medios masivos de comunicación para tomar sus clases a distancia.

Las medidas han sido criticadas, aplaudidas, pero sobre todo han sido individualizadas a través de los medios de comunicación masivos que sólo cuando buscan generar una opinión colectiva determinada, le ponen atención a las historias del México que durante las décadas de gobiernos priístas y panistas, negaron en sus espacios informativos.

En últimos días se han publicado un sinnúmero de notas sobre niños que deben afrontar los problemas de una desigualdad profunda que ni siquiera dejó el Covid-19, sino que se heredó de un sistema neoliberal. Una muestra en el rubro educativo fue el programa Enciclomedia, que arrancó en el sexenio de Vicente Fox (2000-2006), tuvo un costo de 23 mil 498 millones de pesos y fue un rotundo fracaso. Hubo equipo que llegó a escuelas indígenas y no se pudo usar porque ni siquiera tenían enchufes eléctricos en sus instalaciones.

Julio Santaella, presidente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), durante la presentación de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Enigh) 2018, declaró: “Ya sabemos que nuestro país es uno de amplias desigualdades”, y detalló que actualmente el 10 por ciento de los hogares donde hay más rezago en el país perciben un ingreso trimestral de 9 mil 113 pesos, es decir 101 pesos por día. Del otro lado, entre el 10 por ciento de las familias con más ingresos, el promedio por trimestre es de 166 mil 750 pesos, mil 750 pesos diarios.

En adhesión, según un estudio de 2014 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), “en promedio cada hogar (en México) tendría, si hubiera una distribución equitativa, 900 mil pesos en activos físicos y financieros, monto que sería más que suficiente para que las personas tuvieran una vida holgada. Lamentablemente la repartición es muy desigual. Dos terceras partes de la riqueza están en manos del 10% más rico del país y el 1% de los muy ricos acaparan más de un tercio”.

Sin embargo, hoy que los niños deben tomar clases desde casa, parece que la desigualdad social es algo que surgió hace dos años, y no, las cosas no son así. En el sexenio de Vicente Fox Quesada, en los años 2000, 2001, 2002 y 2004 hubo siete trimestres en que el crecimiento económico fue negativo. Lo mismo sucedió durante el gobierno de Felipe Calderón: el PIB mexicano se desaceleró entre 2006 y 2009, año en que el crecimiento económico mexicano volvió a ser negativo (-5.3 por ciento).

Esto, por añadidura, estancó a nuestro país hasta el sexenio de Enrique Peña Nieto, cuando la economía tuvo cuatro trimestres con crecimiento negativo, en los años 2013, 2015, 2017 y 2018. Entonces llegó el Covid-19 y antes de permitirnos evaluar las políticas de la llamada 4ta Transformación, Andrés Manuel López Obrador se enfrenta a una pandemia que de ninguna forma estaba presupuestada y la cual, sin duda, le cambió su escenario prospectivo para el país.

Pero la narrativa de diferenciar a un niño con laptop en su casa, tomando clases con audífonos de marca, frente a otro que estudia en la banqueta con el Internet público de la Ciudad de México, ha sido preponderante, como si eso no sucediera ya desde hace décadas. No es un secreto, fue parte de un sistema en el cuál el que tiene mejor posición económica tendrá más posibilidades de sobresalir en el futuro.

Y a pesar de que debemos aceptar esa realidad por demás incomoda, la de niñas y niños que no tienen ni televisión o quizás ni un radio para tomar las clases de la SEP, debemos entender que son medidas emergentes que nadie hubiera imaginado antes de febrero de este año y que de haber sido atendida la disminución de la desigualdad en sexenios pasados, quizás más menores podrían acceder a la educación a distancia.

Sin embargo el colmo en un sector de la opinión pública es que, se dice, el gobierno quiere privatizar la educación básica y el primer paso es transmitir las clases por medios masivos de comunicación. Ese es el dicho de la oposición, quienes también piensan que México va directo al comunismo… En fin, el chiste se cuenta solo.

 

 

 

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