El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no se ha comprometido a reconocer los resultados de las elecciones del mes de noviembre próximo si estas no le resultaran favorable, con lo cual pone en peligro la paz social de ese país.
Asimismo, Trump ha sido explícito en su deseo de instalar un nuevo juez (una nueva jueza, según ha confirmado) en la Corte Suprema cinco semanas antes de las elecciones. Ello porque, de acuerdo a su pronóstico, la disputa electoral se resolverá a su favor en esa instancia (al igual que pasó en el año 2000 con George W. Bush), pues se inclinaría a su favor la balanza 6 a 3.
Ante esa posición, el liderazgo republicano en ambas cámaras salió a aclarar que no espera se produzcan tales extremos y sí que habrá una “transición ordenada igual que ha sucedido cada cuatro años desde 1792”. Así lo refirió el senador Dan Sullivan y el propio Senado aprobó una resolución de manera unánime en el cual reafirma el compromiso al traslado ordenado y pacífico del poder tal como se establece en la Constitución de Estados Unidos.
Por su parte, la vocera de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, le recordó al presidente: “Está en Estados Unidos de América. Es una democracia; entonces, por qué no intenta por un momento honrar su juramento a la Constitución”.
President Trump and his henchmen have threatened to not accept the results of the November election. We have a responsibility to do all we can to protect the integrity of our democracy. #ThisWeek pic.twitter.com/oIosGCb6Yo
— Nancy Pelosi (@SpeakerPelosi) September 20, 2020
Dado que Estados Unidos no tiene una autoridad federal electoral y que las elecciones presidenciales son, en realidad, 51 elecciones presidenciales (una por cada Estado, más la última en una sesión conjunta del Congreso), las declaraciones de Trump cobran mayor relevancia, pues la noche electoral se suele decidir tras “conceder” un candidato la victoria a su oponente.
En este contexto, Estados Unidos ha sido escenario de protestas contra el veredicto de inocencia para los agentes que asesinaron a la afrodescendiente Breonna Taylor. En Louisville, Kentucky, el reclamo de justicia se convirtió en castigo de las fuerzas policiales a los ciudadanos.
Con información de TeleSur.