1.- En el aparato del poder las cosas se hacían de determinada manera, casi siempre para mal, para la ley del menor esfuerzo, de detener el progreso en medio de la burocracia, de generar leyes, las más que se pudieran para frenar aperturas de negocios, de tener el acceso a la salud, a la escuela, a la cultura, deporte, lo que fuera; pero se tenía una llave que resultaba mágica, la corrupción en casi todos los niveles, tanto que fue el trajín por el que se debía transitar, más rápido o más lento, dependiendo del billete que se exhibía.
De la corrupción se decía que aceitaba los engranes de la maquinaria, y era tan del uso común que nadie se escandalizaba por el dinero que se daba para agilizar el trámite, y lo recibía la secretaria y lo sabía el mando directo, igual recibía el mando directo y el mando medio lo toleraba; el mando medio tenía su parte y el director se hacía de la vista gorda, y todos disfrutaban de ese dinero mal habido pero siempre había la justificación.
No se olvide que había cuotas para todo, se vendían plazas por dinero o favores sexuales, por ascensos, por ocupar determinado lugar, por acceder a los préstamos a los que se tenía derecho, y un largo etcétera en el que todos se beneficiaban; el perjudicado era el pueblo, cuando se estaba de este lado de la ventanilla, que cuando se pasaba del otro lado, se enrolaba, con el pretexto de que el sueldo era ínfimo, que no alcanzaba para vivir, y así era, pero el aparato sabía que con lo que les daban, hasta sobraba para cuenta bancaria, casa, auto y repartir en el orden jerárquico que corresponde lo que se iniciaba por la necesidad de que se resolviera una situación que, por lo general, los pobres, tenían que atender.
Los de arriba, con un telefonazo era suficiente, el tráfico de influencias circuló de oficina en oficina, y no se denunciaba porque se hacía lo mismo casi por todos lados.
Ese aparato anquilosado, reumático, vicioso, corrupto, necio, mañoso, es el que se tiene que sanear para articular y revolucionar, y no es tarea ni menor, ni sencilla, presentará mil argucias para sostenerse; trampeará, simulará, chillará y acusará al cambio de cerrar las oportunidades de progreso, y contará con prensa que atacará, cuando que debería analizar los casos, presentar injusticias como tales, pero igual ventilar la corrupción para sanear y agilizar el aparato y presentar un frente común por el bien de la ciudadanía.
Éste es el panorama, es el que se tiene que cambiar, que articular y que brindarse para hacer valer el cambio, para agilizar los trámites y que los servicios alcancen, cuanto antes, al mayor número para el mejor bien, para que se acelere el tránsito hacia la transformación social, no como una moda, como un momento, sino como parte de la vida cotidiana, con una mentalidad de servicio acendrado, por ideología y convicción.
2.- Por los que ya no están con nosotros por cualquiera de las causas, se está de duelo en el país, con la intención de entender cuáles fueron las causas por las cuales se llegó a esta situación que enluta hogares, deja el dolor y acrecienta las necesidades familiares.
Por ellos, nuestros muertos, debemos entender las razones para que ya nunca más llegue otra pandemia y para que un día no lejano no fallezca nadie por enfermedades curables ni ninguna víctima de la violencia en cualesquiera de los escenarios. No los olvidaremos
3.- Nunca faltan los entrometidos, y así, Silvano Aureoles, vociferando sobre elecciones de Estados Unidos, haciendo el ridículo porque nadie le hace caso, pero si pone tiro, con eso de que es del grupo de los separatistas, de los que ya se van, quiere atraer el voto de sus paisanos en la Unión Americana. En lugar de trabajar para resolver la problemática en su entidad para que nadie tenga que irse por necesidad, vive la verborrea entrometida
4.- Salir a divertirse, a juguetear, a ver a los amigos que no ha visto y que ni siquiera le son tan agradables, es jugar con fuego, a la ruleta rusa, porque sabe a la perfección que el virus está ahí, en todos lados, cerca, nos rodea, nos acecha, nos ataca, nos enferma, nos mata, y deja un profundo dolor en las familias, y si aún así insiste, bajo su cuenta y riesgo, y no sólo para usted, para los que visitará y para quienes lo esperan de regreso.