1.- Por lo visto hasta ahora, Biden será el próximo presidente de Estados Unidos; falta el trámite que debe atenderse por las demandas de Trump, dejando expuesto que el sistema de elección de ese país es más cuestionable que lo que parece, quedan mil detalles que deben desahogarse, y lo van a hacer en el aquí y ahora, pero no vendrá nada nuevo para el futuro; se sienten seguros en la oligarquía y los estadounidenses no tienen prisa por ir a algo distinto; se encuentran en un estado de confort, en donde todos sueñan con que un día serán millonarios, pues se encuentran en el país de las grandes oportunidades, lo que no han entendido es que la realidad dicta que se está en la nación en donde la droga va de un lado para otro, el alcohol igual, y la pobreza es más cotidiana que lo que se piensa; los cinturones de personas de calle abundan; la mendicidad es otra realidad, sin embargo, con todo y ello, no existe la necesidad generalizada de encontrar otros rumbos
Los movimientos sociales existen, las denuncias sobre las injusticias también, pero se ven como extravagantes y se particularizan; es decir, existe un problema, se analiza, se denuncia, se busca la solución y al encontrarla deja la impresión de que desaparece, aunque exista en otro lugar, no se concatena, se sigue idéntico camino hasta el fin; no hay hilo conductor, no se comparten todas las experiencias y, con otra, no se llega hasta el origen de dichos problemas; se tiene la idea de que se generó en forma espontánea, sin una causa que desemboque en una exigencia de la sociedad, sino de un grupo; hasta de una ciudad, pero no nacional que provoque una movilización que exija cambios.
En el caso de la discriminación sí se generalizó y, con todo, hubo y hay resistencias, los grupos del kukuxkán y los neonazis existen y han cometido crímenes de espanto; en la misma policía existen abusos que desencadenan protestas, pero pronto se apagan, no viene el contagio que obligue a hacer cambios sustanciales en la legislación, y no se ve cercano el día en el que se tenga una respuesta que obligue al cambio de legislación que proteja a las minorías en ese país que echó a Trump, pero en uno o dos periodos, otra vez elegirá a un republicano, y los demócratas son igualmente conservadores, llevan los matices, pero no hay diferencias sustanciales, y la sociedad norteamericana lo entiende; es más, lo alienta, se vive en un estado de comodidad donde la injusticia es lo que se vive todos los días, pero tiene miedo de exigir por todas las injusticias; exige por una, no por todas porque esta sociedad a la que le han arrancado la lengua y los ojos, cree que no es necesario más que lo que advierte en su cercanía; no existe altura de miras.
Biden es un parlamentario, la palabra, el diálogo, es su práctica, no los exabruptos.
Desde 1973 hasta el 2009 fue senador, y luego vinieron ocho años de vicepresidente, es decir, ha estado en los cargos legislativos y ejecutivos, lo que le da un gran panorama de entendimiento de las cosas al interior y al exterior del país, pero no variará en sustancia a su antecesor; será más cuidadoso en sus declaraciones, en sus relaciones con los países se hablará, pero no permitirá la autodeterminación de los pueblos que quieren forjar su propia historia, no irá al bulto, es decir, no habrá burdos Guaidó y Agnes, pero no los va a dejar irse por la libre porque no es un presidente progresista, y –con el deseo de que pueda equivocarme- no es de pensamiento de justicia social que permita la llegada del cambio sustancial de entendimiento pleno con el mundo; querrá conservar la hegemonía al precio que sea; no se tentará el corazón; utilizará métodos más sutiles, pero no por ello serán menos agresivos, y si la violencia es necesaria, la puede emplear ipso facto.
Para con nuestro país, de entrada nuestro presidente habla, como lo hacen los líderes prudentes, primero ver los resultados oficiales, y luego, “somos amigos”, y Andrés Manuel sabrá navegar por el puerto seguro y que beneficie más al país.
Si a Trump le arrancó elogios, en el caso del parlamentario y ahora presidente (con todo y que falten detalles) el trato debe ser en los términos de civilidad y de respeto, sin provocaciones, pero no será fácil.
2.- Si Rosario Robles pensaba irse a casa para pasar la Navidad, se equivoca, hay nuevas denuncias que tendrán su proceso y deberá permanecer en prisión en razón de la justicia porque no se habla de la falta de mil millones, como en el caso de Chepina, sino que es más y las consecuencias que tuvo su proceder perjudicaron a muchos de los más necesitados y se tiene que pagar.
El caso de Rosario Robles es una pena, porque pudo estar en el otro lado de la moneda, pero se dejó llevar por el canto de las sirenas y ahí tiene las consecuencias.
3.- Tabasco debe tener soluciones de fondo para que no vuelva nunca más a inundarse ni una calle, ni una casa y que ninguna familia pierda un peso que le costó ganarlo.
Los anteriores gobiernos llegaban, se tomaban la foto y se iban y al siguiente año se daban nuevamente las inundaciones. Andrés Manuel está buscando las soluciones de fondo. Las condiciones de sus paisanos van a ser distintas con el tiempo, será más temprano que tarde, y sin necesidad del burdo FONDEN, un fondo que ahí estaba, pero no se atendieron los casos de Tabasco, ni los de los sismos del 17, pero sí fueron un gran negocio para los sátrapas que todavía tienen sus personeros en el Congreso de la Unión.
Andrés Manuel sabe que la gran transformación del país empieza con acciones que se ligarán, y lo de Tabasco es relevante; sacar adelante a su estado natal es prioridad nacional.
4.- Los carroñeros se frotan las manos para cuando se llegue al millón de contagios y para el día en que se tengan 100 mil muertos. Esa prensa, esos personeros de la derecha no se cansan de comer carroña.
Por desgracia, la irresponsabilidad en algunos sectores les darán los números para su noticia.