En medio de las crisis entreveradas por las que atraviesa Estados Unidos y que muestran su decadencia imperial -la crisis económica, la crisis de salud pública con la pandemia del COVID-19, la crisis social y la crisis política-, se realizó ayer la toma de posesión de terciopelo del nuevo presidente, el demócrata Joe Biden.
Atrás quedaron las imágenes del asalto al capitolio por la turba trumpista del seis de enero y la nueva normalidad en la pandemia se mostró en una ciudad militarizada con el festejo nocturno en el cual participaron varios artistas y personas en una trasmisión televisiva desde distintos lugares del país, de costa a costa.
De inmediato, el nuevo Presidente, se puso a trabajar y emitió 17 órdenes ejecutivas para empezar a desfacer los últimos entuertos que dejó Trump y atender a una pandemia en la que se registran más de 400 000 estadounidenses muertos, empezando por el uso del cubrebocas en las oficinas gubernamentales. Así anunció el retorno de Estados Unidos a la Organización Mundial de la Salud y al Acuerdo de París sobre el cambio climático, la cancelación del oleoducto de Keystone a Alaska y una ampliación de la moratoria en el pago de alquileres, hipotecas y deudas estudiantiles. De mayor trascendencia para nuestro país están la cancelación de la construcción del muro fronterizo y una perspectiva positiva para los jóvenes dreamers para su naturalización.
Desde luego es muy importante el estilo personal de gobernar, del que hablaba Daniel Cosío Villegas. Biden es un político con larga carrera parlamentaria en el capitolio, miembro de ese grupo al que Trump quería destruir desde que llegó a la casa blanca en Washington. Aquí me permito recordar un meme que circuló ampliamente por las redes: “Trump llegó al poder por el WhatsApp, gobernó por Twitter y perdió por correo”.
Atención principal requiere la grave crisis política de Estados Unidos con el avance de los supremacistas y racistas, la profunda división, polarización, social que deja el pasado gobierno, racismo que es una característica estructural en la formación histórica, social. económica y política, de ese país. La formación de su gabinete mostró la diversidad étnica y cultural que reconoce y en su discurso llamó a la unidad y a dejar atrás las divisiones y la “incivilidad”.
Los desafíos para la nueva administración son enormes. Las contradicciones sociales y políticas profundas. En el curso de los próximos meses y semanas veremos a las fuerzas en juego. El declive de la hegemonía estadounidense seguirá su curso en un nuevo escenario geopolítico internacional.