“Este país tiene solución. No nació para ser la mierda que es. Este país es demasiado grande”, dijo en 2017 Luiz Inácio Lula da Silva ante trabajadores rurales en la ciudad de Feira de Santa, en el estado de Bahía, de su natal Brasil, nación de la cual, ya fue presidente.
Pese a que la derecha política y empresarial de su país ha intentado desacreditar al líder del Partido del Trabajo, incluso llevándolo a prisión por el caso de supuesta corrupción denominado como “Lava Jato”, Lula sigue teniendo millones de simpatizantes.
Esta semana, luego de que las autoridades de Brasil levantaron los cargos en su contra, el ex mandatario no esperó ni un día para hablarle a sus seguidores, y fue puntual: “Ayer este virus (Covid-19) mató a casi 2 mil personas. Quiero informarles que la semana que viene me pondré la vacuna. Y voy a anunciar la vacuna. Todo el mundo tiene que tomar. Quiero pedirles: no sigan ninguna estúpida decisión del presidente de la República. Vacúnate. Este presidente dijo que el covid era una cosa ‘marica’. Eso fue un ‘pequeño agarre’… Este no puede ser el papel de un presidente de la República en un país civilizado. No sabe lo que es ser presidente”, sentenció el líder social latinoamericano”.
Y así, con otro montón de argumentos, se posicionó como un rival directo del actual presidente Jair Bolsonaro, quien en noviembre de 2020 aseguró: “Ahora todo es pandemia, tenemos que acabar con ese negocio. Lamento los muertos, lo lamento. Todos vamos a morir un día. Aquí todo el mundo va a morir. No vale la pena intentar huir de eso. Huir de la realidad. Tenemos que dejar de ser un país de maricas”, al desdeñar la peligrosidad del Covid-19.
Sin duda la pandemia será clave para que los ciudadanos brasileños decidan si les conviene la continuidad de Bolsonaro en 2022 o si prefieren virar de nuevo a la izquierda de la mano de Lula da Silva; sin embargo, los ciudadanos del Brasil no sólo podrían modificar su realidad, sino la de toda América Latina.
El desastre que significan los llamados “tarifazos” con los que el expresidente de Argentina, Mauricio Macri ha incrementado hasta en trescientos por ciento las tarifas de agua, luz, transporte y electricidad, fueron un duro golpe para la clase media de su país, quienes al parecer ya recordaron lo que es vivir bajo los estándares neoliberales, por lo que decidieron dar el poder a la izquierda, representada por Alberto Fernández.
Los movimientos sociales que sacudieron Chile, Colombia y Ecuador en 2019, también nos muestran un hartazgo regional ante el sistema económico que se implementó en América Latina tras las dictaduras de los setentas; incluso, los jóvenes chilenos iniciaron el proceso para deshacerse de la constitución heredada por Augusto Pinochet, uno de los más grandes neoliberalistas en la historia.
El regreso del Movimiento al Socialismo en Bolivia de la mano de Luis Arce y la posible victoria por la presidencia de Andrés Arauz en Ecuador, muestran un tablero regional volcado a la izquierda, donde el ingrediente de México y Andrés Manuel López Obrador nunca había estado presente; cuando Rafael Corre, Hugo Chávez, Evo Morales, José Mujica, los Kirchner… cuando ellos, en México había un neoliberal disfrazado de charro y después una farsa llamada “guerra contra el narcotráfico”.
¿Hará alguna diferencia que México se sume al Sur? En los tiempos de Simón Bolívar, allá a inicios del Siglo XIX, se hablaba de que México, por compartir frontera con los Estados Unidos y ser un país bioceánico, podría ser el líder regional del panamericanismo: la gran región unida por la geografía, la cultura, el lenguaje y la reciente emancipación de Europa; sin embargo, una teoría fue que a los dirigentes de la Gran Colombia les generó dudas el hecho de darle tanto poder a una sola nación, poder que al final se quedaron en los Estados Unidos.
Hoy que diez naciones acaparan las vacunas para combatir el Covid-19, habría que pensar en esfuerzos regionales, progresistas, distintos a lo estipulado por el Consenso de Washington, que no sólo incluyan a la izquierda de América Latina, sino también al Caribe, desde donde la potencia médica de Cuba podría venirles bien a millones de personas que, según la Organización de las Naciones Unidas, serán las más afectadas por la pandemia.
El presidente López Obrador se lo dijo a Joe Biden en la reunión virtual que sostuvieron el primero de marzo pasado: “nuestra unión es estratégica ante el crecimiento de otras regiones del mundo”; pues bien, lo mismo sucede con esta segunda oleada de izquierda que se presenta en América Latina este Siglo XXI.