Tras una década de conflicto en Siria, con cientos de miles de civiles muertos, millones de heridos y más de la mitad de la población obligada a abandonar sus hogares, más de trece millones de personas necesitarán ayuda humanitaria para sobrevivir este año, denunció este martes el Secretario General de la ONU en una conferencia ministerial en apoyo del país árabe y de la región, celebrada este martes en Bruselas, Bélgica.
En su participación virtual en ese foro, António Guterres destacó que esa cifra representa un aumento de más del 20% respecto al año anterior, que la mayoría de los sirios se enfrentan al hambre y que otros 10,5 millones de personas, entre los que se incluye a refugiados y quienes los acogen, precisan de ayuda en toda la región.
A esta delicada coyuntura añade el colapso de la economía del país árabe y los efectos de la pandemia del coronavirus, que han empeorado todavía más la situación.
“Casi la mitad de las familias han perdido su fuente de ingresos. Nueve de cada diez sirios viven en la pobreza. Para muchos, la ayuda humanitaria y la protección que aportan las agencias de la ONU y nuestros socios humanitarios es la única fuente de supervivencia”, subrayó.
Guterres recordó que los trabajadores humanitarios entregan mensualmente ayuda de emergencia a 7,6 millones de sirios. Esta labor supone operaciones transfronterizas, un escenario que “solo es posible gracias al extraordinario compromiso y resistencia de los trabajadores humanitarios y sanitarios de primera línea”.
Estos trabajadores forman un colectivo que ha sufrido en primera persona los horrores del conflicto, ya que miles de ellos han sido asesinados, mutilados, detenidos o secuestrados.
“Tras una década de guerra, muchos sirios han perdido la confianza en que la comunidad internacional pueda ayudarles a forjar un camino consensuado para salir del conflicto. Yo estoy convencido de que todavía podemos, en conjuntocon las partes sirias”, declaró con optimismo.
El conflicto está en fase latente, pero puede reiniciarse en cualquier momento
Por su parte, el enviado especial de la ONU para Siria, Geir O. Pedersen, informó que desde el pasado mes de junio la situación sobre el terreno es de “calma relativa”, con unos frentes de combate estabilizados desde hace más de un año.
“Pero no nos dejemos engañar por esta calma. En un contexto de grandes tensiones militares y en el que se producen continuos brotes de violencia, donde se sigue atacando a civiles y hospitales y en el que cinco ejércitos extranjeros operan muy cerca unos de otros, las llamas pueden encenderse de nuevo en cualquier momento”, advirtió.
Por ello, enfatizó la necesidad de avanzar hacia el alto el fuego de ámbito nacional que solicita la resolución 2254 del Consejo de Seguridad. Es “más urgente que nunca”, recalcó.