Muy a pesar de que aún falta la mitad del camino para el 2024, los opinadores siguen perfilando sus análisis respecto a la suspensiva elección presidencial del 2024, es el caso de Javier Solórzano, que en su columna de hoy para LA RAZÓN: El 24 depende solo de morena, deja en claro que muy a pesar de los “trompicones” del gobierno, éste tiene un “apoyo manifiesto” y esto de verdad que ya es un avance pues no les queda de otra a los detractores del gobierno, que aceptarlo pues además de que AMLO está revestido de legitimidad, el apoyo al movimiento de la Cuarta Transformación y su partido Morena se hace sentir en las urnas; como posiblemente lo hará para las próximas elecciones estatales donde estarán en disputa dos Estados en suma priistas, Hidalgo y Coahuila en los que sí las encuestas no fallan, Morena se alzará con la victoria sólo le queda a ese partido perfilar en sus candidaturas a los más aptos y probos para agenciarse el triunfo casi absoluto y que desde luego esto abriría la puerta para la disputa de la “Joya de la corona” el Estado de México, que tendrá comicios para elegir a su gobernador(a) en el 2023, donde seguramente terminará con los más de 90 años de gobiernos priistas y del llamado grupo Atlacomulco.
Solórzano considera que la única variable para que Morena fuera derrotado, al estilo PRI, tendría que ser por medio de una división interna, y puede que no se equivoque, porque Morena, sí bien tiene una tradición en defensa de la democracia, anticorrupción, y demás temas en su agenda de cambio; aspira a ser el partido de la Cuarta Transformación, como en su momento el PNR aspiro a ser el partido de la Revolución Mexicana, quizá la tarea pendiente sea más bien aprender de las lecciones de la historia, pues sí bien el PNR, PRM, PRI tuvieron una transformación de principios e ideales que partieron de una agenda de izquierda tan revolucionaria en su origen y terminó diluyéndose en el más infame neoliberalismo depredador que este país haya visto.
Durante al menos las tres décadas de neoliberalismo del PRIAN, se optó por la desmemoria y frivolización de los acontecimientos históricos, para muestra un botón; el 2010 año del Bicentenario de la independencia que fue encabezado por Felipe Calderón será recordado por la Estela de Luz o Estela de Corrupción, dirían los más duchos o también por la gigantesca estatua de un mexicano, que emulaba más bien una escultura dedicada general huertista que combatió a Pancho Villa en Torreón, el extinto Benjamín Argumedo y como esas hay muchas, pero tocó que en este año 2021 se volviera a conmemorar un Bicentenario en este caso el de la Consumación de la Independencia en el AMLO puso en su justa dimensión al militar realista Agustín de Iturbide dejando claro que se trató de un Realista muy ventajoso, que sin tantos miramientos y en el momento más propicio le urgió ponerse la diadema del Imperio, mientras Guerrero y los otros liberales insurgentes marcharon atrás del Ejercito Trigarante y que ni la acta de independencia firmaron pues no los dejaron. En otras palabras, el gobierno de la 4T puso a cada uno con su cada cual.
Al también conductor del Canal Once le parece que este gobierno se ha metido con el imaginario de la colectividad, pues ese pasado tiene un (“…peso en la historia reciente del país que no hay forma alguna de poder evaluarle y valorarlo…”), pero ¿Por qué esa deducción?, podríamos preguntarle a Javier Solórzano; será porque más bien se está reivindicando la memoria histórica tan desbalagada durante la etapa más fiera de la globalidad y el neoliberalismo, aunque se puede comprender ya que a los globalistas no les agradan mucho palabras como, historia patria, nación, identidad nacional etc. En fin, ese sí es un cambio y la 4T abandera con mucho recelo.
Regresemos por un momento con el Bicentenario de la consumación de la independencia, ¿qué hubiera pasado sí se hubieran cambiado los papeles? Y AMLO hubiera festejado el Bicentenario del 2010, y Calderón esté del 2021; muy seguramente el primero hubiera sido apoteótico, y el segundo, se estaría pensando en erigir un monumento enorme para el Emperador Agustín I de México, en fin, esas sólo son especulaciones. Lo que no es especulación es que para Solorzano el gobierno y su estrategia de “victimización” le ha dado muy buenos resultados, que para el lector crítico se podría traducir que lo que Solórzano trata de decirnos es que el gobierno ahora nos controla con asumir el papel histórico de víctimas, haciéndonos un pueblo inerme viviendo del “pasado”.
Por lo pronto podemos decir sin cortapisas que el 2024 no sólo depende de Morena, sino que será para Morena, y aunque el objetivo con el cual fue creado y con el que coincide el periodista, que fue encumbrar a López Obrador a la presidencia fue cumplido a cabalidad, ahora le tocará a la dirigencia, pero sobre todo a las bases de ese partido el no convertirlo en un nuevo PRI y repetir lastimosamente la historia.