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Y la luz se hizo… Y a la luz salieron los enchufes privatizadores

La política económica de la cuarta transformación tiene tres ejes estratégicos paralelos a la lucha contra la corrupción y el despilfarro faraónico de las administraciones anteriores: la lucha contra la desigualdad en la distribución y apropiación de la riqueza; la recuperación estratégica de la soberanía energética con el rescate de Pemex y de la CFE; y un desarrollo regional que atiende al sureste, la región socialmente olvidada del país, a pesar de que ha proporcionado parte sustancial del petróleo y de la energía eléctrica.

Durante el neoliberalismo, encabezado por Salinas de Gortari, a Pemex se le desmanteló, se le abandonó con un endeudamiento creciente y sin mantenimiento a sus instalaciones y actividades en la exploración y explotación del petróleo y en la casi chatarrización de sus refinerías. Y con la mal llamada reforma energética de Peña Nieto se abrió paso a una descarada entrega al capital extranjero.

La contrarreforma en el sector eléctrico se inicia con Salinas que declara que el servicio eléctrico no es un servicio público; continúa con Zedillo que crea la figura de productos independiente de energía, de autoabastecimiento y cogeneración, contra el monopolio púbico, y abre paso a la participación del capital extranjero en la generación eléctrica; continúa con los intentos de Calderón en 2008 de reforma eléctrica que son frenados en el senado y llevó a cabo el cierre fulminante de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro que deja sin trabajo a 44 000 trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) que se oponía a la privatización; y culmina con la reforma entreguista de Peña Nieto en 2013.

La reforma de Peña Nieto, resume Víctor Rodríguez Padilla, “consistió esencialmente en: a) reducir el alcance del servicio público, b) desintegrar vertical y horizontalmente la cadena de suministro, y c) introducir la competencia en la generación y comercialización, así como conservar para el Estado la operación de las líneas de transmisión y distribución, el despacho eléctrico y la operación del mercado mayorista.” Y se crearon los órganos autónomos en el ramo para garantizar el interés privado. El costo de esta irracionalidad privatizadora es enorme, pues adicionalmente se dan tantas canonjías por años y años al capital privado, nacional y extranjero, que comprometieron la estabilidad financiera de la CFE: su objetivo destruirla y prácticamente desaparecerla a corto plazo.

La energía es un recurso estratégico de la nación, sin gasolina no tenemos transporte, transporte de personas, de mercancías, de insumos y productos industriales, de alimentos; sin energía no hay producción ni comercialización, no podría realizarse ninguna actividad económica; sin la energía eléctrica los hogares no tendríamos luz, luz para trabajar y estudiar en casa, luz para el refrigerador que guarda la comida, luz para el descanso con lectura, música o televisión.

La lucha popular por el rescate de nuestros recursos energéticos cruza el siglo XX, con la expropiación petrolera decretada por Lázaro Cárdenas y la nacionalización de la energía eléctrica con Adolfo López Mateos que estableció en el artículo 27 constitucional que Corresponde exclusivamente a la Nación generar, conducir, transformar, distribuir y abastecer energía eléctrica que tenga por objeto la prestación de servicio público. En esta materia no se otorgarán concesiones a los particulares y la nación aprovechará los bienes y recursos naturales que se requieran para dichos fines”. Y advirtió que podrían volver a presentarse los intereses traidores a la patria para entregar nuestros recursos al extranjero.

La irracionalidad y la avaricia de los grandes capitales en el sector energético se exhibe, una vez más, en España, en donde las mismas empresas a las que se entregó parte de nuestros recursos energéticos, eléctricos, como Iberdrola, no sólo proporcionan un mal servicio, sino que en las últimas semanas han multiplicado cinco, seis veces, el costo de la energía.

Hoy, las fuerzas populares en nuestro país tienen que volver a estar presente en defensa de la soberanía nacional, en el rescate de la electricidad nacional y de la CFE. ¡Todos al zócalo el 20 de noviembre en defensa de nuestra soberanía y por el rescate de la electricidad nacional!

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