Todas las intervenciones de mantenimiento, conservación y restauración —mayores, especiales o periódicas— han sido avaladas, según la obra, por las coordinaciones nacionales de Conservación del Patrimonio Cultural y de Monumentos Históricos, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) o por el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (CENCROPAM) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).
Entre los trabajos emprendidos en este periodo, destacan los realizados a la fachada principal de Palacio Nacional (PN), revestida con piedra de chiluca y tezontle, que muestra en su parte inferior y media un estilo barroco sobrio de los siglos XVII y XVIII, y en su parte superior, construida entre 1926 y 1928, el estilo llamado neocolonial. Para recuperar su aspecto natural, en 2021, se procedió a la limpieza fisicoquímica de 642 metros cuadrados de elementos pétreos dañados con pintura y contaminantes ambientales, así como la aplicación de recubrimiento de protección a base de argamasa de cal, arena y pigmentos naturales. Desde hace 18 años, la fachada no había sido intervenida con labores de limpieza profunda.
Como parte de estas obras también se atendieron cinco portones de las fachadas de Palacio Nacional. Esos trabajos consistieron en limpieza mecánica y fisicoquímica; asentado, resane y protección de maderas con aplicación de capas de cera de abeja, aceite de cedro, resina dammar y trementina; ajuste de sistemas de apertura y restitución de chapetones de bronce, tratamiento de metales; reintegración de molduras faltantes, y ajuste de las puertas peatonales.
Otra intervención mayor fue la realizada en la Escalera monumental del Patio Central, principal acceso a los murales de Diego Rivera, que con el tiempo resultó afectada en sus peldaños por el paso continuo de visitantes y trabajadores. Para restablecer su integridad y belleza se realizaron trabajos de limpieza mecánica y química de los elementos arquitectónicos; se hizo el rejunteo de sillares de los muros, columnas, arcos, peldaños y descansos, y la aplicación de pátinas para reintegrar cromáticamente las tonalidades de la cantera. No hay registro de acciones de conservación y mantenimiento de esta escalera en años pasados.
La Campana de Dolores es uno de los objetos históricos de mayor relevancia del episodio de la Independencia de México. Fue trasladada a la Ciudad de México y colocada en Palacio Nacional en 1896, año en que fue tocada por primera vez para la conmemoración del Grito; según testimonios recogidos antes de su traslado, es la que hizo tocar el cura Miguel Hidalgo el 16 de septiembre de 1810, pesa aproximadamente 750 kg y tiene un contrapeso de madera de mezquite.
Al modificarse la fachada de Palacio Nacional, en 1926, fue construido un nicho que tiene labrados los rayos del sol libertario, dos atlantes con rasgos de niños indígenas sostienen el también conocido como Esquilón de San José. Esta pieza, fundamental de Palacio Nacional, es sometida a procesos periódicos de limpieza y mantenimiento especializado, al igual que los tres balcones de la fachada principal, de gran importancia social y política, pues visibilizan a los ocupantes de Palacio ante la plaza pública; y desde estos se presiden los desfiles o ceremonias cívicas y tienen la particularidad de abarcar toda la fachada, distinguiéndose especialmente el balcón central y los que están sobre las puertas de Honor y Mariana, tanto por ser más amplios como por la elegancia de sus balaustres.
En el interior de Palacio los patios y corredores han sido y continúan siendo espacios para actos de gobierno y visitantes. Entre estos destaca el Patio Central, donde se ubica la fuente de Pegaso. A principios de los años setenta, durante las reparaciones y reformas que se llevaron a cabo en Palacio Nacional, el arquitecto e historiador Manuel González Galván propuso hacer una fuente que tuviera las proporciones adecuadas al Patio Central, y que estuviera adornada con la figura de Pegaso, pues se sabía que durante el siglo XVII había existido una fuente semejante. La forma una pila o brocal de mármol de traza octagonal, con tazones y derrames de bronce, rematados con la figura de Pegaso, que fue realizada por el maestro escultor Humberto Peraza, y colocada en 1973. La criatura mítica alude a los valores del arte, las ciencias y el conocimiento que redundan en beneficio de la sociedad.
Al igual que la fuente Pegaso, la de La Piña, las ventanas arqueológicas —que muestran vestigios de las casas nuevas de Moctezuma y del primer palacio de los virreyes— y el Jardín Nezahualcóyotl —ubicado en la parte sur de Palacio Nacional— son elementos regularmente atendidos por personal de Conservaduría con labores de limpieza y mantenimiento, orientados a preservar su belleza artística y arquitectónica.
Este año, el conjunto escultórico de la artista Yvonne Domenge, colocado a un costado del Jardín Nezahualcóyotl, fue atendido con una intervención mayor para recuperar la belleza y color de las esferas monumentales —de 500 y 200 kg— hechas de acero al carbón. Cabe destacar que, desde su instalación, la obra no se había sometido a un proceso de mantenimiento especializado.
Uno de los principales atractivos de interés de turistas nacionales y extranjeros en Palacio Nacional es el mural Epopeya del pueblo mexicano, de Diego Rivera, pintado al fresco entre 1929 y 1935 en casi 275 metros cuadrados de superficie del cubo de la escalera monumental. Narra, en un tríptico, la historia de México que, de acuerdo con el pensamiento del muralista, evoluciona hacia un futuro promisorio generado por la Revolución.
Años más tarde, en 1942, la Secretaría de Hacienda invitó de nuevo a Rivera a proseguir el discurso pictórico en los muros de los corredores de la planta alta de Palacio. Pintados intermitentemente a partir de 1942, en 1951 se concluyeron 11 murales que dedicó a las culturas mesoamericanas y a la llegada de los españoles a Veracruz, y muestran las aportaciones culturales, riqueza agrícola y diversidad étnica de los pueblos originarios de México, violentamente transformados por el arribo de los conquistadores.
Tras las afectaciones por los sismos de 2020 y 2021, personal del CENCROPAM, realizó acciones de limpieza mecánica y química, consolidación de fisuras, estabilización de estratos, y reintegración cromática en los murales.
Edificado en una zona lacustre, Palacio Nacional requiere un monitoreo constante en sus estructuras. En 2020, la DGPCAP, a través de la Conservaduría de PN, supervisó el proceso de mantenimiento de los 306 pilotes de control que estabilizan al monumental complejo de edificios históricos y regulan los hundimientos diferenciales.
En los últimos dos años, la DGPCAP ha intervenido también los espacios museísticos Recinto de Homenaje a Don Benito Juárez (RHBJ) y Recinto Parlamentario. En el primero, reinaugurado el pasado 18 de julio como parte de la conmemoración del 150 aniversario luctuoso del benemérito, se realizaron trabajos en elementos arquitectónicos de los Patios Marianos contiguos y en la escalera de acceso al recinto —con la restauración de 53 escalones y 58 piezas de cantera de 4 descansos—.
También se intervinieron 106 metros lineales de barandales y pasamanos de madera de la escalera de acceso que se reforzaron con 66 elementos estructurales de acero para darles estabilidad.
El mantenimiento se extendió a los 1,050 metros cuadrados del museo e incluyó trabajos en 48 ventanas y 7 puertas; 15 rejas de hierro y 1,046 metros cuadrados de piso de madera; asimismo, se consolidaron y resanaron 60 metros lineales de fisuras y grietas en muros, se restituyeron 53 metros cuadrados de falso plafón y se aplicó pintura en 2,211 metros cuadrados de plafones y paredes. Se sustituyeron 305 metros cuadrados de tapiz diseñado especialmente para las ambientaciones y con la identidad visual del RHBJ.
Por el valor del patrimonio cultural edificado en el Recinto Parlamentario, reinaugurado el pasado 22 de agosto por el presidente Andrés Manuel López Obrador, se ejecutaron obras de renovación en la totalidad del espacio: se sustituyeron por completo la alfombra y los tapices de tela en graderías del primer y segundo nivel; se aplicó hoja de oro a molduras y elementos ornamentales en las bases de las columnas, se dio mantenimiento a los 300 metros lineales de zoclo de madera y se realizaron trabajos de conservación integral del plafón ornamental, que ocupa una superficie de 320 metros cuadrados, así como la limpieza y conservación de las placas conmemorativas que se encuentran en el acceso a visitantes.
Ambos recintos reabrieron sus puertas a los visitantes para disfrute y conocimiento de los bienes culturales en custodia y resguardo de la SHCP, espacios seguros y renovados que dan cuenta de la riqueza patrimonial e histórica de nuestro país.
Actualmente, personal de la Conservaduría continúa con las tareas de mantenimiento especializado, conservación y consolidación de fachadas exteriores e interiores de Palacio Nacional, en elementos pétreos, carpintería y herrería.