De acuerdo con la Organización Mundial del Turismo (OMT) de las Naciones Unidas, en 2020 México se ubicó como el tercer país más visitado y el décimo tercero en captación de divisas turísticas.
Asimismo, la Secretaría de Turismo del gobierno mexicano refirió que los ingresos por concepto de visitantes extranjeros -de enero a julio de 2022- fueron 16 mil 484.7 millones de dólares; es decir, 64.6 por ciento más que en 2021.
La OMT agregó que durante los primeros cinco meses de 2022 el turismo internacional a nivel global experimentó un importante repunte, con casi 250 millones de llegadas registradas; en comparación con 2021 (77 millones de enero a mayo) significa que el sector recuperó casi la mitad (46 por ciento) del nivel observado en 2019.
En entrevista, el investigador del Instituto de Geografía de la UNAM, Álvaro López López, asegura que durante largo tiempo el turismo ha sido el tercer sector económico del país por la generación de divisas, solo detrás de las exportaciones petroleras y de las remesas; representa, en promedio, ocho por ciento del producto interno bruto, aunque resulta difícil calcular esa cifra por tratarse de una actividad compleja en la que participan diversos actores como las industrias de alimentos y de la construcción, la producción agrícola o importación de productos, transporte, etcétera.
El especialista en Turismo y Planeación por la Universidad de Waterloo, Canadá, precisa que, al igual que en otras partes del mundo, el turismo internacional en México –proporcionalmente menor al nacional– descendió por la pandemia, la cual obligó al cierre de las fronteras.
Sin embargo, para los vacacionistas de otras naciones fue relativamente fácil ingresar a nuestro país por la flexibilidad en la recepción de los visitantes, lo que significó que la etapa más difícil de la emergencia sanitaria para esta actividad fuera menor en comparación con otras naciones, además de que el turismo nacional o doméstico continuó y numerosas personas se trasladaron a su segunda residencia, con familiares o a los hoteles que permitieron la estancia.
“No hubo momentos terribles, puesto que el turismo interno le dio cierto oxígeno a la infraestructura hotelera, restaurantera y de alimentos de los diversos destinos vacacionales del país. Ello se debió, en gran medida, a que la industria turística disminuyó sus tarifas para no cerrar por completo y mantener la operación de sus empresas junto con el mayor número de empleados, aunque con un bajo margen de ganancias”, acota en ocasión del Día Mundial del Turismo que se conmemora el 27 de septiembre.
“Dará la batalla”
López López recuerda que en México la vacunación contra la COVID-19 se implementó de manera masiva, lo que representó que las políticas de ingreso de los visitantes extranjeros fueran relajadas, en comparación con otras naciones. Eso generó que una cantidad importante de gente que desconfiaba para viajar a otras latitudes por temor al contagio, recuperara confianza para desplazarse hacia nuestro país y porque les resultaba más fácil el retorno.
De esa manera, la nación mexicana pasará temporalmente del séptimo lugar mundial –una buena posición– por recepción de turistas internacionales, al tercer sitio, solo detrás de Francia e Italia. Al mostrar esa tolerancia se adelantó a otros países y generó redes importantes en torno al movimiento turístico, e hizo que el sector se posicionara más rápido que en otras naciones, asevera el experto.
Sin embargo, puntualiza, México no mantendrá ese sitio por largo tiempo, porque en la medida en que las potencias tradicionales en la materia, entre ellas España, Estados Unidos, Alemania o Reino Unido, además de otras emergentes como China, Turquía, Tailandia o Rusia abran sus fronteras, es probable que descienda en el ranking de países con mayor turismo externo.
Aun así “dará la batalla” para mantenerse en un lugar importante debido a la fama actual a nivel global, de que es menos problemático viajar hacia acá.
Para el especialista universitario las alertas emitidas por el gobierno estadounidense para que su población evite visitar ciertos estados mexicanos por la situación de violencia que presentan, no influyen en la tendencia general del turismo puesto que existen otros destinos que sustituyen esos “focos rojos”. Por ejemplo, la Ciudad de México, Puerto Vallarta, Los Cabos, Cancún, Riviera Maya, Huatulco e Ixtapa Zihuatanejo, que siguen con una fuerte dinámica turística.
Actividad poco estable
Álvaro López considera que la pandemia nos da la oportunidad de repensar nuestros patrones de consumo y de vida. Durante los momentos más álgidos de la emergencia sanitaria la naturaleza tuvo una pequeña recuperación y nos mostró que también otros seres viven en las zonas turísticas, además de las personas visitantes. Ello nos brinda la posibilidad de reflexionar si queremos conservar un modelo turístico con alta afectación medioambiental, como lo hemos tenido.
“Es claro que debemos hacer un viraje hacia un turismo más responsable y que sea mucho más duradero, con menor afectación a otras formas de vida y al entorno del cual echamos mano, es como ‘estropear por anticipado nuestro futuro’, porque es el entorno que nos da la vida”, asegura el académico universitario.
En el Instituto de Geografía, prosigue, se analizan las tendencias generales del sector, las cuales están determinadas por el turismo litoral, es decir, el de playas y complejos hoteleros, así como el de las grandes áreas metropolitanas, donde se registra el grueso de viajeros.
El turismo rural o de áreas naturales protegidas es una actividad de menor impacto ambiental; en tanto, el que se realiza de forma masiva en litorales y metrópolis, cuya característica particular es el consumo depredador de múltiples recursos, tiende a mayor afectación medioambiental por contaminación auditiva, visual y de residuos, con repercusiones también en comunidades vegetales y animales.
En ese sentido, enfatiza que la pandemia demostró que somos hiperdependientes del turismo, una actividad lábil (susceptible) porque depende de que la gente quiera venir al país.
Si las personas deben abstenerse de algo, lo primero debiera ser de una necesidad secundaria como el turismo. “No dejamos de comer, tomar agua, tener un techo o vestir, pues son necesidades imprescindibles, eso hizo ver que el turismo es endeble y que esta actividad de manera masiva es altamente depredadora del medio ambiente y explotadora, no solo de la fuerza laboral, también de zonas costeras, entre otras, y eso es lo que se está estudiando”, afirma.
El universitario estima que México no debe dirigir sus políticas solo a multiplicar la entrada de visitantes para mantenerse en el tercer sitio por el número de extranjeros que recibe. Se requiere que esta actividad beneficie a las economías locales y que a la larga los efectos ambientales sean mínimos y el costo del restablecimiento de ese entorno sea menor de lo que ahora significa; debemos dirigirnos hacia políticas de turismo en áreas pequeñas, en comunidades sin una carga de depredación; es decir, una actividad turística sensible y responsable.
“También es necesario privilegiar a los grupos vulnerables de población humana, así como a las comunidades vegetales y animales del país, porque no solo los humanos ocupamos este entorno, lo que implica convivir más responsablemente con el entorno, ser mucho más críticos y no percibir como positivo el solo hecho de que está creciendo el turismo; por ahí no va el asunto”, puntualiza.
Es indispensable también hacer una revisión de las consecuencias de la expansión inmobiliaria en los litorales, en particular en la Riviera Maya, donde se observa una barrera en las interrelaciones que las especies animales tienen con el océano y la selva.
El Día Mundial del Turismo se estableció con el objetivo de concienciar a la comunidad internacional acerca del valor social, cultural, político y económico de esta actividad, además de cómo puede contribuir a lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible.