Andrés Manuel López Obrador no solamente es un mandatario que goza de la aceptación de la sociedad por su cercanía con la gente y por su hasta ahora proba honestidad, sino también, tiene la suerte de ser uno de los presidentes de México que se enfrenta a la oposición más débil de las últimas décadas: por donde se mire, del otro lado hay decadencia.

Comencemos por la oposición formal, es decir, todo ese cúmulo de exfuncionarios o políticos que forman parte de partidos como el Partido Acción Nacional, el Revolucionario Institucional o el de la Revolución Democrática. La mayoría de esos personajes, como lo señaló el propio López Obrador en su 1er Informe Constitucional de Gobierno, carecen de autoridad moral por haber vivido de la corrupción o del “chapulineo” durante la época neoliberal.

Sin embargo, más triste es el asunto cuando, por ejemplo, el ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, acusa a su compañero de partido y presidente del PRI, Alejandro Moreno, por tener al menos 16 bienes inmuebles de dudosa procedencia. ¿Cuándo en los tiempos de Echeverría o Salinas, por ejemplo, el PRI hubiera permitido que algo de esta naturaleza se hiciera público? Claro, mandaban matar a sus candidatos presidenciales o secretarios de partido, pero jamás se exponían disputas internas abiertamente. Los tiempos del partido alineado ya pasaron de moda.

Y no sólo es Ulises Ruiz acusando a Moreno por el coraje que le dio perder las elecciones internas por la presidencia del PRI contra él; en la oposición, que es triste y vacía, también se encuentra Javier Duarte acusando al expresidente Enrique Peña Nieto por haberlo usado como tapadera de su corrupción, o Rosario Robles presa, o Gerardo Ruiz Esparza siendo investigado, o Emilio Lozoya prófugo… Y la lista sigue.

Al otro lado del partidismo opositor está Acción Nacional, cuya carta fuerte parece ser Vicente Fox, y con eso el chiste se cuenta solo. Como animador de fiesta, el expresidente se apareció en el festejo de los 80 años del PAN a sugerir que había que “darle en la madre a la 4ta Transformación”.

Y entonces ahí tenemos a un exmandatario que traicionó el momento histórico y democrático de haber sacado al PRI de Los Pinos en el 2000, que regaló concesiones de banca comercial a sus amigos, que se mantuvo incluso más neoliberal que sus antecesores, y del otro lado a Felipe Calderón y Margarita Zavala, con su intento de fundar el partido “México Libre”, con lo que hasta siente uno feo de que no logran llenar sus asambleas.

Del PRD ni qué decir: Futuro 21, que encabezan personajes como “los Chuchos” o Gabriel Quadri, al parecer no tuvo el empuje que esperaban, porque ya nada se dice de dicho proyecto, ni en las marchas se aparecen, y por otro lado bastaría decir que su líder en el Senado es Miguel Ángel Mancera: no se tiene nada más que explicar sobre la pobreza de esta oposición.

Finalmente, una parte de la oposición que es respetable, obviamente, es la ciudadanía, porque claro que no todos comulgan con la llamada 4ta Transformación. Hay ciudadanos que en efecto, salen a las calles a pedir más seguridad, justicia para sus causas, o por ejemplo, a recordar días como el pasado 26 de septiembre, cuando se cumplieron cinco años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Sin embrago, nada ayudan esos pseudo opositores con capuchas que muchos llaman anarquistas y que por su conducta, por ejemplo al quemar una librería porque según ellos “leer es para burgueses”, dejan de manifiesto que ninguno de ellos sabe nada de Bakunin, Kropotkin, Proudhon o Malatesta. Al caer en el vandalismo, se da un paso atrás en el avance social.

Pero esa es la suerte de un sujeto que batalló más de la mitad de su vida para llegar a la presidencia; a López Obrador, le tocó una oposición de papel que se desprestigia sola, ya sea por su pasado, o por su presente; tal parece que Morena tiene unos buenos años hasta que surja un movimiento real, social y genuino para competirle por el poder… Porque en más de lo mismo, ya nadie creé.

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