La política transparente y humana de la 4ta Transformación; sobre los hechos de Culiacán 

He leído desde hace varias horas comentarios y más comentarios en torno a lo ocurrido en Culiacán, el pasado jueves 17 de octubre; asimismo he revisados las redes sociales y escuchado a la habitual comentocracia de este país.

Los anti AMLO han aprovechado esta coyuntura para denostar una política pública que tiene como fin dar oportunidad a los que menos han tenido, a los olvidados por el viejo sistema; a esos que nadie veía y nadie escuchaba. La política pública que propone la 4T tiene que ver con la reconstrucción del tejido social, con la reposición del orden jurídico y la restitución de la paz.

En poco menos de un año el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha avanzado, ha logrado reformar leyes, les ha quitado privilegios a los intocables a través de la investigación financiera, ha puesto a temblar a varios alfiles del crimen organizado que se disfrazaban de funcionarios de cuello blanco o de empresarios honestos; les ha ganado juicios y los ha dejado inmovilizados en materia de comunicación transparentando el quehacer gubernamental de manera diaria a las siete la mañana.

Esto no ha gustado a varios que estaban acostumbrados a la simulación y a la corrupción; para muestra un botón, los panistas asaltando la tribuna de San Lázaro, la pasada madrugada del viernes, cuando se discutía la miscelánea fiscal pidiendo la renuncia del Presidente, denostando una política que es obvio les incomoda por que es contraria a los privilegios a los que estaban acostumbrados, por que prefieren hacer creer que la violencia se soluciona solo a través de la generación de más violencia.

Lo que no son capaces de reconocer es que el jueves no hubo “levantados” como en San Fernando, Tamaulipas, en 2010, no hubo daños colaterales al estilo calderonista, no hubo ocultamiento de información, ni montajes; lo que se ponderó fue la vida de los ciudadanos, que si bien vivieron horas de angustia llegaron a sus casas a salvo.

El viernes vimos un ejercicio de transparencia, honestidad, congruencia e incluso pudimos observar a funcionarios humanos, cercanos a la sociedad, que se parecen más a nosotros que a los dioses del Olimpo, que aceptan errores y que asumen las consecuencias.

Hoy queda de manifiesto, como debió de haber sido siempre, que lo más importante es el ser humano, la vida de millones de mexicanos que todos los días trabajan de manera honesta y que desean un país tranquilo y seguro.

Hay que agradecer que se acabo el tiempo de los montajes telenovelescos de García Luna; que no hay más Murillo Karam, ni Areli Gómez, queriendo convencer a las audiencias sobre una verdad inexistente.

Preguntas, estimado lectores ¿cuándo habíamos visto a un General del Ejercito salir a dar alguna explicación? Más aún ¿cuándo habíamos visto a los secretarios de la Defensa y a la de la Marina aceptando cuestionamientos de la prensa? ¿cuándo habíamos escuchado decir nos equivocamos, nos precipitamos? Al menos yo, nunca.

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