La Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos señaló este viernes que le han llegado reportes que detallan asesinatos masivos en el poblado de Mai-Kadra, en Tigray, Etiopía, y advirtió que la violencia que tiene lugar ahí podría volverse imposible de controlar.

“Si las fuerzas nacionales y regionales de Tigray y las fuerzas del gobierno etíope continúan por ese camino, existe el riesgo de que esta situación se salga totalmente de control”, dijo Michelle Bachelet.

En una conferencia de prensa en Ginebra, el portavoz de la Oficina de la Alta Comisionada, Rupert Colville, indicó que si no se detienen los combates, se producirán “numerosas bajas y destrucción, así como el desplazamiento masivo dentro de Etiopía y más allá de sus fronteras”.

La asesora especial interina para la prevención del genocidio, Pramila Patten, por su parte, consideró muy inquietantes “el discurso de odio por motivos étnicos y religiosos, la incitación a la violencia, las detenciones arbitrarias, los asesinatos, el desplazamiento masivo y la destrucción en varias partes del país”.

De acuerdo con Patten, estos ataques motivados por razones étnicas, así como perfil de los ciudadanos aumentan el peligro de genocidio, crímenes de guerra, limpieza étnica y crímenes de lesa humanidad.

Si bien la Alta Comisionada señaló que los detalles de la presunta atrocidad denunciada por Amnistía Internacional en el suroeste de Tigray “aún no se han verificado completamente”, instó a que se lleve a cabo una investigación a fondo de lo ocurrido.

“Si se confirma que alguna de las partes cometió deliberadamente esos asesinatos de civiles, podría tratarse de un crimen de guerra”, enfatizó Bachelet.

Tras referirse a la devastadora fuerza militar usada en el conflicto, reiteró su llamado a detener los combates y “evitar que haya más atrocidades”.

Bachelet explicó que pese a que se han interrumpido las comunicaciones con Tigray y esto dificulta la evaluación de los daños, su oficina ha recopilado informes de distintas fuentes fuentes que sugieren un aumento de los ataques aéreos por parte de las fuerzas gubernamentales, así como de encarnizados enfrentamientos terrestres entre las fuerzas contrarias.

En Etiopía, el segundo país más poblado de África, se enfrenta el ejército federal contra tropas afines al Frente de Liberación Popular (FLPT), el partido nacionalista que gobierna la región norteña de Tigray.

Las tensiones entre el gobierno federal y Tigray se han intensificado en los últimos meses, pero las hostilidades recientes disparan los temores de que una guerra civil amenace la estabilidad del Cuerno de África, una de las regiones más turbulentas y estratégicas del planeta.

El pasado 4 de noviembre, Abiy Ahmed Ali anunció una ofensiva militar contra el Frente de Liberación Popular de Tigray.

El primer ministro justificó la avanzada acusando a las tropas de Tigray de atacar una base militar federal cerca de Mekele, la capital regional.

Desde entonces se han sucedido los enfrentamientos armados entre ambos bandos, con ataques aéreos ejecutados por el ejército federal.

El pasado jueves, Amnistía Internacional (AI) informó sobre una masacre producida en la noche del 9 de noviembre, cuando “decenas o probablemente cientos de personas murieron acuchilladas y a machetazos” en Mai-Kadra, en el oeste de Tigray.

AI no ha podido corroborar la autoría de la masacre pero cuenta con testimonios que señalan a fuerzas leales al FLPT tras perder una batalla ante tropas federales.

El gobierno de Abiy también culpabilizó a Tigray de los crímenes, pero desde la región negaron las acusaciones.

Con información de ONU y BBC.

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