Cuetlaxóchitl, en voz náhuatl “flor que se marchita” o “flor de piel”; aijoyó, en lengua zoque de Chiapas; gule-tiini, en zapoteco de Oaxaca, y lipa-que-pojua en el chontal veracruzano, es la emblemática flor de Nochebuena que, al domesticarla, México aportó al mundo con el nombre de flor de Navidad o flor de pascua.
La “Historia de las Plantas de Nueva España”, de Francisco Hernández, y El Códice Florentino, documentan que las flores de Nochebuena se cultivaban en jardines botánicos prehispánicos y que a Moctezuma le enviaban plantas de zonas bajas de Morelos o Guerrero. Refieren, además, que los mexicas extraían los pigmentos rojos de las brácteas para teñir textiles, y que el látex de la planta se utilizaba como medicina para curar fiebres.
Símbolo de la pureza y la vida nueva de los guerreros aztecas, este arbusto originario de México pertenece a la familia Euphorbiacea, y era utilizada por los antiguos mexicanos en celebraciones y rituales pues con ella se adornaban los altares a la madre diosa Tonantzin.
La Nochebuena es un arbusto de cuatro y hasta 10 metros de alto en zonas agrestes, cuyas pequeñas flores amarillas están custodiadas por espectaculares brácteas (hojas modificadas) rojas, aunque estas también pueden ser de color rosa, amarillas, jaspeadas o marmoleadas, e incluso blancas.
Durante la Colonización y la Evangelización, las de hojas rojas ganaron preferencia entre los religiosos que las comenzaron a utilizar para la decoración de nacimientos, atrios e iglesias en las fiestas decembrinas, y luego las transportaron a Europa en 1678.
Siglo y medio más tarde, en 1825, su belleza fue exhibida en Estados Unidos por Joel R. Poinsett, el primer embajador de ese país en México, y fue renombrada como poinsettia.
La planta conocida por la ciencia en su estado silvestre como Euphorbia pulcherrima, y cuyas poblaciones silvestres más grandes se encuentran en Guerrero, Oaxaca, Michoacán y Chiapas, es cultivada en todo el país.
La Universidad Nacional Autónoma de México informó en 2001 que Mark Olson, investigador del Instituto de Biología, ha colectado ejemplares de Nochebuenas silvestres y generó un mapa de distribución de la diversidad genética de estas poblaciones, el cual muestra que en estado silvestre Euphorbia pulcherrima crece sobre la costa del Pacífico, desde el sur de Sinaloa hasta Guatemala, y desde el centro de Guerrero hasta el sur de Morelos.
Domesticada por nuestras culturas originarias, hoy se cultivan en México cerca de 100 variedades, principalmente en los estados de Morelos, Michoacán, Puebla, Estado de México, Jalisco, Veracruz, Querétaro, Guanajuato, Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Baja California, tanto para engalanar jardines, camellones y casas, como para ser comercializadas dentro y fuera del país en la época decembrina.
Su importancia económica la evidencia el ser la flor en maceta más comercializada, pues se calcula que en el mundo cada año se colocan alrededor de 500 millones de Nochebuenas. México ocupa el lugar 14 como exportador, sobre todo a Estados Unidos y Canadá, pero también a España, Japón y Holanda, entre otros países.
Este año, pese a la pandemia de COVID-19, los floricultores mexicanos lograron una producción de 16 millones 268 mil 524 plantas, cultivadas en una superficie de 240.6 hectáreas en la Ciudad de México y los estados de Jalisco, Michoacán, México, Morelos, Oaxaca y Puebla, lo que garantiza el abasto interno, según datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
Sólo en la Ciudad de México, los campesinos de las alcaldías de Xochimilco, Tláhuac, Tlalpan y Milpa Alta sembraron 3 millones 654 mil 653 plantas de esta flor de origen mexicano en una superficie de más de 30.9 hectáreas. De la producción total, Morelos participa con seis millones 549 mil 818 plantas; Puebla, dos millones 650 mil 506; Jalisco, un millón 707 mil 639; la Ciudad de México, 858 mil 989; Michoacán, 829 mil 826, y Oaxaca, 17 mil 093.
La flor de Nochebuena es una planta domesticada por México y muestra también de nuestra vasta flora que aporta al mundo esta singular planta de enorme importancia económica, por lo que se han perfeccionado las técnicas de su cultivo, crecimiento y almacenamiento con el fin de hacer llegar estas flores a cualquier parte del mundo.