La explosión de gas metano en los gasoductos del Nord Stream, gas de efecto invernadero con impactos ambientales impredecibles, se registra en estos últimos días de septiembre en medio de la guerra entre Rusia-EU-OTAN-UCRANIA que lleva más de ocho meses y de la cual no se ve un próximo fin. Lo emitido hasta ahora es equivalente a las emisiones anuales de dos millones de autos durante un año.
Las repercusiones también serían muy graves para Europa pues provocarían una crisis energética en un invierno cada vez más próximo y en donde el precio del gas ha escalado en los últimos meses.
Se denuncia sabotaje ruso por parte de la OTAN, acciones deliberadas por la primera ministra de Dinamarca, después la reducción drástica del gas ruso hacia Europa; ataque dirigido por el gobierno alemán; o probable acto de sabotaje por la primera ministra de Suecia. Se advierte de posibles explosiones. El operador alemán de Nord Stream comunicó que “es imposible estimar los plazos del restablecimiento de la operabilidad de la infraestructura de transporte de gas”. El primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, afirmó “nos enfrentamos a un acto de sabotaje” acusando a Moscú de poner en riesgo la seguridad energética de todo el continente.
Rusia, a la vez, habla de daños deliberados y Gazprom suspendió el suministro de gas por problemas técnicos que requieren reparación de Siemens, empresa alemana, que no puede hacerlo por las sanaciones decretadas contra Rusia. Por distintos caminos las sanciones y bloqueos impuestos a Rusia le salieron un tiro por la culata a Europa.
La OTAN eleva amenazas y afirma “Cualquier ataque deliberado contra las infraestructuras críticas de los aliados se enfrentaría a una respuesta unida y decidida”.
La inflación mantiene tasas elevadas
Como hemos señalado, en estos meses otro de los impactos de la guerra fue el aumento de los precios de los energéticos, del gas y del petróleo y de los alimentos, de los granos básicos, pues Ucrania y Rusia son importantes productores de trigo y maíz en el mundo; sin embargo, esta tendencia viene de tiempo atrás; resultado de las reformas neoliberales en el mercado eléctrico. En junio la inflación en Estados Unidos alcanzó 9%, la más alta desde 1981, y, si bien hoy ronda el 8%, se mantiene su impacto en la reducción del poder adquisitivo del salario de los trabajadores. La política monetarista de la FED de Estados Unidos de aumentar las tasas de interés no controla la inflación y repercute en la contracción del crecimiento económico.
El incremento de los precios del gas, se ha multiplicado entre cuatro y seis veces en los últimos meses en Europa, repercute en tendencias recesivas y en situaciones críticas para la población para el próximo invierno, el grave “invierno de nuestro descontento”.