Con esta entrevista, realizada al activista en defensa del territorio y poeta maya, Pedro Uc Be, iniciamos una serie de publicaciones cuyo fin será abordar las diferentes posturas que existen en torno al Tren Maya, una de las obras más ponderadas por la actual administración que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
De acuerdo con la información difundida por el Gobierno Federal, “el Tren Maya es un proyecto para mejorar la calidad de vida de las personas, cuidar el ambiente y detonar el desarrollo sustentable”. Asimismo, apuntan que recorrerá “una distancia de 1,500 km y pasará por los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo”. Sin embargo, no todos piensan del mismo modo, por lo que es necesario conocer las diferentes perspectivas del proyecto y acercarlas a las audiencias.
En ese sentido Pedro Uc, quien cedió una entrevista exclusiva para A Barlovento Informa, encabeza la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíinbal, cuyo fin es proteger las tierras de los pueblos originarios de Yucatán y formar redes de comunicación y resistencia entre las comunidades. Es, además, integrante y fundador del Consejo Nacional Indígena (CNI), mientras que en el estado de Yucatán es un reconocido poeta y activista en defensa del territorio.
A su vez, se le identifica por ser un férreo opositor a los proyectos de energía renovable encabezados por megaempresas, como el parque fotovoltaico —actualmente detenido— que pretende construir la empresa Jinko Solar en las comunidades mayas de Valladolid. Muchos de estos proyectos no cuentan con los debidos estudios de impacto ambiental y fomentan la pérdida del territorio para las comunidades mayas de la Península de Yucatán.
Por su lucha, el 16 de diciembre de 2019, Pedro recibió una amenaza de muerte desde un número anónimo. Un sujeto le advirtió que lo matarían a él y su familia si no paraba con sus acciones en contra de las construcciones, financiados por empresas privadas, que invaden áreas naturales.
Desde lo jurídico, el activismo y el arte, Pedro suma más de tres décadas luchando en contra de la extinción de la cultura maya.
Pedro, para comenzar, como escritor, activista en defensa del territorio e indígena maya, ¿cuál es tu postura sobre el Tren Maya, una de las obras más importantes de la actual administración?
Mi posicionamiento en torno al Tren es que el Tren, de entrada, no es un tema que haya nacido entre los pueblos mayas. Eso, como punto de partida, significa que es un asunto ajeno a la comunidad maya, a los pueblos mayas. El problema mayor no está ahí sino en lo que significa su construcción en la Península de Yucatán, es decir, sus impactos negativos en un sentido ambiental, cultural y social.
Una de las mayores consignas en favor del Tren Maya es el supuesto valor productivo que tendría para las comunidades indígenas. ¿Qué significaría para los pueblos mayas desde lo productivo?
Desde lo productivo nosotros no nos vemos participando, ni nos vemos involucrados como actores, como protagonistas—ni como hombres, mujeres, niños, ancianos—en un proyecto como éste. No se trata de defender una costumbre tonta y sin sentido, sino que se trata de valorar lo que universalmente es valorable y reconocible para nuestra cultura. Creo que la lengua, la cultura, la producción de nuestro maíz, de nuestra milpa, de las plantas medicinales como nosotros lo hacemos y lo cuidamos, podría ser tirada a la basura por este proyecto. A esto se suma el impacto negativo para el agua y los símbolos que nosotros tenemos y que se ligan con la flora y con la fauna, así como la inseguridad que esto podría generar. Además, si no lo vemos solamente como un Tren, como quieren hacerlo ver, sino como un tema de reordenamiento territorial, resulta aún más grave, más delicado, es justamente la amenaza porque entonces lo que va a suceder es la reducción en todos los sentidos de la cultura maya y de las comunidades.
¿Cuáles serían los principales impactos ante un reordenamiento territorial de esta magnitud?
Ante un reordenamiento territorial en el que se plantea construir 15 ciudades con capacidad para 50 mil gentes, se trata de un impacto grave para el medio ambiente. En el agua, los animales, la tierra, es una amenaza, y fomentaría la inseguridad.
Por lo tanto, pensamos que vamos rumbo a la “cancunización” de toda la Península, en donde cada hora se registran hechos delictivos violentos, en donde cada día hay gente que pierde la vida. Esto es lo que también vemos que puede suceder en toda la Península frente a este reordenamiento territorial.
Ahora, desde el punto de vista cultural, nosotros nos sentimos despojados de un patrimonio cultural y nos preocupa el daño que se le va hacer al patrimonio. En ese sentido, me parece que el Tren Maya no es de ninguna manera favorable para nosotros. No le vemos ni a corto, mediano ni a largo plazo como un proyecto que se convierta en una posibilidad para mejorar nuestras formas de vivir a nivel económico, cultural y social.
En cuanto a las personas que se manifiestan a favor del Tren, ¿cuál es tu postura?
Las personas que dicen estar a favor del Tren responden a otras situaciones: unos son los que trabajan para Fonatur (Fondo Nacional de Fomento al Turismo), otros quieren buscar un acomodo político con el nuevo gobierno. Los demás son gente que no tiene la información necesaria o ha sido manipulada, conquistada por la versión oficial en donde se nos plantea un “Tren Panacea” que va a terminar con todas nuestras problemáticas y necesidades.
¿Qué te pareció la consulta que se hizo para aprobar el Tren en las comunidades?
Me parece muy grave porque no se han llevado nunca los condicionamientos que por derecho nos corresponden, es decir, estas cinco palabritas muy conocidas y muy manejadas y muy usadas y abusadas de que la consulta debe ser previa, libre, culturalmente adecuada, informada y de buena fe. Nada de esto se ha podido hacer porque parece que el Tren no es la respuesta a una pregunta de los pueblos mayas, sino que más bien es una decisión tomada independientemente de lo que los mayas piensen. Se trata de imponer. Y, bueno, para que se pueda justificar una tendencia democrática se hacen actividades que en este caso llaman “consulta”. Pero la consulta no fue tal, nunca lo fue: se hicieron reuniones con algunos representantes de los ejidos que están comprados, maiceados—como se dice en el argot político—, y que están ahí porque los corrompieron, porque los engañaron o los manipularon. La boleta además sólo hablaba de las “bondades que traería el tren” y que tendríamos que aprobarlo por la fe y no por la evidencia científica.
En ese sentido, Pedro, ¿qué piensas sobre la gente que votó a favor?
La gente que levantó la mano es una minoría, y es gente que respondió a la pregunta de “si quieren un Tren que traiga salud, educación, vivienda, trabajo”. Ante esto, cualquiera podría decir que sí, pero el problema viene cuando planteamos la pregunta de otra manera. Si le preguntamos a la gente, a las comunidades: ¿qué quieres primero?, ¿que traigamos un Tren o prefieres primero que te pongamos hospitales, vivienda y lo que te hace falta? Así la pregunta que se hace es fundamental. Respecto a todo esto, desde la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíinbal y la comunidades con las que trabajamos tenemos todo muy claro: tenemos que decir que no queremos este Tren. Nuestra postura es que este Tren se debe cancelar.
¿Cuál ha sido la respuesta de los medios de comunicación?
Hay también gente comprada y manipulada. Por ejemplo en las comunidades, a la gente que no se ha dejado al principio quisieron comprarla, manipularla, y ahora tienen amenazas. A gente en Maxcanú, Calkiní y Campeche les están tirando sus casas y están sufriendo la violencia física de la extorsión y el desalojo.
Esto en la completa oscuridad porque muchos medios que al principio tomaron el tema ahora se niegan a tomarlo y hacen como que se les nubló la vista. Yo creo que alguien del gobierno les ofreció algo mejor, y han tomado un silencio cómplice. Son ciegos ante la violencia que sufre la gente que ahora está siendo despojada. Si esto no es neoliberal, entonces que alguien me explique qué cosa es.
Para cerrar, Pedro, ¿cuáles son los mecanismos de comunicación y resistencia que siguen ante este proyecto?
Creemos que una fuerza muy poderosa, un arma muy poderosa sigue siendo algo que todos sabemos pero que se nos ha complicado manejar técnicamente, es decir, la información. Es como encontrar un arma de alto poder, que encuentras y quieres defenderte con ella y al comienzo no sabes cómo usarla. Eso nos ha pasado con la información. Lo que nosotros hacemos desde la Asamblea es darle esta información a la gente y enseñarle la técnica para manejarla. Creemos que la gente que se informa tiene la posibilidad de tomar una mejor decisión. El problema de las malas decisiones es no tener información, confundir propaganda con información. Nosotros informamos a la gente y reflexionamos con ellos para que puedan tomar decisiones.
La otra parte es la cuestión jurídica. Nosotros interpusimos alrededor de seis amparos que nos han rechazado porque dicen que no tenemos interés jurídico y legítimo frente a esto. Así, se han salido por la tangente. De todos modos vamos a seguir peleando esa parte jurídica. Finalmente, fortaleceremos nuestras alianzas con académicos para que verifiquen lo que estamos haciendo.