En la reciente edición de Para leer en libertad, Paco Ignacio Taibo II nos convocó a Humberto Musacchio, Jenaro Villamil y este tecleador a referirnos a Salinillas (vocablo del devaluado Vicente Fox). Nadie, obviamente, defendió a tal sujeto, más bien todos lo vapuleamos por sus medidas que han hecho retroceder al país en los últimos treinta años. Sin embargo, surgieron posiciones encontradas de los cuatro mencionados acerca de los recortes salariales, el despido de burócratas que cobran hace años por honorarios en contra de su voluntad y el recorte de presupuesto a los medios públicos, entre otros asuntos. Una muestra: quienes votamos por Andrés Manuel López Obrador, incluidos muchos de los asistentes al acto, no somos lo que ha motejado absurdamente la derecha como Pejezombies, sino estamos puestos a la discusión abierta y hasta encendida, como ocurrió el domingo 16 de diciembre.
El nuevo presupuesto que se aprobó en su ley de ingresos, también confrontará a muchos que estamos en la izquierda hace años pero no coincidimos con varias propuestas de este gobierno. Una de ellas, por ejemplo, el recorte a las universidades, el que ha sido visto con terror por muchos que tienen contratos por honorarios desde hace años- culpa de un neoliberalismo que no daba plazas de base hace mucho, incluidos profesores con cuatro décadas de ejercer una cátedra.
Afortunadamente, López Obrador actuó- espero- a tiempo, y dijo que lo prometido el 15 de agosto para que las instituciones de educación superior no disminuyeran sus ingresos, lo hará posible en la siguiente ley de egresos. Sumamente plausible, ya que no importando que estén presupuestadas cien universidades en el proyecto de Andrés Manuel, es necesario que las actuales tengan lo suficiente para becas, ayudantías de profesores y otras tareas esenciales para su desarrollo y ampliación de sus actividades, entre ellas la difusión de la cultura.
En un artículo más enredado que un queso de bola, el actual dirigente de la ANUIES, Jaime Valls (El Universal, 18 de diciembre), reclama lo que necesitan sus agrupados- por cierto, no firman muchas universidades como la BUAP-, pero es más una descalificación al gobierno que una declaración franca, clara de lo que se debe hacer. Contrario a los expresado por Valls, alumnos de la UNAM, UAM, IPN y otras instituciones dan la cara y señalan que incluso citarán a una manifestación el jueves 20 para reclamar una asignación de recursos correcta y necesaria (Sin Embargo, 18 de diciembre). Pero eso sí, afirman que debe hacerse una investigación a las autoridades, ya que muchas de ellas ganan más de los 108 mil pesos de López Obrador. Además, hay rectores que tienen dos o tres vehículos con chofer, gastos de comidas, restaurantes amplios en sus instalaciones y más prebendas, algo muy conocido, por no hablar de los negocios de universidades por diversos medios. Por lo tanto, autoridades universitarias, no digan que defienden a sus instituciones mientras resultan poco auditables.
Otra medida que no es bien recibida por quienes estamos en los medios públicos es la rebaja en lo que asignarán a cada uno de ellos, menos aún la posible fusión de varios. Esto porque instituciones como el IMER, Canal 22, 11 y 21, amén de Notimex, no pueden estar a la deriva y menos sin saber quienes coordinarán los trabajos que se necesitan. Afortunadamente en Radio Educación, su ex director, Antonio Tenorio Muñoz Cota, dejó amarrado el presupuesto y los ingresos hasta marzo de 2019, una muestra que el trabajo se puede hacer si hay capacidad y entrega.
En una batalla donde los medios de siempre atacan con medias verdades, mentiras abiertas y manipulaciones constantes la Cuarta Transformación, es un error que la administración federal actual no haya puesto atención a un asunto prioritario para la llamada “guerra ideológica”: la que se da en los medios. Cuestión vital para los asuntos presentes y futuros, si en realidad se desea un cambio de régimen.
Es cierto, el Presupuesto 2019 tiene el acento en cuatro ejes fundamentales: bienestar social (adultos mayores, jóvenes que no trabajan ni estudian, salud y otros asuntos), seguridad, energía e infraestructura, tan olvidada o dada a la iniciativa privada para su enriquecimiento (ver los programas carreteros en el Edomex y otras entidades), pero es necesario poner el ojo en otros rubros.
La cultura es uno de ellos, por lo tanto ya hubo protestas de Daniel Giménez Cacho, Gael García, Diego Luna, Daniel Giménez Cacho (muy puntilloso, lo cual es necesario) y más por la rebaja en algunas dependencias del sector. Lo mismo que darle un lugar prioritario a la ciencia e investigación, las cuales abrirán paso a muchos nuevos talentos, algo que ya es una realidad en el cine.
Bienvenido, desde luego, el aumento del salario mínimo de más de 88 pesos a 102.68. El alza más grande en los últimos 25 años, la cual aplaudió hasta el CCE, de Juan Pablo Castañón. Dicho salario había perdido más de 75 por ciento de su poder adquisitivo en los últimas tres décadas. Y ello traerá, afortunadamente, una reactivación de nuestro mercado interno y la mejoría en diversas áreas.
Luces y sombras, como debe ser, de este cambio de régimen que se abre paso no obstante los embates de la derecha y los priistas agazapados.