La Unión Europea (UE) y el Reino Unido lograron un acuerdo para llevar a cabo el conocido Brexit, algo que se ha buscado desde el referéndum de 2016, cuando la sociedad británica votó por abandonar a la Unión. Sin embargo, en noviembre de 2018 ya se había puesto un pacto en la mesa, que rechazó el Parlamento británico.
Luego de que en la reunión de la UE celebrada en Bruselas, Bélgica, los días 17 y 18 de octubre de anunciara un acuerdo, el siguiente escollo para el primer ministro británico, Boris Johnson, será enfrentar al Parlamento mañana sábado, donde carece de mayoría y en meses pasados incluso algunos de sus copartidarios conservadores han ido en su contra.
Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, publicó en su cuenta de Twitter: Donde hay voluntad, hay un #acuerdo: ¡tenemos uno! Es un acuerdo justo y equilibrado para la UE y el Reino Unido y es un testimonio de nuestro compromiso de encontrar soluciones. Recomiendo que #EUCO respalde este acuerdo”.
Por su parte el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, mencionó que este acuerdo evitaría que estalle cualquier conflicto latente entre Irlanda del Norte y República de Irlanda; asimismo Juncker llamó a avanzar “con rapidez” hacia el debate sobre esa vinculación futura.
Según el diario El País, este segundo acuerdo mantiene intactos los términos pactados en el anterior con el Gobierno de Theresa May en cuanto al mantenimiento de los derechos de los ciudadanos europeos en el Reino Unido, tanto para los residentes como para los que lleguen durante el período transitorio hasta finales de 2021 o 2022, y a la voluntad de Londres de saldar las cuentas pendientes con el club comunitario tras la salida, que ascienden a casi 50 mil millones de euros.
Sin embargo, se ha modificado sustancialmente el polémico protocolo sobre Irlanda, con menos garantías que lo deseado por Bruselas y Dublín, y la declaración política sobre la futura relación, que ya no dará paso a una relación privilegiada entre la UE y el Reino Unido: el futuro ex miembro de la UE pasará a ser un rival económico con el que Europa deberá competir.
En cuanto a la relación del Reino Unido con la República de Irlanda, uno de los principales escollos de las negociaciones, se intenta evitar una frontera dura en la isla de Irlanda mediante una solución que solo engloba a Irlanda del Norte. Así, este territorio formará parte de la Unión Aduanera del Reino Unido, pero deberá cumplir con las reglas del Mercado Único Europeo.
Esto significa que la frontera en la que se realizarán los controles y verificaciones (por parte de las autoridades británicas con supervisión de la UE) estará en el mar de Irlanda y no en la que separa a Irlanda del Norte de la República de Irlanda.