Cerca de cuatro mil personas se reunieron en el Ángel de la Independencia para marchar hacia el Monumento a la Revolución para protestar contra la administración de Andrés Manuel López Obrador, quien al mismo tiempo rindió un informe sobre su primer año de gobierno en el Zócalo capitalino.
Los asistentes llegaron vestidos de blanco con gorras y sombreros para protegerse del sol. La mayoría de las mujeres traían bolsas de diseñador y los hombres relojes y lentes. Aunque participaron de manera animada no inventaron consignas para gritar durante el trayecto por lo que terminaron coreando “¡México! ¡México!”, seguido de tres aplausos, como cuando juega la selección mexicana de fútbol.
A la entrada al Monumento a la Revolución dos señoras mayores gritaban “¡No soy fifí, soy mexicano!”, el resto las ignoraron mientras buscaban una sombra para sentarse.
El templete fue colocado junto a la fuente a una altura de aproximadamente tres metros de alto. La nueva oposición, integrada por personas acostumbradas a coincidir con las políticas del gobierno en turno, se enfrentaron a la poca experiencia en organizar manifestaciones:
La encargada de prensa no dejaba pasar a periodistas y camarógrafos, después y a través de un micrófono anunciaron cual sería el frente de dicho templete. La prensa se colocó hasta en frente para conseguir una buena toma de los discursos, sin embargo, cuando integrantes de la familia Le Barón por fin subieron al escenario, dirigieron sus palabras hacia las personas que se encontraban en la parte trasera del templete.
A media cuadra ya no se escuchaban los discursos, solamente la música que un grupo de jóvenes ponía mientras repasaban una coreografía. Al final cerca de 1500 de los manifestantes tomaron camino por Avenida Juárez donde se encontraron con personas que asistieron a apoyar al presidente al Zócalo. Por unos minutos mantuvieron una reta de consignas: “¡Es un honor estar con Obrador!, contra “¡Fuera López! y algunos despistados gritaron “¡Muera López!”.
Tres señoras se acercaron a un puesto de revistas, refrescos, cigarros y dulces sobre Reforma para preguntarle al vendedor si ahí podían conseguir “las entradas” para abordar el Metrobús. Como no pudieron, siguieron su camino hacia sus autos estacionados en los alrededores del Ángel.