Se habla de una nueva década perdida para Nuestra América, pues recuperar los niveles de la economía y del trabajo del año pasado llevará tiempo. La caída de este año de la producción se encuentra ya en los dos dígitos, es decir, superior al diez por ciento y la pérdida de empleo, según la OIT, es del orden de 15 millones que se suman a los 26 millones de desempleados estimados antes de la pandemia, con el consiguiente aumento de la economía informal; las horas trabajadas registran una caía de 18.3%. La caída de las exportaciones es superior: la CEPAL la estima en 23% y las importaciones del 25%, con datos superiores en la contracción en las destinadas a Estados Unidos y a China, los principales mercados de nuestras exportaciones.
La inversión extranjera también se ha desplomado un cincuenta por ciento: mientras en 2019 llegaron 164 000 millones de dólares, en este 2020 con trabajos se espera un monto de 80 mil millones. El turismo se desploma, con una pérdida de la mitad del valor de su servicio y el comercio intrarregional, de por sí débil, también sufrirá una grave contracción, cercana a la cuarta parte.
El comercio internacional no sólo registra la contracción mencionada, también se advierte inestabilidad en los precios de las materias primas, de los comodditties, con un sube y baja continuo. Hoy el petróleo y el oro registran una ligera subida al inicio de la jornada y termina perdiendo, si bien en la semana registró un aumento. Y también se registra inestabilidad en las monedas, a nivel internacional, ya que la confrontación Estados Unidos-China se advierte también en este ámbito.
En este contexto internacional, Trump, en plena campaña profundiza su ataque a diestra y siniestra: ya contra el “virus chino” con el que insiste en identificar al coronavirus; contra México que lleva el virus a su país, siendo el más afectado del planeta; o ahora contra Canadá amenazando con volver a los aranceles contra el aluminio.