Desde 1977, el 29 de noviembre de cada año, o alrededor de este día, la Organización de las Naciones Unidas conmemoran el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino. La fecha fue elegida por su importancia para el pueblo palestino.
Ese día, en 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 181, posteriormente conocida como la “resolución de la partición”, en la cual se estipulaba la creación de un “Estado judío” y un “Estado árabe” en Palestina, con Jerusalén como corpus separatum sometido a un régimen internacional especial. De los dos Estados previstos en dicha resolución, hasta el momento solo se ha creado uno: Israel. El otro, al contrario, se contrae día a día ante la indulgencia del sistema mundo.
Hace ocho años, el 29 de noviembre 2012, la Asamblea General de la ONU reconoció a Palestina como Estado observador no miembro de las Naciones Unidas en una resolución adoptada con 138 votos a favor, 41 abstenciones y 9 votos en contra.
La sorpresa que a nadie sorprende, son los votantes en contra: Estados Unidos, Israel, Canadá, Palau, Micronesia, la República Checa, Panamá, Nauru y las Islas Marshal.
En mayo de 1916, en plena Guerra Mundial, Francia e Inglaterra firmaron el tratado de Sykes-Picot para definir el grado de influencia y control de ambos países en el Medio Oriente en caso de que la Triple Entente obtuviera la victoria en contra del Imperio Otomano, lo cual sucedió.
Aunque existen antecedentes de planes que la Gran Bretaña tenía en la región, se considera que dicho Tratado dio forma a la geopolítica moderna de Medio Oriente, pues marcó las fronteras entre Irak, Siria, Irán, Cisjordania, los territorios de Palestina, entre otros varios espacios. La idea central de comenzar con estos trazos fue el pensamiento de “divide y vencerás”, pues a muchos liderazgos del Imperio Otomano se les ofrecieron Estados de corte occidental si garantizaban la derrota de sus aliados, abandonando las formas de organización que tenían antes de la inmersión occidental.
A partir de la fundación de Israel, el 14 de mayo de 1948, Palestina ha perdido más del 70 por ciento de su territorio; ha sido víctima de innumerables ataques en los que mueren niños, mujeres, civiles, y los palestinos resultan prisioneros en su propio territorio, en el cual, el Estado israelí acapara los recursos: muchos de ellos deben hacer filas para obtener apenas una cubeta de agua al día.
Intelectuales y escritores de la talla de José Saramago y Noam Chomsky, entre muchos otros, han denunciado el asedio de Israel contra la población de Palestina. Por ejemplo, el sociólogo James Petra explica que existe un “poderoso e influyente papel de los judíos pro israelíes en sectores estratégicos de la economía norteamericana, partidos políticos, el Congreso y el Poder Ejecutivo”. ¿Cómo va a luchar Palestina si tiene todo en contra?
Sobre la ocupación de este territorio, el Premio Nobel portugués de literatura, José Saramago, dijo alguna vez: “Lo que está sucediendo en Palestina constituye un crimen que podemos comparar a lo que sucedió en Auschwitz”, una comparación que levantó duras críticas, pues ponderó el papel de víctimas eternas que las élites judías han utilizado para abusar de otros pueblos después de la Segunda Guerra Mundial.
Durante décadas, han existido reuniones en busca de la paz, como las de Ozlo, Campo David, Madrid, entre otras donde participaron representantes palestinos, siendo Yasir Arafat uno de los más importantes, personajes israelíes e infaltablemente, la presencia de Estados Unidos, el gran ganador del Siglo XX y los conflictos internacionales.
Israel es una extensión del imperialismo occidental en Medio Oriente y es la. Muestra perfecta de que el colonialismo no se acaba ni aunque pase el tiempo. En 2017, Donald Trump, presidente de los Estado Unidos, decidió, desde el otro lado del mundo, que Jerusalén, es la capital de Israel, de forma totalmente arbitraria; así Palestina es una nación que no tiene voz, que lucha por ser escuchada, que existe pero no existe, que es pero no es, que importa pero ninguna nación hace nada sustancial para hacerles ver que son importantes.
En enero del 2020, Trump, sólo acompañado por la parte judía representada por el primer ministro, Benjamín Netanyahu, anunció un Plan de Paz entre Israel y Palestina: “Este es un día para que los palestinos pueden alcanzar la oportunidad de tener un estado como el que desean”, dijo el presidente de EU, quien agregó que podría tratarse de una “última oportunidad” Sí, hay quienes al parecer tienen “derecho” a dar ultimátums en asuntos que no debieran ni meterse.
Tras el anuncio, el presidente palestino Mahmoud Abbas, al que nadie tomó en cuenta para el acuerdo, calificó al plan de paz en Medio Oriente de Trump como una “conspiración” y dijo que los derechos de su pueblo “no están en venta”. “Les digo a Trump y Netanyahu: Jerusalén no está a la venta, todos nuestros derechos no están a la venta ni a cambio de una ganga. Y su acuerdo, esta conspiración, no pasará”, dijo Abbas en un discurso televisado en la ciudad de Ramala, donde tiene su sede provisional la Autoridad Nacional Palestina.
¿Por qué será que hay naciones que gritan, batallan, se levantan, claman por su derecho a existir, a ser y al final parecen tan mudos ante el concierto internacional que no pasan de ser una especie de ficción lejana en Medio Oriente; por qué otras, que son un caos de represión racista, cuyo ejército invade lo que le viene en gana, donde las elecciones las pone en duda hasta el presidente, son las que al final toman las decisiones del mundo?