El tema de las energías renovables sigue siendo uno de profunda discusión. Cada tecnología propuesta requiere de todos modos los mecanismos convencionales (dependientes de energías fósiles) a manera de respaldo para operar; primero para la elaboración de la infraestructura y segundo para reaccionar de manera inmediata en el caso (tan frecuente y cotidiano) de no contar con la presencia constante de sol y viento.
Por lo tanto, el tema de las energías renovables es más complejo, ya que con la reforma energética se pretendió que los proveedores (mucha fauna de la clase política) sólo generara la energía en donde el gobierno era obligado a comprarla con base a contratos ventajosos para los privados y no para el gobierno. Pero además, esos privados no asumían el esfuerzo complejo de la distribución, así como el mantenimiento de toda la red de infraestructura para ello.
Como ambientalista me duele mucho decir que, de acuerdo a las condiciones que dejaron gobiernos anteriores, hoy es más contaminante la producción de energía por medio de “energías renovables”.
Además, para la instalación de “parques de producción de energías renovables” se requiere intervenir y transformar principalmente espacios naturales que cuentan con una aptitud natural. Por lo tanto. ¿No resulta absurdo destruir un espacio natural con el pretexto de salvar al planeta?
Ahora, pensemos respecto al material principal para la producción de paneles solares; nop, no es el silicio, éste contiene demasiadas impurezas. Es el carbón (combustible fósil) y requiere ser de la más alta calidad, así como pasar por un complejo proceso (industrial) para su transformación. Por lo tanto, lo anterior revela que las “energías verdes” no son tan verdes como pensábamos, pero eso sí, un gran negocio muy lucrativo.
Mario Hernández es licenciado en sociología por la Universidad de Nuevo León, Maestro en Ciencias, Gestión Integrada de Cuencas, Universidad Autónoma de Querétaro.