Aunque para Agustín Basave los presidentes son elegidos por un tiempo determinado el expresidente del PRD, intenta forzar una comparación equiparándola con la designación de los primeros ministros en los regímenes monárquicos sean estos parlamentarios o no. Basave omite que aquí no cabe la comparación que hace con respecto a los primeros ministros, pues al fin de cuentas los soberanos son los Monarcas y no el pueblo como lo sería en un gobierno democrático, aun así los primeros ministros sean electos por el voto.
¿por qué es importante aclarar esto? Lo descrito por Basave, es realmente algo muy típico que se da en la gran mayoría de editorialistas o columnistas, pues intentan crear o forzar dicotomías, símiles o categorías, donde no las hay, pues olvidan el fondo.
El intento de comparar los primeros ministros con los presidentes es un claro ejemplo, pues da la percepción que gozan una parsimonia sin igual, pero se olvidan del verdadero fondo, es decir, que sí bien ambas figuras podrían ser equivalentes y consideradas como Jefes de Gobierno o de Estado, éstos responden a distintas soberanías, pues mientras que en el caso de los primeros ministros como el caso británico o el canadiense éstos siempre responderían a la soberanía residida en la monarca, la Reina Isabel II en el caso de México el Presidente de la República, es el representante del poder constituido en favor de la soberanía del pueblo, no cabe tal comparación. Esta es una diferencia nodal, pues así se ponen en perspectiva la real y verdadera esencia de lo que definiría o conceptualizaría un tratado de Ciencia Política, referente a las diversas formas de Estado y Gobierno, donde muy seguramente se hablará de más de un par de diferencias entre un gobierno monárquico y uno democrático. Esto me parece, podría ser el primer despeje de dudas para el exdiputado Agustín Basave.
Tal parece que para varios columnistas de los distintos diarios que hay en circulación el presidente López Obrador es un empecinado, palabra elegante usada para no llamarle por uno de sus sinónimos menos amables como: terco, obstinado, etc así también como hablamos la semana pasada en esta contra-columna, sobre las chuzas sin bolos que quería propinarle el sr. Riva Palacio al Presidente empero también llamarle empecinado por desear que el Presidente de la SCJN se mantuviera por otros dos años más en el cargo, cosa que no estuvo en manos del presidente sino en las manos del mismo Zaldívar; pero lo importante es señalar que tanto Basave como Riva Palacio comparten la misma adjetivación para el presidente, nombrándole el “empecinado”, al menos, creo quedan lejanos los años en lo que los presidentes eran nombrados como: “corruptos”, “represores” o “pusilánimes”, el que le llamen terco a uno, creo que no hace daño a nadie.
Después de aseverar que AMLO tiene un temperamento “guerrero y romántico”, regresemos a despejar las dudas al sr. Basave que ahora se pregunta ¿dónde creen que viene su prisa por hacer sus reformas? pues según Basave, es un acto de contrición por el persistente “pragmatismo” con el que el presidente ha actuado siempre, por lo que para Basave es deseable un “ejercicio de valor esperado llevaría a rechazar la consulta” por parte de la gran mayoría de los mexicanos o sino por lo menos de sus lectores, y con ello, claro, rechazarla por ser un “empecinamiento” de un presidente y no de un demócrata.
Basave se muestra en cierta manera optimista con el mejor escenario, en el que el presidente pierde su tan anhelada revocación, pues “no le resultaría inaceptable que los ´conservadores’ en uso del instrumento democrático que él mismo creó” le ganarán la revocación, pues sería según Basave, casi el perfecto escenario para que AMLO deje a su base movilizada, cosa que ciertamente podría parecerle grata al presidente, pero como es un juego del “empecinado” presidente es mejor que la oposición no le haga el juego, se empecina Basave.
Es evidente que no le harán el “juego” y no sólo porque se trate del presidente mejor posicionado en la historia reciente de México, donde es más que claro que bajo el ese esquema AMLO ganaría de calle, sino que los que se fueron y sus voceros de hoy, tendrían miedo de someterse al veredicto más férreo y más severo de todos, el que no deja nada para los traidores, es decir; el escrutinio del pueblo, que por lo visto es una aberración para los ególatras y el castigo para los conservadores del pasado.