En esta segunda parte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y después de haber logrado el reconocimiento constitucional de políticas públicas que favorecen a la mayor parte de la población, de avanzar en la reconstrucción de Pemex y la recuperación de nuestra soberanía energética y de realizar trascendentes obras de infraestructura que no se ejecutaron durante el periodo neoliberal, se libra en las primeras semanas de este año una de las grandes batallas por la recuperación de la rectoría del Estado en el sector eléctrico y se abre la consulta sobre la ratificación o revocación del mandato presidencial, sentando un precedente histórico, jurídico-popular, en el ejercicio de la soberanía popular.
La relación política entre estas dos políticas públicas y de participación popular -ciudadana les gusta decir a los letrados politólogos- se hace evidente al pretender los directivos del INE silenciar las voces sobre la reforma eléctrica, sea la voz presidencial, la de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, la de los diputados y hasta la de los partidos (Morena y PT) que promueven el conocimiento y la discusión pública y popular sobre la reforma eléctrica.
La consulta sobre la revocación de mandato fue un triunfo del movimiento popular que entregó al INE más de 2.8 millones de firmas, obtenidas en tiempo récord, con lo que dobló las manos de los directivos que hicieron todo cuanto les fue posible para obstaculizarlo. Recordemos que a esta consulta le precedió otra sobre el juicio a los expresidentes el primero de agosto del año pasado realizada, también a contrapelo, del INE. Y también tengamos presente la consulta en octubre de 2018 que paró la construcción del proyecto faraónico del aeropuerto de la ciudad de México iniciado por Peña Nieto.
La reacción de los grandes poderes oligárquicos del país que se opusieron al triunfo de AMLO, “un peligro para México” vociferaban, ha sido sistemática y viene de tiempo atrás; no olvidemos el “desafuero” impulsado por Vicente Fox, ni el fraude que impuso a Calderón, el asesino. Ya elegido presidente, destacan dos armas de ataque contra AMLO: la guerra judicial, amparo tras amparo, y la guerra mediática por todos los medios, nacionales y extranjeros, por diarios, televisión, you tube y redes sociales, en donde las noticias falsas, las fake news, se reproducen como hongos por robots y diversos instrumentos electrónicos; guerra financiada, como todas las guerras, por capitales interesados en mantener sus privilegios; guerra a la que sirven los mercenarios de la comunicación bien pagados que hace tiempo dejaron de ser profesionales.