En medio de la crisis provocada por la guerra entre Rusia y Ucrania en la que intervienen Estados Unidos y la OTAN se han desatado las furias del mercado: la inestabilidad de la economía mundial se presenta con múltiples facetas: la inflación generalizada, mayor en alimentos y energéticos; la contracción de la economía; la caída de los mercados financieros; devaluaciones, elevación de las tasas de interés… Y todo ello con graves repercusiones en el nivel de vida de la población, pues sus salarios no aumentan, mientras los señores del petróleo y de la guerra multiplican sus ganancias. Hasta Biden se está quejando de los señores de las refinerías que aumentan los precios.
En esta situación se entiende mejor la política seguida por AMLO, tanto en el mantener estables los precios de los energéticos, de la gasolina y la luz, e incluso del gas, como en trabajar para recuperar la soberanía energética abandonada por el neoliberalismo. Repetimos el desmantelamiento y endeudamiento de Pemex, de las refinerías, llevó al país a importar de Estados Unidos más del 70% de su consumo de gasolina. Se espera que la refinería de Dos Bocas, inicie su producción de prueba y para el próximo año ya genere la gasolina para complementar el mercado nacional; mercado que también va a estar abastecido con la refinería Deer Park que se adquirió hace unos meses; y a lo que también va a contribuir la modernización de las seis refinerías existentes.
La siderúrgica, antaño consideraba una industria fundamental, una industria básica en el desarrollo industrial, y a la que el Estado contribuía en 1982 con la mitad de la producción con la producción de Altos Hornos de México, la Fundidora Monterrey y la siderúrgica Lázaro Cárdenas las Truchas, de las últimas empresas construidas antes del periodo neoliberal, fue privatizada y, en varios casos, vendida rápidamente al capital extranjero. Hasta la joya de la familia del Grupo Monterrey, Hylsa, fue vendida al capital extranjero.
Hoy, la siderúrgica Lázaro Cárdenas Las Truchas, en manos de Arcelor Mital, esté en huelga. Los 3 000 trabajadores exigen el respeto a su contrato colectivo y el pago del 10% correspondiente de las utilidades de la empresa.
