En las crisis entreveradas por las que atraviesa la humanidad en nuestro planeta, de las que hemos hablado en varias ocasiones, destacan hoy en nuestro país la tragedia de los migrantes encontrados muertos, hacinados en un trailer en Texas; la violencia que nos atraviesa desde hace más de una década con críticas dimensiones en algunos territorios del país, que hoy alcanzó a dos jesuitas y un guía de turistas en la Tarahumara, y la crisis ambiental hoy manifiesta en el crítico abasto-desabasto de agua en Nuevo León. Pareciera que se conjuntaran tres de los cuatro jinetes del apocalipsis que se mencionan en la mitología: el hambre, la guerra y la muerte.
La migración es un fenómeno histórico del que sólo recordamos ahora la que registró a finales del siglo XIX y principios del XX de Europa hacia el continente americano, a Estados Unidos y Argentina, principalmente, y que fue, por lo general, bien recibida en esos países, migración italiana e irlandesa en su mayor parte; la que se ha registrado, con diversas dimensiones entre México y Estados Unidos, ya sea por medio de acuerdos, como el convenio de braceros entre 1942 y 1964 por el que 4.5 millones de mexicanos trabajaron en el campo estadounidense, o ya sea la que se registra desde 1965 de mexicanos sin papeles que registra cambios cualitativos y cuantitativos a partir del Tratado de Libre Comercio en 1994. Hoy existen en Estados Unidos más de 30 millones de personas de origen mexicano; millones de segunda y hasta tercera generación y millones de indocumentados en las últimas dos décadas.
Las políticas contra los migrantes mexicanos y centroamericanos en Estados Unidos han adquirido en los últimos tiempos crecientes medidas violatorias de los derechos humanos en ese país, al tiempo que los migrantes han sido presas, en muchos casos, de la violencia del crimen organizado que incrustó y desplazó al “pollero” tradicional, personaje que cruzaba a los migrantes al otro lado. Las imágenes de niños enjaulados no pueden borrarse de la historia; tampoco la tragedia de San Fernando en donde se encontraron los cadáveres de 72 migrantes asesinados; ni la del padre marroquí con su hijo entre los brazos ahogado al cruzar el mediterráneo…
Hoy, ayer, fue encontrado en un camino de Texas un tráiler con 53 migrantes hacinados muertos…
Esta migración de las últimas dos décadas desde Honduras, El Salvador, Guatemala, es producto de un capitalismo dependiente depredador y criminal, donde Estados Unidos tiene la mayor responsabilidad, ya por su saqueo económico, ya por su política contra los migrantes. Hombres, mujeres y niños que huyen de su país por la violencia, la falta de trabajo, el hambre.
La violencia en que la crueldad y el horror en que sumió Felipe Calderón a nuestro país so pretexto de la guerra contra el narcotráfico no cesa, no puede detenerse de un día para otro, de un año para otro. Se avanza en atender rezagos estructurales y ofrecer alternativas de trabajo y estudio para los jóvenes. Hoy se vuelve escándalo mediático por el asesinato de dos curas jesuitas en la Tarahumara, en Chihuahua.
Y la falta de agua en la zona metropolitana de Monterrey exhibe no sólo una problemática ambiental, sino también el uso irracional y el poder de los grupos económicos de la región que acaparan el agua para sus actividades económicas, principalmente industriales (agua para refrescos, agua para cervezas), y, por supuesto, para su consumo familiar en las colonias más ricas de la ciudad.