La inflación, debemos tener presente, es un fenómeno internacional desde hace varios meses que no se registraba desde hace tres décadas, por lo menos. En el caso del maíz se ha registrado un incremento del precio internacional desde el año pasado y con la guerra entre Rusia y Ucrania se acentúo y se presentó también en los fertilizantes, provocando aumentos en diversos productos agroalimentarios. La crisis del COVID provocó también fracturas en las cadenas globales de producción y se presentaron problemas de escasez e incremento de precios en diversos productos desde el año pasado.
La inflación en Estados Unidos alcanzó su punto más alto en junio de este año con 9.1%, en agosto y septiembre fue del 8.3%, en Europa los índices son más altos, en particular en el gas.
De la reunión con Biden en julio, se señaló que “Como parte de los esfuerzos por mejorar la seguridad alimentaria, México planea comprar hasta 20 mil toneladas de leche en polvo de Estados Unidos para apoyar a las familias mexicanas en comunidades rurales y urbanas. Además, México comprará hasta un millón de toneladas de fertilizante (sulfato de amonio) de Estados Unidos para distribuir a pequeños productores de subsistencia de maíz, y frijol y continuará comprando alimentación animal para apoyar a pequeños productores.”
En nuestro país la política de rescate de la soberanía energética lleva consigo mantener los precios de la gasolina, a lo que se sumó medidas para estabilizar el precio del gas. Las remesas y la política monetaria han permitido mantener estable el tipo de cambio, lo que ha contribuido también a mantener el control de la inflación.
El 3 de octubre el Presidente Andrés Manuel López Obrador firmó un acuerdo antinflacionario para fijar el precio de la canasta básica con 24 productos en 1 039 pesos que permitirá a los consumidores librar la histórica cuesta de enero al mantenerse hasta finales de febrero del año próximo. Firmaron las principales cadenas comerciales e importantes productores e industriales del sector.
Otras medidas atienden a la producción con entrega de fertilizantes, los precios de garantía para granos básicos y se alcanzado la autosuficiencia en maíz blanco, no así en maíz amarillo, ni en frijol ni en trigo. Recordemos que con el neoliberalismo también perdimos la autosuficiencia alimentaria y llegamos a importar más de la mitad del consumo de maíz, 40% del trigo y 80% del arroz.