Señoras y señores, jóvenes y adolescentes -todos mexicanos-, quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones a partir de los eventos del 2 de junio pasado en donde la izquierda hizo, nuevamente, una demostración de coordinación, propuestas y congruencia de alcance tal, que dejó a la oposición en la lona de manera radical, expuesta y en el mayor de los asombros. Es ya la segunda vez que deben enfrentar un evento de esta magnitud, y deberían empezar a tomar conciencia de lo que realmente está en juego y cómo jugarlo, pues en los últimos seis años al parecer no han aprendido gran cosa. Primero que nada, deberían revisar, profundamente, qué es lo que están defendiendo. Si hacen un examen sincero, verán que están defendiendo un sistema de privilegios desde las castas que ha estado enquistado en la sociedad mexicana por demasiado tiempo: el clasismo y racismo marcan el tono. Deberían poder ver, también, que lo que defienden a estas alturas, ya es indefendible. Y no vale la pena seguir luchando por ello. La dura realidad que les ha mostrado el pueblo de México es que están rebasados, y no tiene cabida esa pretensión de valer más que el “otro” mexicano, aquél y aquella que están tan lejos de su entorno, o que simplemente están invisibilizados. De entrada, deberían de reconocer que la oposición que ha liderado Andrés Manuel López Obrador, fue una oposición que comenzó a aprender, a entrenar, a coordinarse desde 1988. Éramos una oposición apenas creciente que, con muchas ganas, ingenio y dedicación, intentaba apoderarse de los espacios sociales y políticos que poco a poco podía ir ganando. Era una oposición con más ganas que ideas, con más fervor nacional que dirección, con más sed de justicia que acciones. En ese entonces, prácticamente todos los espacios estaban cerrados a la oposición. Y de ahí se partió… Poco a poco, de manera tortuosa, esa oposición empezó a generar ideas, a concretar acciones y a cohesionarse en una sola voz. Gracias a liderazgos muy valiosos y puntuales, basados en los valores e ideales que poseían estos líderes, la idea de una oposición pacífica, revolucionaria e inteligente comenzó a tomar forma. Opositores actuales, se engañan si creen que un movimiento que pueda enfrentar al poder nace de la noche a la mañana. Se engañan si creen que un movimiento basado en un par de marchas disfrazadas de defensa a las instituciones le da fuerza a sus pretensiones y ambiciones, es tiempo de que abran ya los ojos a una realidad que los superó hace tiempo. Si no se dan cuenta que los partidos que defienden son parte del problema (son ellos los que crearon y defendieron la tremenda desigualdad que motiva al gobierno actual y a los votantes), que los “líderes” que los representan están viendo solamente por sus intereses y que mientras no exijan y depuren a esas personalidades que los representan, no avanzarán gran cosa. Mientras sigan “pidiendo que las cosas cambien” desde el privilegio, -que se parece más a un exigir-, no lograrán mayor eco en sus peticiones. Se trata de hacer propuestas y llamados más horizontales, ya no verticales. Eso ya no funcionará. México está más despierto y conciente que nunca y ya no dejará pasar los llamados elitistas. México es distinto, las propuestas deben ser distintas. Y por último, por favor, POR FAVOR, cambien sus fuentes y dejen de defender a los opinólogos y comunicadores de quienes consumen información y noticias cotidianamente. Son parte central del problema y la radicalización. Al consumirlos se ahonda en el problema y no en la solución. Muy pocos de ellos son capaces de la autocrítica y el cambio, no caigan en el mismo juego. Hacer eco de lo que dicen los Lorets, las Dressers, los Brozos, Ciros, Rivapalacios, Ferrices, los Alazrakis y Camínes (¡por Dios!), entre otros tantos corruptores de la realidad, solo hará que se aíslen y enardezcan aún más en sus cámaras de eco. Infórmense de manera seria, madura. Desmárquense de quienes viven de su engaño y frustración. Van 2 de 2 y una más contundente que la otra. Mientras sigan con las misma perpectiva, las mismas prácticas y los mismos personajes, esto solo va a seguir creciendo. Todos los sistemas son perfectibles, y México merece SIEMPRE, una oposición inteligente, articulada y con propuestas que sumen y que les ayude a ganar posiciones. Es así como los sistemas políticos crecen y se enriquecen. Pero mientras las propuestas sean ocurrencias que vienen desde la visceralidad, seguirán sin entender lo que pasó y perdiéndose en la intrascendencia. El pasado 2 de junio fue arrollador, eso debería decirlo, y motivarlo, todo.
Emilio Lepine