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Ni tan lejos, ni tan cerca
La historia de las relaciones entre AMLO y los principales dueños y ejecutivos de las televisoras mexicanas ha sido tormentosa. A veces de cercanía, pero en la mayoría de los casos de confrontación por la cobertura informativa, por las críticas de los principales conductores de los noticiarios a las posiciones de López Obrador o por la difusión de campañas de “guerra sucia”.
En su libro La Mafia Nos Robó la Presidencia, López Obrador relató cómo Televisa formó parte de la conspiración derivada en los videoescándalos de 2004 e, incluso, relató su encuentro en Valle de Bravo, en febrero de 2006, en vísperas de la aprobación de la Ley Televisa, con el Consejo de Administración de la empresa. Ahí estuvo el banquero Roberto Hernández, accionista entonces de Televisa, con quien el entonces candidato presidencial discutió por la venta de Banamex.
“A mediados de agosto de 2005 –escribió López Obrador– Televisa auspició una campaña contra la inseguridad en la cual aparecían personas que, lamentablemente, habían sufrido secuestros… de manera subliminal nos cargaban a nosotros la culpa…
“Me enteré que esa campaña había sido financiada por Claudio X. González, un ex asesor de Salinas, y adversario nuestro. Vale la pena añadir que, cuando dejé el gobierno y me sustituyó Alejandro Encinas, se retiró toda esa propaganda y en televisión dejaron de tocar el tema de la inseguridad, como si, de repente, hubiera desaparecido el problema”, relató el ex jefe de Gobierno capitalino.
En el mismo libro se quejó de la cobertura mañosa de Televisa en la campaña. “Una vez dije ‘¡Al diablo con esas encuestas!’. En Televisa le cambiaron lo de ‘esas’ y lo leyeron como ‘¡Al diablo con las encuestas!’. Y, en el caso de ‘¡Al diablo con sus instituciones!’, lo leyeron como ‘¡Al diablo con las instituciones¡’. Tengo que ser muy cuidadoso. No me ven con lupa, sino con microscopio y eso es parte del quehacer de un dirigente de izquierda”, remató.
López Obrador reflexionó que en Televisa hubo “un gran viraje” en 1997 cuando llegó Emilio Azcárraga Jean a la dirección de la empresa: hubo “una especie de apertura”, “hubo más pluralidad en los programas de comentarios y noticias”, pero “todo eso se terminó cuando Fox y Calderón impulsaron la aprobación de la llamada Ley Televisa, a finales de marzo de 2006. Hubo un retroceso, se cerraron, porque creyeron que corrían riesgo sus intereses”.
A la periodista Carmen Aristegui, López Obrador le relató en el libro de entrevistas Transición que al final del 2006 los empresarios “doblaron” a Emilio Azcárraga Jean y “a partir de ahí Televisa se convierte de manera abierta en vocera de la oligarquía que manda y decide en el país. Ese grupo impuso a Calderón”.
“-¿Tú dejaste pasar la Ley Televisa, le diste tu anuencia?”, le preguntó Aristegui en el mismo libro.
“-No, ése es un asunto de los hipócritas del PAN, de Javier Corral y otros, que quieren ocular que la negociación que tuvieron con Televisa en 2006 diciendo que todos estábamos de acuerdo. Me quieren meter en el mismo costal, pero yo no tuve absolutamente nada qué ver, y no sólo eso, yo me opuse… Fue un acuerdo Calderón-Televisa”, reviró López Obrador.
Doce años después, los barones de la televisión ya no son adversarios públicamente del presidente electo, pero buscan una cercanía a toda costa porque saben que López Obrador no les debe el triunfo, y porque pretenden que el futuro gobierno los salve con recursos publicitarios de la grave situación financiera por la que atraviesan no sólo las televisoras sino la mayoría de los medios.
Por lo pronto, ya se blindaron de cualquier posibilidad de modificar sus concesiones. A un mes de que terminara el sexenio, el Instituto Federal de Telecomunicaciones renovó por 20 años más las 557 señales que tienen Televisa, que pagará 3, 340 millones de pesos para sus dos cadenas nacionales del 2 y el 5, ahorrándose 568 millones de pesos; y TV Azteca que pagará 3, 442 millones de pesos por la renovación de las cadenas 13 y 7, ahorrándose 580 millones de pesos.
En esa misma sesión, de inicios de noviembre, se renovó la concesión de Grupo Imagen, Grupo Multimedios y otros grupos radiofónicos, también hasta 2041.
El pleno del IFT argumentó que estos “descuentos” y el pago anticipado para renovar las concesiones que vencían hasta el 2021 es porque la televisión abierta está perdiendo audiencias por los nuevos servicios de televisión on line, mejor conocida como OTT (Over The Top), al estilo Netflix, Youtube o Blim.
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