La decisión del gobierno de la República en política exterior, invocando el artículo 89 constitucional y rememorando la doctrina Estrada, parece que dará una victoria a nuestro país. Y es que, en Venezuela, nuevamente, hay una polarización de fuerzas donde la oposición no logra los apoyos para derrocar a Nicolás Maduro y éste, con sus muchos desaciertos y tonterías (hace tiempo dijo que le hablaban los pajaritos), continúa con el respaldo de una parte importante de la población y sobre todo con las decisivas fuerzas armadas, expresado por Vladimir Padrino, quien comanda al ejército.
Que el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guadió, se halla lanzado a autoproclamarse presidente de facto, con el apoyo decidido de Estados Unidos, quien le ha ofrecido la ridícula suma de 20 millones de dólares para echar a andar a una nación sumida en una crisis increíble, es irracional. A la ayuda yanqui se sumaron personajes impresentables como Jair Bolsonaro de Brasil y Mauricio Macri de Argentina, amén de otros que no son muy queridos en sus naciones. Pero todos los latinoamericanos, en el seno de la OEA, no hacen un bloque decisivo para que las sanciones a Venezuela tengan eficacia. Más bien pareciera que bailan al son que les toca Donald Trump y Mike Pompeo.
Por su parte, Uruguay y México, en lugar de impulsar el enfrentamiento, han insistido que es necesario llevar a cabo una negociación entre las partes con el fin de llegar a acuerdos y evitar un baño de sangre. Si en estos pocos días que dura el conflicto iniciado el 23 de enero, fecha que recuerda en 1958 la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez, han muerto 30 muchachos, de enconarse la batalla habrá cientos que ya no sabrán qué pasó.
El señor Maduro dijo que no renunciará pero acepta el diálogo propuesto por Uruguay y México. En tanto Guadió señaló que no irá a un encuentro que no tenga como resultado el que Nicolás dimita, aunque no rechazó el que ambas partes se encuentren. Buen inicio para algo que pueda destrabar el conflicto, pues la oposición no está unificada ya que Henrique Capriles no apoya a Juan y en las fuerzas chavistas hay desacuerdos desde hace tiempo con el sucesor del comandante Hugo.
México hizo bien en no plegarse a los Estados Unidos y buscar, como en sus mejores tiempos, la negociación entre opositores.